ENSEÑAR A APRENDER

En Colombia el índice de niños con dificultades de aprendizaje es alto pero aún son pocas las <BR>instituciones que atacan el problema.

22 de marzo de 1999

Los sicólogos estiman que 15 por ciento de la población en el mundo sufre de problemas de
aprendizaje, un impedimento que afecta la habilidad del estudiante para interpretar lo que ve y oye o de
integrar y relacionar información de diferentes partes del cerebro. En países subdesarrollados, como
Colombia, el índice de estudiantes con este problema es mucho mayor debido a que las condiciones
de pobreza que generan la desnutrición y los conflictos dentro del hogar agravan la situación. Se estima que
en la población de escasos recursos un 30 por ciento de los niños puede tener estas dificultades.
Los afectados suelen ser inquietos, dispersos, impulsivos, lentos, no siguen instrucciones, leen y escriben
mal, se fatigan rápido y presentan un déficit motriz. Aunque en este caso la capacidad cerebral de estos
pequeños es normal la mayoría siente que no es inteligente y que no sirve para el estudio. Si un niño con
estas limitaciones no se atiende en el momento preciso, puede desencadenar una serie de problemas
escolares que le impiden salir adelante en el mundo de la academia.
Aunque cada vez es mayor el número de colegios alertados sobre este tipo de dificultades y en muchas
de las instituciones privadas los problemas de aprendizaje se previenen con terapias y apoyo sicológico,
gran parte de la población infantil de bajos recursos crece sin tener ningún tipo de intervención profesional.
Las consecuencias pueden ser dramáticas. Al principio la autoestima y la motivación del niño
disminuyen debido a su poco rendimiento escolar. "Pero a mediano y largo plazo estos niños abandonan el
colegio y en buena parte de los casos ingresan a bandas de delincuencia, prostitución o drogadicción o
empiezan a engrosar la fila de desempleados", dice Annie de Acevedo, una sicóloga experta en el tema,
quien junto con Perla Douer y Vicky Chehebar vienen trabajando desde hace siete meses al respecto en la
Fundación Oportunidad. Con un equipo de siquiatras, sicólogos, terapistas ocupacionales y fonoaudiólogos
las expertas empezaron a atender a preescolares del jardín infantil de la Fundación Coprogreso,
ubicada en el barrio San Cristóbal de Bogotá. Al poco tiempo se dieron cuenta de que las necesidades
del sector eran mayores y abrieron las puertas a niños de otras instituciones aledañas. "La situación de
estos pequeños es tan complicada que en algunos casos damos apoyo terapéutico también a sus familias",
dice Perla Douer. Hasta el momento han logrado atender a 50 niños.
La demanda de cupos les obligó a diseñar un proyecto para construir una sede propia en el mismo barrio
que cuente con un espacio físico más adecuado para llevar a cabo las terapias y poder aumentar la
capacidad de atención a 100 niños. Esta idea podría concretarse en un par de meses cuando recolecten los
fondos necesarios para llevar a cabo el proyecto.
A largo plazo, sin embargo, el objetivo del grupo es lograr que espacios como estos se dupliquen en otros
sectores del país y que, como han visto en Oportunidad, se logren cambios importantes que permitan un
mejor futuro a estos pequeños.