VIDA MODERNA

El récord del mal gusto

Beneficiarse económicamente de registrar a las personas más altas, bajas, gordas o flacas... ¿Curiosidad o circo?

Alianza BBC
4 de octubre de 2010

Lo leemos en las noticias cada semana: el récord del hombre más bajo, el más alto, el más gordo, el más flaco... Pero ¿no es el documentar y publicitar este tipo de anomalías lo mismo que montar uno de esos antiguos circos de monstruos que fueron prohibidos por su crueldad?
 
Hace ya 125 años que la Policía cerró la sala de la exhibición de Whitechapel, en Reino Unido, en la que Joseph Merrick estaba expuesto al público.

"Señores y señoras... ¡Les presento a Joseph Merrick, el hombre elefante!", voceaba el presentador para caldear el ambiente. "Antes de hacerlo, me gustaría pedirles que estén listos. Prepárense para ser testigo del que es probablemente el ser humano más excepcional al que se le ha dado nunca aliento sobre la faz de la Tierra".

La exposición de seres humanos extraordinarios había sido una forma de entretenimiento popular desde, al menos, el siglo XVII, pero al final de la época victoriana en Londres, las autoridades de la ciudad adoptaron una visión negativa de este espectáculo, al que veían como una amenaza para la moralidad y el orden público.

Sólo sobrevivió como espectáculo de ferias y carnavales.

¿Vigente en el siglo XXI?

Si continúa siendo vigente en el siglo XXI es principalmente debido al Libro Guinness de los Récords.

Sin él, no sabríamos quién ha sido catalogado como la persona más baja, la más alta, la más gorda o la más flaca.

"Los editores del Guinness son como los mercanchifles de los circos de monstruos" , dice Bob Bogdan, profesor del departamento de Estudios de Discapacitados en la Universidad de Siracusa, en Nueva York.

"Si alguien es muy pequeño y es resultado de factores médicos como una disfunción en las tiroides o pituitaria, y posiblemente malnutrición, da escalofrío que lo estén presentando así", señala.

En su libro publicado en 1990, Freak Show, cita a un compañero para referirse a la práctica de exhibir a personas con anomalías físicas, mentales o de comportamiento para el entretenimiento y la comercialización como la "pornografía de la discapacidad".

No es una frase que usaría el mismo. En el libro anota que antiguamente se exponía a estas personas "de forma degradante para promover el miedo y el desprecio", pero también a veces de manera que "que ensalzaba su estatus".

En cualquier caso, lo clasifica como de "mal gusto" y de "cultura popular de grado inferior".

Espectro de la vida

¿Cómo responde el Libro Guinness de los Récords a este tipo de críticas?

El editor jefe, Craig Glenday, afirma que el objetivo del libro es abarcar "la totalidad del espectro de la vida".

"Al subrayar los extremos, le ayudamos a usted a poner su posición en el mundo en un contexto; definimos los límites, de forma que todo el mundo sabe exactamente dónde encaja", dice.

"Una pequeña parte de nuestro libro -en la edición del 2011, por ejemplo, únicamente 12 páginas de un total de 288- se exploran los extremos en relación al cuerpo humano. Esto incluye el más alto, el más bajo, el más gordo, el más peludo, etc".

"A medida que el mundo se hace más pequeño, somos cada vez más capaces de dar una voz a aquellos que son diferentes o únicos. Al mostrar a estos personajes en nuestro libro, estamos anunciandole a todos que estas personas forman parte de nuestro mundo hoy, tanto como estrellas del deporte, actores, científicos o malabaristas de sierras eléctricas".

Un aspecto clave es que todos los que ostentan un récord en el libro han aceptado ser incluidos. Guinness respeta los deseos de las personas que no quieren aparecer en su libro, afirma Glenday, o ser incluidos en la base de datos de la publicación porque "no quiere hacer pública su condición".

Pero ¿es esto suficiente?

Curiosidad natural

Cuando los activistas pidieron su liberación en Londres, Saartje Baartman, una mujer del grupo étnico de los khoi en Sudáfrica que era conocida como la 'Venus de los hotentotes', su etnia, declaró en juicio que estaba siendo exhibida bajo su propia voluntad.

Aunque eso ocurrió hace 200 años, muy pocos considerían aceptable hoy poner una mujer africana desnuda en el centro de cualquiera de las plazas públicas de una ciudad, para permitirle a la población observar el tamaño y la forma de su trasero.

Sería también escandaloso exhibir para ganar dinero a gemelos siameses o niños hidrocefálicos (por el tamaño de sus cabezas), independientemente de que ellos den su consentimiento.

"Si eres alguien extremadamente pequeño y puedes vivir de ello, ¿qué diferencia hay entre eso y que Naomi Campbell use sus atributos físicos para llamar la atención?", se pregunta el filósofo Anthony Grayling en conversación con la BBC.

"Tenemos una curiosidad natural sobre quién puede saltar más alto, correr más rápido -explica-. Puede ser que también tengamos una sana curiosidad en el más alto o el más bajo".

El hecho de que los doctores consideren el enanismo una cuestión patológica no significa necesariamente que querer leer sobre la persona más baja del mundo es un caso de "fascinación con lo impresionante y horrible", argumenta Grayling, aunque admite que la línea entre el respeto y el irrespeto es extremadamente fina.