ESTRELLON COSMICO

La colisión de un cometa contra Júpiter, que ocurrirá en julio, puede cambiar la apariencia del planeta más grande del sistema solar.

27 de junio de 1994

LA NOCHE DEL 16 de julio los habitantes de la Tierra probablemente se irán a dormir sin saber que ese día será una de las fechas más importantes en la historia reciente del sistema solar. En algún momento de la jornada un estrellón cósmico alterará para siempre la apariencia de Júpiter, el planeta más grande del sistema, y el evento se convertirá en uno de los encuentros más violentos que la humanidad haya podido presenciar.
Desde el 16 de julio, y durante seis días consecutivos, los 21 fragmentos en que se rompió un cometa kamikaze al acercarse a la órbita joviana -algunos de los cuales tienen más de cuatro kilómetros de diámetro- se estrellarán contra la cara oculta de Júpiter a una velocidad de 60 kilómetros por segundo, lo que producirá un estruendo cósmico sólo comparable al que generaría una carga de 20 millones de megatoneladas de dinamita al estallar. La colisión, afirman los científicos, producirá un hongo, como el que generan las explosiones atómicas, de 3.000 kilómetros de altura.

Aunque desde la Tierra y a ojo desnudo es muy poco lo que se podrá ver, algunos científicos aseguran que durante esos días el planeta doblará la intensidad de su brillo a causa del impacto. Los astrónomos, por su parte tendrán la oportunidad única, las naves y la tecnología necesarias para observar un fenómeno similar a los que formaron al sistema solar, pues fueron las colisiones de cometas y asteroides las que dieron origen a los planetas y llenaron de cráteres sus superficies.

La colisión fue anunciada desde junio de 19927 cuando el cometa Shoomaker Levy 93 se acercó a unos 25.000 kilómetros del planeta. En ese momento, el frágil cuerpo de Shoemaker se fragmentó por la acción de la poderosa fuerza de gravedad del planeta, y sus 21 pedazos -que varían entre uno y cuatro kilómetros de diámetro- quedaron suspendidos en el punto más alejado de la órbita de Júpiter. Los pedazos, que como en todos los cometas se componen de un núcleo que contienen cantidades importantes de hielo y una estela o cola de restos de materia o basuras cósmicas, estuvieron por más de dos años suspendidos en el espacio. Sin embargo, los científicos detectaron que la órbita dirigía de nuevo los trozos de cometa hacia Júpiter, y previeron que el primero de julio iniciarán su acercamiento definitivo.

Las teorías sobre las posibles consecuencias del choque han dividido a la comunidad científica. Mientras algunos sostienen que los fragmentos pueden desintegrarse al entrar a la atmósfera joviana, creando una verdadera lluvia de meteoritos, buena parte de los expertos dice que la velocidad en que entrarán a la atmósfera será tal que los trozos llegarán hasta las nubes del planeta. En ese punto, la enorme presión de la atmósfera de hidrógeno y el calor producirán una enorme explosión y una monumental bola de fuego.

Sea como fuere, la apariencia del planeta quedará modificada. Hay quienes aseguran que puede llegar a formarse un anillo similar a los que rodean a Saturno. Y aunque el Voyager I descubrió que Júpiter ya posee uno, aunque débil, el hueco en la atmósfera producido por el choque puede expulsar toneladas de fragmentos que quedarían suspendidos y engrosarían el anillo ya existente, probablemente hasta hacerlo visible desde la Tierra. Otra de las posibilidados que se barajan es que el planeta, conocido por su ojo rojo, pueda llegar a presentar una segunda mancha, que no es otra cosa que un ciclón en operación contraria.
El grupo científico espera ansioso a que se produzca el impacto, pues tal vez sea una de las pocas posibilidades de que la humanidad aprenda algo de la naturaleza del interior de Júpiter, que está permanentemente cubierto por nubes. Muy probablemente el impacto del cometa haga que sean expulsados fragmentos del misterioso interior, que sirvan para determinar si en realidad existe o no en el planeta una forma líquida y metálica del hidrógeno como supone la comunidad científica.

Como quiera que sean las consecuencias físicas del impacto, el estrellón cósmico tiene a todos los telescopios orientados, desde ahora, hacia su dirección, pendientes de una oportunidad única para aprender algo de las misteriosas leyes físicas y de las desconocidas características del universo.