ESPECIES EN VIA DE EXTINCION

Muchos objetos y unos cuantos conceptos comunes hasta hace poco tiempo, han desaparecido o dejarán de existir a la vuelta algunos años.

6 de junio de 1994

EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX, el caballo y el coche dieron paso al automóvil. Las lámparas de petróleo, al bombillo eléctrico. La autoridad de la religión fue desafiada por el marxismo y el sicoanálisis. Estos cambios tecnológicos y sociológicos, que han sido ampliamente estudiados y documentados, se encuentran ya en los libros de historia.
Pero desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, otra revolución, más silenciosa e imperceptible, se ha desencadenado. Muchos de los conceptos y objetos que formaban parte de la vida de todos los días hasta hace algunos años, han pasado la historia. Sin saber bien en qué momento, algunos juegos infantiles, instrumentos tecnológicos, prendas de vestir y aparatos electrodomésticos que hasta hace muy poco eran parte esencial de la cotidianidad, han quedado archivados en el baúl de los recuerdos. Es el caso de los ligueros para hombre, las reglas de cálculo, los teléfonos de disco.
Otros más están comenzando a caer en la obsolescencia, como las fajas que hacían adelgazar a la fuerza a las señoras, el papel carbón, los telegramas, las máquinas de escribir, las canicas, los ficheros, los discos de acetato y muchos más.
Algunos de estos objetos sólo viven en los recuerdos y en el centro de nostálgicas conversaciones. Otros no han desaparecido: se han transformado. Pero el cambio en su concepto y en su manera de operar ha sido tan significativo que poco o nada queda del invento que les dio origen. Estas son algunas de esas especies envías de extinción.


LAS MAQUINAS DE ESCRIBIR
CUANDO LA primera máquina de escribir, la Remington Modelo 1, salió al mercado, todo parecía indicar que el invento sería un fracaso. En las salas de exhibición de la Exposición Universal de 1939, largas filas se formaban detrás de las mecanógrafas que, por algunos centavos, copiaban breves textos. Pero los aparatos no se vendían.
Pasaron varios años antes de que los hombres de negocios comprendieran que la escritura mecánica era más rápida, limpia y clara, y antes de que las mecanógrafas y sus aparatos se convirtieran en pieza clave de cualquier oficina. El rústico mecanismo original fue reemplazado, desde mediados de los años 50, por la máquina eléctrica, más rápida, de escritura más nítida y uniforme. Esta a su vez fue superada por la máquina de margarita. Y el chip de silicona, que introdujo la memoria en las máquinas eléctricas, selló la muerte definitiva de la máquina manual.
El siguiente salto, que condenó a los desvanes incluso a las más sofisticadas máquinas eléctricas, fue el computador. Desde su introducción, las máquinas de escribir se convirtieron instantáneamente en objetos obsoletos. Y aunque siguen siendo útiles para escribir memos, sobres y notas rápidas, las que aún están en el mercado se diferencian de un computador sólo por el nombre.


LOS DISCOS
EN MUCHAS casas, los discos de acetato ya pasaron a vivir en el depòsito de los muebles viejos. Están almacenados junto a las lámparas rotas, la colección de estampillas y los vestidos pasados de moda. Hay quienes aún los conservan cerca del equipo de sonido, pero rara vez los oyen. En cambio, han decidido reemplazar los viejos y rayados ejemplares por los nuevos discos compactos, menos frágiles, más manejables y, sobre todo, mucho más nítidos en la reproducción del sonido. En su defecto, los cambian por casetes tradicionales, grabados al gusto de cada uno, que no se rayan y se pueden colocar en el carro o en el walkman.
Mientras todo esto sucede, los almacenes de música prácticamente regalan los viejos y ruidosos discos de vinilo. La venta de equipos con disco láser ha aumentado más que la de ningún otro producto para el hogar, para gran tristeza de algunos melòmanos que ven en la música grabada digitalmente la muerte del alma de la música.


LOS TELEGRAMAS
HACE POCO menos de medio siglo, un telegrama era el símbolo de grandes noticias. Era el medio que se empleaba para dar a conocer nacimientos, muertes, matrimonios, la guerra y la paz. Fue, durante muchos años, la única alternativa de comunicación inmediata cuando no existía la larga distancia telefónica. El sonido de las teclas transmitiendo la clave Morse se convirtió, muy pronto, en el símbolo del avance tecnológico.
La Segunda Guerra Mundial comenzó y terminó en telegramas. Pero desde el fin del conflicto el rápido avance de los teléfonos, con su eficiencia y sus bajos costos, comenzaron a volver absurdo el empleo del telégrafo. Hoy por hoy, los modems, computadores y fax han hecho que los telegramas parezcan solemnes, pues las noticias reales llegan por otras vías. En Colombia, sólo las citaciones judiciales siguen llegando por esta vía, destinada a desaparecer en menos tiempo de lo que se piensa.
EL PAPEL CARBON
HACE MUY pocos años, un memorando dirigido a los miembros de una junta directiva podía ser la pesadilla de una secretaria. Ocho hojas blancas y siete de papel carbón no siempre cabían entre el mecanismo de las máquinas de escribir. Cuando cabían, inevitablemente se cometía un error. Había que sacar las hojas, borrar cada copia, volver a insertarlas en el rodillo y reescribir la palabra. Nunca funcionaba. La corrección quedaba, inevitablemente, más abajo que el resto de la línea. El trabajo terminaba en la caneca. De todos modos, los esfuerzos por salvar el trabajo hubieran sido inútiles: las copias ya estaban llenas de grandes manchas oscuras, apenas comparables a las que dejaba el papel carbón en las manos y en la ropa.
La solución la aportó Chester Carlson, un físico que durante toda su carrera vivió obsesionado porque pasaba horas enteras en bibliotecas públicas transcribiendo, a mano, el material de estudio. Carlson jamás imaginó la proporción de la industria a la cual dio origen su xerografía. Hoy en día hay un centro de copiado casi en cada esquina. Las máquinas agrandan, achican, copian los colores por los dos lados de la página. Reproducen varias veces un documento, lo organizan, le insertan divisiones, lo empastan, sin dejar rastros ni manchas. Para el año 2000, difícilmente se conseguirá papel carbón en las tiendas, y habrá que explicarles a los niños lo que significa la expresión "es una copia carbón de su madre" .


LAS MEDIAS DE LIGUERO
EL DIA del lanzamiento de las medias de nailon, en Nueva York, los almacenes tuvieron que recurrir a sus agentes de seguridad para detener el tropel de mujeres que arrasaban con las existencias. Y era comprensible. Las medias de seda, que aún algunas abuelas añoran, eran costosas, se arrugaban y eran muchísimo más frágiles que las actuales medias veladas. Pero la alegría duró poco. Durante la Segunda Guerra Mundial, las fábricas de nailon concentraron todos sus esfuerzos en la producción de llantas para aviones, paracaídas y carpas, y las mujeres tuvieron que donar sus nuevas adquisiciones al ejército. Cuando volvieron a aparecer, en mayo de 1946, los almacenes vendieron más de cuatro millones de pares de medias, que se sostenían gracias a un complicado e incómodo liguero elástico.
Con la llegada de la minifalda aparecieron también las medias-pantalón. Los analistas del mercado decían que esa moda duraría sólo hasta cuando volvieran a bajar los dobladillos. Pero cuando bajaron, hubo pocas mujeres dispuestas a volver a los inconvenientes del liguero.
Hoy en día, menos del 2 por ciento de las mujeres usa medias de liguero. Las jovencitas que lo hacen, las consideran una prenda sexy, de lingerie e, irónicamente, una excentricidad atractiva.


LA REGLA DE CALCULO
LA COMPRA de una regla de cálculo era el rito de iniciación para los estudiantes de matemáticas e ingeniería en los años 50 y 60. El instrumento era un verdadero símbolo de inteligencia, aunque su utilización era relativamente sencilla: sólo con deslizar una de las tres reglas plagadas de números en un sentido, y hacer una suma o resta, se podía encontrar la solución aproximada a complejos problemas de trigonometría, o dar con el resultado, casi exacto, de las raíces cuadradas.
Hasta hace poco la regla de cálculo era un instrumento de aproximación sin igual, y la herramienta por excelencia de quienes construían ferrovías, puentes y edificios. Pero en algún momento, entre 1970 y 1975, la calculadora de bolsillo la echó al olvido. Veinte años más tarde, casi ningún estudiante en segundo o tercer año de ingeniería ha visto jamás una regla de cálculo.

LA CARIES
SI LA gran mayoría de adultos se aterroriza con la sola idea de pedir una cita donde el odontólogo, es porque, de niños, ir donde el dentista era una experiencia aterradora. El chequeo semestral resultaba inevitablemente en cuatro o cinco caries que debían ser calzadas en prolongadas y dolorosas sesiones de fresa.
Dadas las dificultades que encontraron los investigadores para evitar la infección que produce la caries dental, la ciencia optó por cambiar la química de los dientes. En poco tiempo, al agua del acueducto y a productos de consumo masivo, como la sal, se les añadió flúor, sustancia que, ingerida en ciertas proporciones, endurece el esmalte de los dientes. Dentìfricos y cremas especiales con flúor fueron aplicadas directamente sobre los dientes. El resultado se vio al poco tiempo: el número de caries en los niños se redujo dramáticamente. Por esa razón, y en la medida que los productos de higiene bucal contengan flúor y campañas masivas de salud oral se pongan en práctica, cada vez los niños tendrán menos que temer cuando llegue el día del inevitable chequeo.


LOS TELEFONOS DE DISCO
EN LOS años 40 una esbelta modelo anunciaba lo último en avances en materia de comunicaciones: los usuarios del servicio telefónico podían marcar el número deseado desde su casa, sin pasar por operadora. Las instrucciones para el uso del revolucionario teléfono de disco fueron el dolor de cabeza de muchos, pero con la práctica la gente logró aprender a usarlo y a no marcar el número equivocado.
El primer aparato telefónico de disco fue inventado en 1891 por un comerciante que, al sospechar que las operadoras estaban suministrando información de su negocio a la competencia, ideó un sistema para que sus llamadas no tuvieran que pasar por intermediarios. Y aunque su creación fue una verdadera revolución en las comunicaciones, su penetración en el mercado fue lenta. Cuando ya todos los usuarios lograron dominar el disco, surgió el teléfono de teclas, que hizo ver al anterior como una verdadera antigualla. Con el viejo modelo, marcar tomaba unos ocho segundos; con las teclas se redujo a la mitad del tiempo.
Aún hoy ciertas compañías producen pesados e incómodos teléfonos de disco, y todavía hay quienes los tienen en sus casas, por hábito o resistencia a los avances tecnológicos. Son ellos quienes han quedado al margen de avances como consultas bancarias por teléfono, compras a distancia y otros servicios que operan gracias a la información telefónica computarizada.


LAS FAJAS
DURANTE SIGLOS, las mujeres han usado prendas que comprimen, expanden, o empujan las cunas de un sitio a otro del cuerpo, según los mandatos de la moda. Hasta hace relativamente poco, los corsés, las fajas y los brassieres han disfrazado de tal modo las formas naturales de la mujer que generaciones enteras de hombres han crecido con nociones ilusorias sobre el físico femenino. Las mujeres, por su parte, venden la ilusión tolerando crueles armaduras que disfrazan la realidad.
Y aunque los materiales elásticos que aparecieron en los años 50 ayudaron a hacer sentir menos rígidas a las gorditas, no fue sino en los años 70 cuando las mujeres se opusieron a usar algo distinto de ligera ropa interior. A pesar de que hoy por hoy algunos enterizos y bodies cumplen funciones similares a las antiguas fajas, y sostienen cada parte de la anatomía en su lugar, es la desaparición de las varillas, de las telas reforzadas y la sofocante estrechez lo que las mujeres, sin duda, no van a lamentar.

LAS CANICAS
LAS CANICAS fueron, durante generaciones, no sólo el mejor pasatiempo de los niños, sino su primer contacto con el comercio. Las bolitas eran vendidas, cambiadas, trocadas. Las potas o bombos, las maras o chinas y las pinguas eran un tesoro. Por una potamara, el non plus ultra de las canicas, podían obtenerse varias pinguas o un roscón y una Coca-Cola. En el piquis o pepo se salía desde el aire. En la Vuelta a Colombia, no. Se podía jugar a la verdad o a la mentira. En la verdad se perdía el juego y se perdía la bolita. En la mentira sólo se perdía el juego.
Las canicas son, a ojos de los niños de hoy, un juego aburrido y elemental. Algunos todavía tienen, pero las usan más para cargar sus camiones Tonka de municiones que para jugar al piquis. Quién los culpa... Tienen Nintendo interactivo.


LOS AVIONES DE BALSO
CUANDO EN la Segunda Guerra Mundial los soldados estadounidenses sacaron a los japoneses de las islas Salomones, encontraron bosques enteros de árboles de balso. Cortaron algunas ramas, las secaron, y comenzaron a construir aeromodelos. De ahí en adelante, y durante muchos años, millones de niños pasaron horas y horas cortando y pegando con cemento Duco alas y fuselajes, construyendo reproducciones de los más prestigiosos aviones de guerra.
Los modelos plásticos de armar irrumpieron en el mercado a mediados de los años 50. Condenaron al olvido la complicada tècnica de cortar la madera, y las tardes bajo la euforia que produce la inhalación del pegante. Los modelos plásticos no necesitan cortarse: vienen en marcos plásticos que despegan fácilmente. Los niños de hoy no son ya fanáticos de los aviones de guerra. Los pilotos no son ya sus héroes. Son más propensos a admirar a las Tortugas Ninja. Ahora la gran mayoría de los compradores de aeromodelos son los adultos que quieren compartir con sus hijos el pasatiempo de su niñez. Además, enseñar a instalar los modernos motores y a volar los aviones puede tomar horas. No es un juego de niños.


LOS REMIENDOS
HASTA HACE poco tiempo, para un ama de casa remendar era una tarea cotidiana, como lavar los platos o planchar. Mamá que se respetara tenía una canasta de costura que contenía todos los implementos necesarios para coser, zurcir, parchar y remendar las medias, los cuellos de las camisas, los uniformes del colegio. Los pantalones de los niños tenían en las rodillas parches sacados de algún pantalón similar, demasiado deteriorado en el fútbol para ser remendado. Los trucos para hacerlo exitosamente hacían parte de lo que una buena madre debía enseñar a sus hijas.
En la actualidad, cada vez más medias con agujeros terminan en la caneca de la basura. Las madres de familia no tienen ya el tiempo ni la paciencia de hacer algo distinto de ir al centro comercial y comprar una docena de pares de medias. Y si aún a alguna madre dedicada se le ocurre parchar un par de yines rotos, con toda seguridad lo único que oirá de sus hijos serán reproches por haber arruinado sus pantalones favoritos.

LOS LIGUEROS PARA HOMBRES
LOS LIGUEROS fueron diseñados para mantener las medias arriba, pero eran, ante todo, un símbolo de vanidad masculina. Un hombre podía resistir mil años las cintas elásticas alrededor de las piernas, antes que, al sentarse, se vieran sus peludas pantorrillas.
Pero el uso de materiales sintéticos y de las fibras elásticas en la industria de las medias dio al traste con los ligueros y dejó las medias arriba para siempre. Ya no se escurren, y, gracias a las fibras acrìlicas, los vestidos ya no se pegan al tejido lleno de electricidad estática de las medias. Y aunque, por costumbre, algunos señores de edad aún los llevan, es imposible encontrar un liguero en el mercado. Cuando los piden, son pocas las vendedoras que entienden de qué les hablan. Las que comprenden, sonríen al contestar que es un artículo descontinuado.

LA POLIOMIELITIS
LA POLIOMIELITIS, o parálisis infantil, es una de las enfermedades virales que más pánico y más estragos ha causado en el transcurso del siglo XX. Incontrolables epidemias dejaron a cientos de miles de niños paralizados, y acabaron con la vida de miles más. Hasta 1954, año durante el cual se hicieron experimentos con la primera vacuna, la enfermedad era considerada una de las mayores amenazas para la salud pública. En Estados Unidos, durante la administración de Franklin Delano Roosevelt -quien quedó prácticamente paralizado por la polio- los esfuerzos científicos y cívicos realizados para encontrar una vacuna fueron considerados la mayor movilización nacional en tiempos de paz.
Desde cuando se masificaron las campañas de vacunación contra la polio, la incidencia de la enfermedad ha caído tremendamente. Y por más que se siguen registrando cerca de 200.000 casos en el mundo, en 1991 sòlo nueve fueron reportados en todo el hemisferio occidental, y ninguno en Colombia desde hace tres años.


LOS FICHEROS
LA PRIMERA biblioteca de Estados Unidos se creó en 1638, en la Universidad de Harvard. Contenía unos pocos volúmenes que trataban temas filosóficos y teológicos. Los libros fueron ordenados primero por tamaño, luego por orden alfabético. Si alguien quería estudiar un tema específico, debía conocer previamente el contenido de los libros. Pero a medida que el número de volúmenes crecía y los temas se hacían más variados, la consulta se convirtió en una verdadera pesadilla. Algunos sistemas clasificaban en catálogos los libros por nombre del donante, fecha de adquisición o por el lugar en donde se encontraban en los anaqueles. Encontrar una obra en una biblioteca grande podía tomar más tiempo que leerla. Fmalmente, a alguien se le ocurrió la brillante idea de escribir el nombre y la referencia de cada libro por separado y ordenar las hojas sueltas en un cajón. Para felicidad de muchos, en ese momento nació el fichero.
Sin embargo, al cabo de los años la cantidad de información llegó a ser tal que aun el más ordenado de los ficheros se convirtió en un dolor de cabeza. La librería de Nueva York alcanzó a tener más de 8.000 cajones repletos de fichas. Los computadores aportaron la solución: sólo en unos segundos se encuentra la información que una persona puede buscar durante horas. En vez de consultar miles de cajones, los usuarios buscan el material frente a un vídeo. Más pronto de lo que se cree, y con una pantalla de computador, cualquier estudiante podrá consultar las más famosas bibliotecas del mundo desde su propia casa, y los viejos muebles de cajoncitos serán vendidos en los anticuarios.