GOLPE A GOLPE

El sadomasoquismo: ¿de perversión sexual a juego admitido?

9 de marzo de 1998

En Nueva York, en el número 206 west de la calle 23, un restaurante levanta ampolla aún entre la gente más liberal de la gran metrópoli. Paños negros cubren las ventanas del local para evitar las miradas indiscretas. Algo fuera de locomún sucede en su interior. Para empezar, un primer detalle llama la atención de los comensales: en el centro del salón, un hombre escultural con una tanga de cuero negro que apenas cubre lo indispensable, está encadenado de pies y manos a una pared. Mientras imita los ladridos de un perro, una jovencita le lame los dedos de los pies y le ordena que ladre más fuerte para aumentar el placer. Aunque la escena podría indicar que se trata de un antro de perdición del bajo mundo, lo cierto es que es uno de los más sofisticados restaurantes de moda en pleno corazón de Manhattan. Se llama La Nouvelle Justine. A él acuden diariamente desde celebridades y excéntricos, hasta ejecutivos yuppies, médicos y abogados. Lo curioso es que, siendo un restaurante, la comida es lo que menos importa a los clientes, que acuden al lugar más bien para tener contacto directo con prácticas sadomasoquistas de manera menos comprometedora. La experiencia comienza en el momento mismo en que se cruza la puerta. Las meseras, con trajes de cuero como dominatrices, y los meseros, como esclavos, atienden con evidente desprecio: sirven en platos para perro y la cuenta la llevan a las mesas entre los dientes. Cualquier persona puede ir, y puede ir solamente para observar lo que sucede. Pero el restaurante va más allá y ofrece diversos servicios para aquellos que quieran acción y participar más activamente en el show. Por 20 dólares, el cliente puede darle nalgadas al mesero o recibirlas, puede realizar un curso de adiestramiento para perro o ser humillado e insultado en público. Inclusive, si desea, se le permite comer en sillas para bebé. A solo cuatro cuadras de La Nouvelle Justine, funciona uno de los nuevos lugares para sadomasoquismo que han ido apareciendo en Nueva York. Es The New Vault , catalogado como el sitio más raro de la ciudad. Es un club llamado de sexo sano, donde no se venden bebidas alcohólicas, no se admite el intercambio de fluidos corporales y no se pueden causar heridas. En una esquina del bar, una joven morena de malla negra fustiga con latigazos a un hombre que le lame los pies mientras le pregunta: "¿Qué más desea patrona?". La respuesta: patadas y el empellón a una caneca de basura. La oferta no termina ahí. Cada noche se programan eventos especiales: subasta de esclavos, orgía de cosquillas y jornadas para atar mujeres.
'Boom' mundial
Esta moda, sin embargo, no se limita a la Gran Manzana. En San Francisco, la ciudad más liberal y liberada de Estados Unidos, existen varios clubes que funcionan en torno al SM, como el Bondage a Go Go, ubicado en el Trocadero, en donde una vez por semana se realizan encadenamientos y toda clase de prácticas sadomasoquistas. Pero estos lugares son apenas una pequeña muestra de lo que está sucediendo en el resto del mundo. En España, la última moda son los clubes privados de sexo donde, con excepción de la prostitución, está permitido todo tipo de práctica sexual, incluida la 'disciplina', un eufemismo por sadomasoquismo. Las normas de estos clubes son muy sencillas. Se basan en la libertad, la tolerancia y el respeto entre los socios. A pesar de que América Latina parecería más conservadora en esta materia, porque aún existen muchos tabúes sexuales y religiosos, el sadomasoquismo comienza a asomar las orejas en avisos clasificados de prensa y en sitios que empiezan a dejar de ser clandestinos. Entre todos, Argentina parece ser el país más lanzado. En Buenos aires, los clubes sadomasoquistas están en todo su furor. Allí concurren, aparentemente sin mayores prejuicios, altos ejecutivos y profesionales que van a divertirse bien sea en forma activa, participando en prácticas concretas, o en forma pasiva como simples voyeurs. Y el boom del SM no ha sido ajeno a la música. Varias agrupaciones de heavy rock han incluido en sus canciones temas alusivos a esa práctica. Es el caso de Prodigy, un grupo del sello discográfico que tiene a Madonna, cuya más reciente canción causó una fuerte controversia porque su letra incita a la violencia en el acto sexual. Pero el ejemplo más conocido es el de la cantante Deborah Jaffe, considerada como la reina de la música para desviaciones sexuales. Sus canciones invitan a la sumisión y a la atmósfera del juego sadomasoquista. Scene, su último trabajo, contiene nueve piezas de fetichismo, y en la carátula se incluyen fotos tan impactantes de sus actos sexuales, que hacen ver a las ya conocidas poses de Madonna de hace unos años como simples e inocentes travesuras de niña. Otro tanto sucede en la literatura. Los libros sobre el tema se han convertido en best sellers. Y no sólo las obras del famoso Marqués de Sade que hasta hace poco eran la Biblia. De unos años para acá, ha crecido el número de libros 'didácticos', que dan pautas para entrar en ese complicado terreno que por años han explorado sicólogos, sexólogos y siquiatras. Uno de ellos, On the safe Edge, escrito por Trevor Jaques, va ya para su quinta edición. Su objetivo es crear un cambio de mentalidad en el lector para que reevalúe su posición frente a las prácticas de SM y les encuentre su lado positivo y saludable. De ahí que haga un examen minucioso de las fantasías que encierra el ejercicio de la 'disciplina' con sus rituales de encadenamientos, golpes, látigos, roles de esclavitud y humillación, y todo aquello que mediante el dolor puede producir placer tanto en quien lo experimenta como en quien lo proporciona. De igual forma, el acceso a este tipo de material ya no es restringido. Con sólo la posibilidad de conectarse a Internet, las personas pueden disfrutar del sadomasoquismo navegando entre un diverso número de páginas que ofrecen fotos, secuencias y videos de las más exóticas y explícitas formas de SM. "Un buen porcentaje de la red es para sitios de sexo donde se encuentra todo tipo de información sobre sadomasoquismo", afirmó Javier Marroquín, ingeniero de Cable Net, quien también agregó que "visitar estos sitios es una de las primeras cosas que cualquier abonado hace apenas se conecta con la red". Las agencias de publicidad también han entrado en la onda. Es el caso de Gucci que, para promocionar sus carteras y zapatos, diseñó una serie de avisos en las que un hombre lame los pies de una mujer. Lo mismo sucede con Benetton, firma pionera en utilizar imágenes crudas de problemas sociales como propaganda. En su revista Colors promociona una mordaza de las que se utilizan en prácticas SM para impedir que hable la persona dominada.

Saliendo del closet En Colombia, el fenómeno empieza a salir del closet. Aunque todavía es un país tímido en esta materia, cada vez se habla más del tema. Según la encuesta sobre sexo hecha por SEMANA, el 5 por ciento de hombres y mujeres colombianos ha realizado prácticas sadomasoquistas. Los expertos sospechan que esa cifra puede ser mayor, pero que la gente no se atreve a aceptarlo abiertamente por miedo o simplemente porque lo considera reserva del sumario de su vida íntima. El sadomasoquismo no es una práctica nueva. Para que exista se necesitan dos personas, una que quiera inflingir dolor y otra que sienta placer al experimentarlo. "Cuando ese rompecabezas se completa, por lo general la pareja nunca lo comenta en otras partes", afirmó el sexólogo Alonso Acuña. Según Javier Merchán, director de la revista Play Man, hay pequeños clubes donde los dominados desarrollan labores domésticas que los degradan para dar placer a su pareja. También los hay especializados en bondage, es decir, en impedir el movimiento del dominado, y otros en los que se presentan shows y se exhibe todo tipo de videos para que aquellos que no quieren tener una experiencia en carne propia puedan gozar sólo observándolo. Pero lo interesante de todo este fenómeno es que en la consulta de los terapeutas ha empezado a salir a flote. De acuerdo con algunos sexólogos y siquiatras consultados por SEMANA, muchas personas ya no lo ven como algo anormal o sucio, sino que desean entenderlo de manera más profunda. Según Acuña, "al consultorio acuden pacientes a quienes su pareja los somete a prácticas sadomasoquistas como amarrarlas a la cama o pegarles nalgadas y no saben cómo reaccionar ante este tipo de manifestaciones. Creo que hay un interés por saber más". Ese mismo interés se aprecia en las tiendas de sexo que existen en Bogotá y que venden productos relacionados con esas prácticas. "Hombres, mujeres, parejas, todos vienen aquí por igual y compran sin ningún tipo de inhibiciones el equipo completo que incluye látigos, esposas, máscaras y ropa en cuero", afirmó una empleada de la tienda Eros and Hot. Pero, a ¿qué se debe ese furor por hablar y conocer sobre el sadomasoquismo que es una vieja práctica considerada enfermiza, perversa y torcida? Para algunos de los expertos consultados, es una consecuencia de la represión sexual generada en las primeras etapas del sida. "El virus hizo que muchos reprimieran su práctica erótica", afirmó el sexólogo Manuel Velandia, quien aseguró, además, que "ahora que ese temor ha disminuido y hay formas de prevención, la gente ha entrado en una nueva etapa en la que acepta fácilmente nuevas experiencias". La premisa de que en sexo todo es permitido mientras haya respeto entre la pareja, ha hecho que muchos se arriesguen a experimentar en este terreno. Según algunos, la 'disciplina' no es sólo darle garrote a la pareja. "Dentro del sadomasoquismo puede haber prácticas amenas que generan placer. Lo que importa es que haya acuerdo entre la pareja". Para otros, como el sexólogo Acuña, "estas tendencias de la sociedad responden más a la moda que a un verdadero cambio en las conductas sexuales de las personas. Yo considero que todo hace parte de un show de la sociedad de consumo para atraer a la gente". Independientemente de las razones que explican por qué el tema está saliendo del closet, lo cierto es que algo tiene que ver con la curiosidad innata del ser humano y con el deseo de comprender mejor su propia sexualidad. Y todo indica que esa mirada inquieta hacia las prácticas que hicieron famoso al Marqués de Sade, no se van a detener por más golpes de pecho que se den los pudorosos.