ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

Un amplio estudio confirma que la terapia de reemplazo de estrógeno pone a las mujeres menopáusicas en grave riesgo de contraer cáncer de seno.

17 de julio de 1995

DESDE HACE UNA DECADA SE HA advertido a las mujeres que llegan a la menopausia acerca de la importancia de tomar una terapia de reemplazo de estrógeno. Al dejar el ovario de producir esta hormona, el organismo femenino pierde su protección natural contra el infarto. Pero además, la fijación de calcio cesa con lo cual se aumentan las probabilidades de sufrir osteoporosis, un debilitamiento de los huesos que las lleva a sufrir fracturas e incapacidad. El dilema por el que atraviesan las mujeres al llegar a la menopausia es que el estrógeno de reemplazo ha sido culpado de aumentar el riesgo de contraer cáncer de seno.
Esto acaba de ser confirmado por investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard, quienes luego de un gran estudio encontraron que las mujeres que toman hormonas de reemplazo por más de cinco años tienen entre un 30 a 40 por ciento más de riesgo de sufrir cáncer de seno que aquellas que nunca han tomado estrógeno después de la menopausia.
Estos resultados -que fueron publicados la semana anterior en The New England Journal of Medicine- han puesto de nuevo sobre el tapete la vieja controversia médica acerca de la relación entre estrógeno y cáncer de seno.
En un comienzo, la terapia de reemplazo de estrógeno fue prescrita principalmente para controlar los síntomas de la menopausia en un lapso de unos pocos años; pero después se aconsejó a las mujeres tomarla por muchos años, o en forma indefinida, para prevenir la enfermedad cardíaca y la osteoporosis.
Los estudios realizados hasta ahora han mostrado que el reemplazo de estrógeno reduce de manera considerable el riesgo de desarrollar problemas cardíacos y osteoporosis. Incluso varios expertos han asegurado que estos beneficios son más importantes que cualquier riesgo de sufrir cáncer de seno.
El estudio realizado por los investigadores de Harvard intentaba demostrar si agregar otra hormona -progestina- a la terapia de reemplazo bloqueaba los negativos efectos del estrógeno en el seno. Otras investigaciones han mostrado que incluir progestina en la terapia de reemplazo puede proteger el útero contra el cáncer endometrial relacionado con el estrógeno. Sin embargo, los expertos no encontraron ninguna protección para el seno. Entre las mujeres que habían tomado solamente estrógeno por más de cinco años, el riesgo de cáncer de seno aumentó en un 30 por ciento; y entre aquellas que habían tomado la combinación de estrógeno y progestina por ese lapso, el riesgo fue del 40 por ciento.
En este nuevo gran estudio -dirigido por el doctor Graham Colditz- participaron 122.000 mujeres que, en 1976, tenían entre 30 y 55 años y cuyas historias clínicas han sido objeto de seguimiento en los últimos 20 años. Entre aquellas que ahora tienen 60 y 64 años -y que naturalmente presentan una más alta tasa de cáncer de seno que las de 50 años- el uso de la terapia de reemplazo hormonal fue asociado con un aumento del 70 por ciento del riesgo de cáncer de seno. Los investigadores también hallaron una más alta tasa de muerte -45 por ciento- por cáncer de seno entre las mujeres que habían tomando estrógeno por cinco o más años después de la menopausia.
Aunque se trata de una de las investigaciones más serias que se han hecho sobre el tema, la verdad es que los resultados han despertado algunas críticas. La primera de ellas es que los científicos se enfocaron únicamente en la búsqueda del riesgo de cáncer de seno y no tomaron en cuenta la disminución del riesgo que esta misma terapia logra desarrollar en enfermedad del corazón y osteoporosis, y que muchos consideran más importante. De hecho, informes previos de este mismo estudio han señalado que el riesgo de desarrollar enfermedad del corazón se reduce en un 50 por ciento entre las mujeres que utilizan el estrógeno en la posmenopausia.
Los críticos han planteado que los resultados de esta nueva investigación le hacen un flaco servicio a las mujeres ya que, en lugar de ayudarles a tomar una decisión razonable acerca de aceptar o no la terapia de reemplazo hormonal, lo que hace es asustarlas y confundirlas. Uno de los autores del estudio, el doctor Meir Stamfer, señaló que el dilema debe ser visto desde una perspectiva de salud pública. Y en ese caso "podría ser más útil poner en la balanza todos los riesgos y los beneficios de tomar hormonas después de la menopausia para dar a las mujeres una orientación más clara". Señala Stamfer que él y sus colegas preparan un completo informe al respecto. "Considero que para el promedio de las mujeres los beneficios obtenidos de la terapia de reemplazo de estrógeno son más importantes que los riesgos. Pero eso no quiere decir que no haya un gran número de mujeres para quienes lo inverso también sea verdad".
Aunque nadie discute la relación entre estrógeno y cáncer de seno, las opiniones están divididas en cuanto a si la hormona puede promover el crecimiento de tumores ya presentes pero no detectados, o es un causante directo del desarrollo del cáncer. Para los críticos, a pesar de tratarse de una investigación seria y extensa, podrían existir variables que no han sido tomadas en cuenta. El punto de controversia es si había diferencias iniciales entre las mujeres que tomaron hormonas y aquellas que no lo hicieron que pudieran contar en el riesgo de cáncer de seno que el equipo de investigadores atribuye únicamente a la terapia de reemplazo hormonal. La idea es que solo un estudio clínico controlado, en el cual las mujeres sean asignadas al azar, a recibir terapia hormonal o un placebo, podría considerarse concluyente acerca de este riesgo.
En lo que sí han estado de acuerdo todos los expertos que han analizado los resultados del estudio es en que antes de que una mujer se decida a tomar hormonas luego de la menopausia debe identificar con su médico personal un perfil de sus propios riesgos y beneficios para aquellas enfermedades relacionadas con el estrógeno: infarto, cáncer de seno y osteoporosis.