FUERON MUY FELICES... Y SE SEPARARON

Un estudio reciente demuestra que las claves que servían para pronosticar el éxito o el fracaso de un matrimonio son completamente falsas.

25 de julio de 1994

HASTA HACE POCO TIEMPO LOS EXpertos tenían muy bien determinados los factores que contaban a la hora de predecir el éxito o el fracaso de una relación matrimonial. Ahora las cosas no son muy claras. A diario se conocen casos de divorcio entre parejas que parecían felices e inseparables. Pero también es frecuente encontrar matrimonios que, a pesar de los malos pronosticos, permanecen juntos y estables. Este fenómeno ha intrigado desde hace unos años a los expertos en consejería matrimonial. Uno de ellos, el sicólogo estadounidense John Gottman, se dio a la tarea de investigar por qué mientras sobreviven parejas que discuten hasta por la marca del detergente, las que parecían vivir en una eterna luna de miel se divorcian.
La primera conclusión de Gottman, luego de analizar las relaciones de cientos de parejas, fue que las claves que servían en el pasado para pronosticar el éxito o el fracaso de una relación son completamente falsas: "Ya no se puede predecir el éxito de un matrimonio con base en factores tales como qué tan a menudo pelean, cuánto tiempo pasan juntos, qué tan afectuosos son el uno con el otro o cuánta igualdad existe en la relación ". Según el especialista, existen estilos diferentes de relaciones de pareja y todos tienen las mismas probabilidades de sobrevivir o de fracasar. Esto quiere decir que en los asuntos del afecto no hay fórmulas universales. "El éxito o el fracaso de las relaciones depende única y exclusivamente de la interacción entre las dos personas -dice Gottman-; así, una pareja que a los ojos de los demás está al borde del abismo puede ser más fuerte que aquella que parece invulnerable".
Para el estudio, el sicólogo clasificó a los matrimonios en cinco grandes grupos: los apasionados, los independientes, los cariñocitos, los familiares y los armónicos. Aunque aparentemente los dos primeros -apasionados o independientes- reúnen factores que podrían llevar a predecir su fracaso y los tres últimos -cariñocitos, familiares y armónicos- constituyen estilos más sólidos, lo cierto es que ni unos ni otros tienen garantizado el éxito; la dinámica de las relaciones afectivas es mucho más compleja de lo que parece.
APASIONADOS EN LA GUERRA... PERO TAMBIEN EN EL AMOR
En el grupo de los apasionados entran aquellas parejas que viven peleando y que, a los ojos de los demás, parecen condenadas al fracaso. Es la clase de matrimonio que los especialistas acostumbraban a describir como disfuncional. Pero no hay tal. "Simplemente, ellos no evitan los conflictos -dice Gottman-. En tales matrimonios ningún parejo es reservado o pasivo. Ambos pelean persuasiva y ruidosamente. Pueden expresar más furia que otras parejas, pero -y esto es lo que los salva-, la pasión que manifiestan en sus peleas también está presente en toda su interacción".
Según explica el especialista, en este tipo de relaciones suele haber, además de la habilidad para discutir, una gran cantidad de diversión. Las peleas son acaloradas y usualmente en ellas salen a relucir dos temas: el sexo y el dinero. Pero por lo general la batalla termina sin rencores y son parejas que tienen un buen sentido del humor."No es la frecuencia o la intensidad de las peleas lo que importa sino si las peleas pesan más que los buenos ratos juntos. Si la pareja gasta cinco veces más tiempo siendo apasionada en el amor que en la guerra, permanecerá estable. Si las peleas pesan más o son mas importantes, la pareja tendrá problemas".


CADA UNO VIVE POR SU LADO... PERO PERMANECEN JUNTOS
Siempre se ha dicho que el éxito de los matrimonios depende en gran parte de la unión y del compañerismo. Pero muchos de los matrimonios independientes pasan mucho tiempo separados, tienen amigos por separado, realizan actividades por separado y no necesariamente terminan separados. ¿La gran sorpresa? "Este tipo de matrimonio es prácticamente el más estable -dice Gottman-. Pero estable no siempre significa feliz". Demasiada separación puede lanzar a un matrimonio independiente a la categoría de alto riesgo. En su estudio el sicólogo también encontró parejas para las cuales el matrimonio es más una especie de acuerdo y lo que los mantiene juntos no son los lazos afectivos sino otros tales como los hijos, las finanzas o las creencias religiosas. "Estos matrimonios paralelos hacen una cantidad de actividades juntos pero no tienen una real intimidad", advierte. En otras palabras, en la conclusión de Gottman, lo bueno de este estilo de matrimonio es que la pareja no tiene mucho conflicto, pero existe riesgo de que no haya intimidad. "Para evitar caer en la indiferencia, una pareja necesita una fuente de comunicación y cariño", dice. Los cariñocitos son para muchos la pareja ideal. Ellos son siempre tan afectuosos que parecen vacunados contra el divorcio. Sin embargo, a los ojos de los investigadores como Gottman, este romántico estilo es tan o más vulnerable que los apasionados peleadores: "Esos pichones inseparables parecen felices, pero su constante demostración de afecto puede ser un intento para convencerse el uno al otro de que su amor es más fuerte de lo que realmente es".
En Opinión de los expertos, la mayoría de las relaciones empiezan en el estilo cariñocito pero, con el tiempo, cada uno obtiene una cierta independencia. "Las parejas que nunca salen de esa fase inicial llegan a ser tan emocionalmente dependientes que su relación está constantemente amenazada por el más mínimo anhelo de libertad del otro". Y explica: son parejas que nunca discuten porque les aterra el conflicto y harán cualquier cosa por evitarlo porque quieren perpetuar esa imagen de felicidad, pase lo que pase. "Detrás de esa forzada armonía a menudo se contiene la ira y el resentimiento, porque ambos empiezan a anhelar la individualidad y el crecimiento personal. Pero están inmersos en una relación "de todo o nada", agrega.

EL DOMINIO Y LA SUMISION... ¿UNA PAREJA INDESTRUCTIBLE?
Es el estilo tradicional de matrimonio, por eso se le denomina familiar. Pero en el mundo posfeminista de hoy no siempre el dominante en la pareja es el hombre. Y para sorpresa de los terapistas, este tipo de relación es mucho más sólida que las demás. "Se basa en la repetición de los patrones de la infancia en el cual cada uno busca satisfacer una necesidad: Ella busca un padre o él busca una madre. Estas relaciones funcionan si se encuentran dos personas con anhelos opuestos: un hombre que busca una mujer que actúe como guía-madre pero si ella buscara un guía-padre las cosas no funcionarían y él y ella se sentirían menos confortables ".
Muchos no entienden cómo en el mundo de la equidad puede una pareja de dominante y sumisa ser feliz, y cómo puede alguno permanecer siendo la sombra del otro. Pero los expertos dicen que mientras haya una fuente de respeto mutuo, el parejo pasivo no se sentirá disminuido. "En lugar de sentirse controlado, puede sentirse cuidado y aliviado de no tener que hacer decisiones. Y el dominante necesita tener ese control", explica Gottman. Por eso una relación de este tipo no es necesariamente disfuncional. "Todo depende de cómo hace sentir a cada uno. Puede ser bastante feliz si ambos están de acuerdo con las reglas implícitas y sienten que sus necesidades son satisfechas. Pero existe un riesgo potencial si alguno de los dos abriga resentimiento. Esto amenaza el balance de la relación".

AUN LAS PAREJAS MAS ESTABLES ESTAN EN RIESGO
En el grupo de los armónicos están aquellas parejas que siempre son descritas como "el uno para el otro ". Estas palabras se usan para señalar que entre ellos rigen las reglas de la igualdad: tienen un adecuado balance entre dependencia e independencia, son capaces de discutir sin herirse y comparten responsabilidades por igual. Según los expertos este es el estilo de matrimonio al cual todas las parejas deberían aspirar.
El doctor Gottman encontró que existen varios denominadores comunes: la pareja está satisfecha con la mayoría de los aspectos de su relación; se sienten confortables con los hábitos y la personalidad del otro y cuando las diferencias aumentan -generalmente acerca de temas como dinero o educación de los hijos- ellos lo resuelven con poco estrés. De hecho, son parejas que duran mucho más tiempo que las de otras categorías. Pero el estudio de Gottman encontró que el 20 por ciento también falla. La clave de los armónicos está en la habilidad de la pareja para escuchar al otro y apreciar sus opiniones incluso si no están de acuerdo con ellas. "De lo contrario, si a la hora de discutir alguno trata de forzar tal armonía, pueden terminar como los cariñocitos y el matrimonio se irá a pique".
Esto significa que en la relación de pareja existe una dinámica que no obedece a estereotipos. "Por ejemplo, un evento feliz, como el nacimiento de un hijo, puede crear fricciones en una pareja que hasta entonces ha sido armoniosa mientras un evento infortunado, como la pérdida del empleo o la muerte de un ser querido puede unir y consolidar a una pareja que parecía indiferente y distante", sostiene el sicólogo autor del libro ¿Por qué un matrimonio triunfa o fracasa?. En opinión de Gottman, el tiempo y las circunstancias tienen poco que ver con los verdaderos fundamentos que sostienen a una pareja. Y eso explica por qué muchos matrimonios aparentemente felices terminan en divorcio, mientras aquellos que parecen condenados al fracaso permanecen unidos para siempre. -