FAX-ILISIMO

Con el telefax, el mundo es más pequeño que un pañuelo.

29 de agosto de 1988

Segundos después de finalizar su caricatura política para SEMANA en Madrid, España, el periodista Antonio Caballero entrega la hoja en una oficina donde prestan el servicio de Fax y al mismo tiempo que el impreso, boca abajo pasa por una especie de máquina Xerox en miniatura, se está recibiendo en las oficinas de la revista en Bogotá, como si fuera una conversación pero en forma de fotocopia.
El Fax dejó atrás al télex, es fácil de manejar, se utiliza como una línea telefónica más y se ha convertido en una auténtica revolución para el mundo de las comunicaciones y los negocios. Una de sus utilizaciones más dramáticas tiene lugar cada rato en Tokio, donde la mayoría de las zonas urbanas son laberínticas y las direcciones difíciles de encontrar: los bomberos, alarmados por el número de desgracias que se presentaban porque llegaban muy tarde por las distancias y otros factores adversos, pusieron en marcha un sistema que sólo puede calificarse como fantástico. Cuando alguien denuncia un incendio, los bomberos llaman al teléfono de la casa o edificación en llamas; conseguida la comunicación un computador pone en marcha una serie de operaciones por medio de la cual, una memoria localiza la ubicación exacta del inmueble afectado y por el Fax aparece el mapa que será enviado inmediatamente a los carros que ya van ululando por la calle.
En Londres el administrador de una conocida cafetería frecuentada por ejecutivos que disponían de sólo media hora o una hora para almorzar, solucionó por medio del Fax los líos que se presentaban al momento de ordenar en el establecimiento: ahora, cada mañana envía el menú del día a cada ejecutivo que es cliente habitual y éste marca lo que consumirá y así el administrador cuando llegan los grupos que quieren comer rapida y cómodamente ya sabe lo que la gente consumirá y en qué cantidades.
La manera de hacer los negocios ya no es la misma. Desde Alaska, pasando por Estados Unidos y Latinoamérica hasta las grandes ciudades europeas, la utilización del Fax es algo común, y es corriente que en los membretes de la correspondencia, al lado de los números telefónicos, también aparezca el del Fax. La verdad es que este invento ha estado en el mercado desde hace más de veinte años pero sólo los avances tecnológicos recientes han facilitado el abaratamiento de las máquinas y aumentado la rapidez de las operaciones. En 1980 una máquina normal costaba unos tres millones de pesos colombianos y se demoraba seis minutos en el envío de una página de textos o gráficas. Actualmente la máquina, más delgada y pequeña, cuesta 600 mil pesos y se toma 30 segundos en la operación. A esos precios y con las facilidades de pago que los distribuidores ofrecen, el Fax es un aparato más en las oficinas, como la greca para el café o las máquinas de escribir.
Los fabricantes japoneses no están sorprendidos con el éxito y ya lanzaron al mercado un modelo más doméstico que le sirve a los estudiantes que quieren presentar exámenes en universidades extranjeras sin necesidad de viajar a otros países, simplemente enviando sus respuestas al momento adecuado.
La reducción en los precios ha sido uno de los principales estímulos para la escandalosa demanda y los japoneses, los únicos fabricantes hasta ahora, calculan que antes de acabar este año habrán vendido más de 3 millones de máquinas. En el mercado norteamericano las ventas de los Fax se duplicaron el año pasado, y en éste ya van por el mismo camino. Se calcula que hasta 1990 las ventas irán incrementándose en un veinte por ciento.
Utilizar el Fax es más barato que el empleo del télex o el mismo teléfono para el envío de informaciones. Un texto de 70 palabras enviado de Nueva York a Londres, por el sistema de télex o telegrama costaría 6 mil pesos y se tomaría unos 20 minutos.
Con el sistema de correo rapidísimo que es enviado por la noche, 24 horas y por lo menos 8 mil pesos y por el Fax, solo 60 segundos y 900 pesos. La máquina no necesita un operador especializado, cualquiera en la oficina puede manejarlo ya que basta con colocar el papel como en una Xerox y marcar el número telefónico deseado para que el material se deslice suave y rápidamente.
La utilización que se hace del Fax no tiene límites, desde instrucciones militares con mapas para operaciones, hasta mensajes de amor con conejitos y corazones. Uno de los casos más espectaculares tuvo que ver con el auténtico debate que por medio del Fax sostuvieron los arquitectos que estaban en París y Tokio, intercambiando planos y dibujos y notas en un procedimiento que hubiera tomado varios días. Como dice un ejecutivo japonés, uno no descubre que necesita el Fax, hasta cuando lo tiene instalado y lo está utilizando. Los muchachos se pueden ayudar en las tareas escolares, las señoras pueden intercambiar recetas y apenas está comenzando esta revolución que tiene felices a todos.