arquitectura

Espacio abierto

Apartamentos pequeños y altos son el producto más solicitado por los jóvenes ejecutivos.

19 de enero de 2004

Desde mediados de 2003 se ha visto claramente una reactivación de la construcción de vivienda para estratos altos, y dentro de las numerosas ofertas que se aprecian salta a la vista un nuevo producto: los apartamentos tipo loft. La palabra loft fue acuñada en los años 50 para denominar los apartamentos que los artistas neoyorquinos adecuaron en las viejas y abandonadas fábricas del sector de Soho. Eran espacios muy grandes y abiertos en donde pintores y artistas vivían y trabajaban. No tenían muros ni divisiones para señalar los límites entre la casa y el taller, y los acabados eran prácticos: ladrillo a la vista, lo mismo que las conexiones eléctricas y tuberías. Con el tiempo, este tipo de apartamento, que en un momento dado fue la solución para artistas sin plata por el bajo precio que representaba vivir allí, se fue sofisticando y convirtiendo en una posibilidad a la que sólo los más ricos podían acceder. Así, el concepto loft se fue repitiendo en otras capitales de Europa y Estados Unidos como un estilo de vida para cierto tipo de personas que querían llevar un particular estilo de vida. La idea ahora ha sido importada al país. Se calcula que existen entre seis y ocho proyectos sólo en Bogotá, la mayoría en las zonas más exclusivas de la ciudad. Los apartamentos que se ofrecen se caracterizan porque tienen una altura de hasta 5,60 metros (el doble de lo que se emplea en las viviendas convencionales), pocos muros y espacios abiertos que muestran ladrillo, instalaciones y tubería a la vista. Algunos de los proyectos cuentan además con alta tecnología. Los de E-con, ubicados en la calle 95 con carrera novena, por ejemplo tienen una consola para el manejo de luces, televisión y video, conexión a los electrodomésticos e incluso la posibilidad de vigilar el apartamento por Internet. Otro de ellos, Loft 99, también ubicado en el norte de Bogotá, tiene además de ascensor directo para cada apartamento una plataforma para subir y bajar los carros del parqueadero sin necesidad de que los residentes tengan que transitar sobre rampas. Esto permite que los autos puedan ser parqueados uno encima del otro. Las áreas no son muy grandes. La mayoría de los apartamentos oscila entre 70 y 140 metros cuadrados, apenas lo justo si se tiene en cuenta que el público objetivo son hombres y mujeres solteros o parejas sin hijos. Aunque los diseños son cautivadores, lo que más llama la atención de estos pequeños apartamentos es su precio, que puede llegar a alturas similares a las de sus cielo rasos. Por un loft de escasos 80 metros cuadrados pueden pedir entre 200 y 300 millones de pesos. Para cualquiera esto puede parecer un poco costoso, pero según los expertos consultados hay argumentos válidos para cobrar toda esta plata. "Aquí venden el metro cúbico", explica el arquitecto Miguel Hosie. "Tienen que cobrar los cinco metros de alto pues ese es el espacio de casi dos apartamentos". Otros opinan que el valor de estos apartamentos corresponde a los precios actuales del sector. "Sí son costosos para el servicio que prestan", acepta el arquitecto Gabriel Cure. "Pero son como los Porsche: muy costosos y solo le sirven a una persona pero todos quieren tener uno", dice. No obstante, los más escépticos creen que se trata de una moda y que como siempre, "todos los esnobismos se pagan caro". Aun así, el 80 por ciento de estos proyectos está vendido y algunos ya han comenzado la etapa de construcción. La mayoría de compradores son ejecutivos solteros o separados y parejas recién casadas. "Son jóvenes del sector financiero, artistas que tienen un estilo descomplicado", afirma Bernardo Herrera, gerente comercial de uno de estos proyectos. "Es para gente que quiere el estatus de yuppie", dice Hosie. Quieren salir y encontrarse con seres de su misma especie y no con abuelitas hacendosas que pasean sus perritos ni con niños ruidosos. Está claro, entonces, que los lofts no son para todo el mundo. Un padre con esposa e hijos no se puede ver retratado en este tipo de apartamento. Es para personas libres, sin tapujos, casuales, que quieren tener todo a la mano y con buen nivel adquisitivo. El concepto de loft converge en algún momento con el gusto por el minimalismo. Estos apartamentos no tienen el espacio suficiente para albergar mucho inmobiliario, por lo que sus moradores deben escoger con mucho cuidado las tres o cuatro cosas que desean destacar en su casa. "Es muy atractivo para gente que está exasperada con las decoraciones recargadas que veían en la casa de sus padres, en donde no se podía casi caminar de tantas mesas y objetos que había", dice Hosie. Además de su precio, la otra controversia que han desatado estos proyectos tiene que ver con términos arquitectónicos. Expertos como Hosie piensan que estos apartamentos, aunque utilizan muchas de las características de los loft neoyorquinos, no deberían ser llamados de tal forma pues ese concepto sólo corresponde al fenómeno que ocurrió en Nueva York. Lo que se hace aquí sería una inspiración de esa idea, pero debería tener un nombre propio, aseguran los especialistas. De esta forma, usar la palabra fuera de ese contexto le hace perder su sentido. Además, el término se ha degenerado al punto de que hoy a todo se le llama loft: camisas, almacenes de diseño, revistas, cafés, gimnasios y librerías, y ya es hora de rescatarlo y darle su debido significado.