EL TIEMPO DEL RUIDO

Inapetencia sexual, gastritis, sordera y stress, algunas de las consecuencias por exceso de ruido en las ciudades colombianas

30 de marzo de 1987

Las campañas contra el ruido, que hace algunos años se pasaban con frecuencia por la televisión, han desaparecido. Las campañas, pero no el ruido, que sigue ahí, acechando al setenta por ciento de la población colombiana especialmente concentrada en las ciudades, donde no hay norma que valga ni ley que se cumpla para evitar éste, uno de los signos más molestos de la vida moderna .

Aquellas campañas, que pedían silencio, por favor y que clamaban por "si aún escucha, evite el ruido" no alcanzaron a hacer conciencia entre los colombianos urbanos, ahora más amenazados que nunca por las enfermedades que producen los ruidos. Se trata de una contaminacion invisible que será estudiada en el próximo Congreso de Medicina Preventiva desde el 21 de marzo en Villavicencio.

Si en ponerle fin a los sonidos perturbadores no se ha avanzado nada, en identificar los efectos de esta polución sonora sí se han logrado ruidosas conclusiones, las cuales serán discutidas en el evento de Villavicencio. SEMANA conoció los estudios que existen sobre este mal y la flagrante violación que todos los dias--y todas las noches--se hace de la resolución número 08321, del Ministerio de Salud Pública, expedida el 4 de agosto de 1983.

EN PAIS DE SORDOS...
Tal resolución, expedida en los tiempos cuando el ministro era Jorge Garcia Gómez, lo único que ha hecho hasta ahora es ruido. Nada más que eso, porque desde entonces y hasta hoy, autoridades y ciudadanía se han hecho los de la oreja mocha para cumplir con sus disposiciones. "Sólo Coltejer y Fabricato, entre las empresas, cumplen con lo dispuesto", aseguró a esta revista el ex ministro Garcia, dedicado ahora a su especialización de otorrinolaringólogo, desde la que sufre por el aumento desmesurado del mal del ruido.
Aparte de esas dos empresas, nadie en Colombia cumple con la resolución. En ese conjunto de normas, por ejemplo, se consagra el derecho al descanso en las horas de la noche. Es decir, se prohíbe el ruido de más de 45 decibeles en las zonas residenciales (una conversación normal llega a los 30 decibeles; un avión volando alto produce 100 decibeles), pero los habitantes del país urbano sufren con el estruendo de una moto a la media noche o del bocinazo de un potente camión en las madrugadas, porque no hay autoridad --ni conciencia pública--que haga respetar este derecho humano al silencio.

El ruido excesivo no sólo produce sordera paulatina, como es la creencia común, sino que los daños que causa son más variados y están cada día más comprobados. Investigadores colombianos han concluido en cifras estridentes: el 70 por ciento de los obreros trabajan en ambientes ruidosos y los efectos más comunes son cambios en la tensión arterial con secuelas en el ritmo cardiovascular; las vibraciones ocasionan trastornos en la química sanguínea que, a su vez produce altos niveles de colesterol de triglicéridos. Además está comprobado que la polución sonora ocasion úlceras gástricas y alteraciones en ritmo del electroencefalograma y, su vez, la dirritmia.

Pero los males van más allá: el ruido afecta el sexo. En Estados Unidos, un estudio del tema sometió a conejos y ratones a "baños de ruido" en distintos niveles, y comprobó que aquellos machos metidos en una campaña de altos decibeles, al término de la experimentación, rehuían al contacto sexual con las hembras que habían estado en silencio y sí mostraba apetito para emparejarse.

En Colombia se han hecho experimentos con jóvenes citadinos y ancianos rurales. Uno de esos estudios en el que se midió la capacidad auditiva de indígenas koguis, sibundoyes , tunas y se comparó con la de jóvenes en las grandes urbes, concluyó en que, por ejemplo, un nativo de aquellas tribus, de 70 años de edad, tiene una facultad auditiva superior a la de un muchacho de 20 en la ciudad.

EDUCACION ANTIRRUIDO
Conscientes de que el país cada día está escuchando menos, el Congreso de Medicina Preventiva, además de plantear esas cifras y de recordar esas disposiciones legales, se dispone a iniciar cursos de educación antipolución sonora con los alcaldes municipales.
"Lo primero que se necesita es que las autoridades municipales conozcan estas normas para que después las apliquen", dijo el ex ministro García Gómez.

Pero mientras llega esa conciencia, el país parece condenado a seguir camino a la sordera, producida por los ruidos desaforados y desordenados de las ciudades, un mal que se comprobó médicamente desde 1830 cuando los efectos de los excesivos decibeles hicieron blanco en quienes ejercian el oficio de herreros.

Según García Gómez, uno de los organizadores del Congreso contra el ruido, "de seguir asi, se aumentará peligrosamente el número de los afectados por este fenómeno en el país.
Actualmente en Colombia hay unas 15 millones de personas con deficiencias auditivas y el cinco por ciento de ellas en niveles graves. Y esto puede empeorar".

La esperanza es que las conclusiones del congreso de Villavicencio despierten de alguna manera la conciencia nacional sobre los peligros del ruido. Pero como dice el dicho, no hay peor sordo que el que no quiere oir...--