EL SEXO UTIL

Las africanas comienzan a rebelarse contra la salvaje práctica de la circuncisión femenina

15 de julio de 1985


Hace ya muchos años en uno de sus primeros libros "El sexo inútil", Oriana Fallaci relataba sus experiencias de viaje por algunos países del Tercer Mundo, hacía especial referencia a la mujer, sometida durante siglos y siglos de dominación a una posición de quinta categoría. Aparte de las condiciones siempre repetidas de marginamiento social de la mujer, la Fallaci encontró en países del Africa una costumbre francamente aberrante: la circuncisión femenina.

Actualmente, el tema ha vuelto a salir a flote. Y no precisamente porque periodistas de la talla de la italiana lo hayan puesto a la orden del día, sino porque las mujeres africanas han empezado a rebelarse contra esa práctica.

"La única razón por la que las mujeres sufren de este modo es su condición de mujeres". Esta fue la conclusión de un reciente seminario sobre la erradicación de la circuncisión femenina, celebrado bajo el título de "Hablan las mujeres africanas".

La práctica de mutilar a las jóvenes se halla generalizada entre multitud de comunidades tradicionales africanas. Y aunque esta actitud se ve frecuentemente justificada con razones de carácter moral e higiénico, especialistas tales como la doctora egipcia Naoual. El Saadaoui han afirmado que la circuncisión femenina es una costumbre social más bien que religiosa, totalmente indefensible desde el punto de vista médico. Según estadísticas por ella presentadas, alrededor del 90% de las familias egipcias incultas y el 65% de las familias educadas siguen circuncidando a sus hijas.

La circuncisión femenina --operación que va desde la remoción del clítoris a la extirpación de amplias zonas de los órganos genitales-- se halla profundamente arraigada en 30 países y afecta a unas 84 millones de mujeres. Si bien sus orígenes son oscuros, la circuncisión es una importante ceremonia para la mayor parte de los musulmanes, algunos cristianos, y seguidores de las religiones animistas locales, a pesar de que no se halla recomendada ni en el Corán ni en la Biblia.

En los escritos del profeta Mahoma, se mencionan ocho grados de circuncisión, que no llegan a la operación más radical. De acuerdo con la interpretación de los teólogos musulmanes, el primer grado --que no es más que un arañazo ritual-- satisface perfectamente las exigencias religiosas.

Desgraciadamente, las costumbres tribales resultan mucho más difíciles de satisfacer, existiendo líderes africanos, como Jomo Kenyatta, que han defendido esta práctica con todo su poder. Según Kenyatta, "ningún kikuyu digno del nombre desearía casarse con una mujer no circuncidada, ya que dicha operación es la condición previa de todo desarrollo moral y religioso".
Las presiones de carácter familiar y la ejercida por otras mujeres dificultan la oposición de las mujeres y jóvenes a dicha práctica. El apelativo de "incircuncisa" es el peor insulto que una mujer puede recibir en Somalia y en el Sudán. La tribu Bororo proporciona el apelativo de "perros salvajes" a las mujeres que no han sido sometidas a la operación. Una mujer sudanesa que asistió al seminario manifestó que de sus siete hermanas, solamente dos se oponían a la circuncisión. La familia "teme que una joven no circuncidada será incapaz de encontrar esposo", declaró.

Muchos son los problemas médicos resultantes de la circuncisión. El cirujano de Jartum, Dr. Nahid Toubia, afirmó que el 50% de los problemas tratados en las clínicas para mujeres de dicha ciudad se debían a la circuncisión. Valga citar, entre sus numerosas complicaciones, los dolores crónicos e infecciones frecuentes, la infertilidad y dificultades durante el parto.

A pesar de ello, sigue habiendo doctores dispuestos a realizar la operación, aún en ciudades tan distantes como Londres, en donde se entabló el año pasado una polémica, al descubrirse que médicos de consulta privada circuncidaban a las hijas de residentes musulmanes.

Egipto y Eritrea han conseguido cierto éxito en sus campañas para erradicar la circuncisión femenina. De acuerdo con Nadia Atef --asesora egipcia sobre problemas de desarrollo-- la opinión pública en su país ha experimentado cambios como parte del proceso de modernización. "Este problema se vio incluido en los programas de educación sobre la vida familiar y sobre los cuidados sanitarios generales. Los curanderos tradicionales, quienes con anterioridad habían realizado y apoyado la circuncisión, se transformaron en agentes del cambio dentro de sus propias comunidades", declaró.

Las delegadas subrayaron unánimemente que la transformación de la opinión pública sólo será posible como parte de programas más amplios. De acuerdo con una delegada sudanesa, durante sus visitas a las aldeas rurales para discutir el problema de la circuncisión, las mujeres manifestaron que para ellas el problema de la carencia de agua en las aldeas era más apremiante.

Por su parte, Askalu Menkerios, asistente social de la Asociación de Ayuda a Eritrea, afirmó: "Mientras sigan inalteradas las actitudes sociales, y a no ser que se proporcione a las mujeres igualdad de oportunidades en las actividades económicas y sociales de la comunidad, resulta difícil hablar exclusivamente de la circuncisión".

Ayele Foly, de Togo, subrayó la importancia de llevar la campaña a las zonas rurales. "Mi título es de 'asesora sanitaria familiar' para el Africa Occidental. Ello hace pensar a la gente que trabajo en una oficina con aire acondicionado, cuando mi oficina es, en realidad, mi automóvil, en el que me desplazo a los campos donde las mujeres se hallan trabajando, para compartir sus labores. Cuando acabamos, nos sentamos a la sombra y discutimos problemas familiares. De este modo, unas mujeres pueden entrar en contacto con otras".

Los asistentes al seminario se quejaron de que la ayuda recibida del extranjero era escasa. "Cuanto más se habla en el extranjero sobre la circuncisión, tanto más desean saber sobre ella", declaró Mary Wambui Kamau, enfermera de Kenia. "La investigación por amor a la investigación no posee utilidad alguna para nosotras", subrayó Ayele Foly. "No existe necesidad alguna de preparar ponencias científicas antes de llevar a cabo la instrucción de nuestras hermanas".

En opinión de cuantos formaron parte del seminario, entre los grupos que deberían participar en la campaña de erradicación se cuentan los asistentes sanitarios, maestros, líderes religiosos y profesionales de la medicina, ya que en muchos casos son ellos quienes pueden persuadir a los padres para que abandonen la práctica de la circuncisión. En aquellos países en donde la circuncisión sigue llevándose a cabo en el interior de sociedades secretas, sus miembros deberán aceptar que nuestra campaña no tiene como fin la destrucción de sus organizaciones, sino exclusivamente la erradicación de la circuncisión.

Las mujeres africanas llamarán la atención sobre el problema y compararán notas durante la conferencia que se celebrará en Nairobi el próximo mes de julio, para marcar el final de la "Década de la Mujer" lanzada por la ONU. Entretanto, Nadia Atef se hizo eco del espíritu de lucha existente en el seminario, con las siguientes palabras: "Mientras haya hermanas nuestras en Africa que continúen sufriendo, nuestra labor habrá sido insuficiente.--
Earthscan