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El fin de siglo ha traído el 'boom' de la homeopatía pero también la controversia. ¿En qué consiste esta terapia y para qué sirve?

6 de noviembre de 1995

CADA DIA MAS PERSONAS RECURREN a la homeopatía para curarse todo tipo de dolencias, desde el insomnio y la ansiedad hasta la artritis o el asma, dejando de lado la medicina tradicional para buscar alivio en la alternativa, que cada día cobra más adeptos pero que, luego de casi dos siglos de existencia, sigue despertando controversia.
Aunque todavía muchos escépticos ven la homeopatía como un asunto de yerbateros, la verdad es que muchos profesionales de la medicina ortodoxa se han especializado en esta ciencia. Uno de ellos es el doctor Javier Díaz del Castillo, médico cirujano de la Universidad Javeriana, quien explica que se trata de una ciencia que "tiene por objeto el restablecimiento de la salud, que es lo que se denomina curar, de la manera más rápida y segura, basándose en una serie de leyes naturales". En lugar de los medicamentos tradicionales, los homeópatas curan a través de diminutas cantidades de sustancias, que causan síntomas similares a aquellos que se tratan. Se supone que esto estimula al sistema inmunológico a pelear contra la enfermedad de la misma forma que las vacunas ayudan a evitar el sarampión o la rubéola.
Las fórmulas homeopáticas se administran en pequeños glóbulos o en gotas de extractos líquidos, los cuales, hasta donde se sabe, no tienen efectos secundarios. En cambio sí existe evidencia de que funcionan. En 1991, el British Medical Journal publicó un informe según el cual las medicinas homeopáticas dieron efectivos resultados en 81 de 107 pruebas clínicas realizadas. Según el doctor Díaz del Castillo, este tipo de medicina puede curar todo tipo de enfermedades. "La única excepción son aquellas que requieren intervención quirúrgica o las terminales". Pero incluso en esos casos, explica, puede usarse como preventivo o paliativo.
Quienes la cuestionan se basan en que en los remedios homeopáticos el ingrediente activo está presente en cantidades tan pequeñas que incluso es imposible medir sus niveles. Por eso, el gran ataque que se les hace es que funcionan como un placebo. Es decir, que se trata de inofensivas pociones que, más que en el sistema físico, actúan en el campo sicológico y por consiguiente, deben ser utilizadas para tratar problemas menores de salud. Sin embargo, sus defensores tienen un argumento: "Los medicamentos homeopáticos no obran por masa sino por la energìa que contienen" -dice el médico Díaz del Castillo-. No actúan por cantidad sino por cualidad ya que la enfermedad es un desequilibrio energético y por tanto sólo puede curarse con una fuerza también energética".
Otros críticos manifiestan su preocupación acerca del peligro que entraña que las personas que utilizan medicinas homeopáticas retrasen o se abstengan de buscar la atención médica que necesitan para tratar enfermedades serias. El profesional entrevistado señala que por ello es importante que la homeopatía sea practicada por médicos especializados y no por teguas, puesto que sólo un profesional podrá elegir la mejor de todas las alternativas que existen para curar una enfermedad.
Lo cierto es que muchos pacientes que no han encontrado solución en la medicina tradicional han hallado alivio en la homeopatía. Y ese fue también el origen de esta ciencia, creada a principios del siglo pasado por el médico alemán Samuel Cristian Hahnemann, quien se propuso busar mètodos menos agresivos que los conocidos entonces para tratar a sus pacientes. Experimentando en su propio cuerpo llegó a lo que se conoce como la 'Ley de los Similares'. Es decir que si una sustancia produce síntomas de una enfermedad en una persona sana, una pequeña dosis de ella misma podría ser utilizada para tratar esos mismos síntomas en una persona enferma. El nombre de homeopatía se deriva del griego homois (semejante) y phatos (padecimiento). La llamada 'Ley de los Similares' puede compararse con el concepto de inmunización que se usa en la medicina ortodoxa, pero muchos de sus practicantes señalan que esta semejanza es apenas superficial.
La teoría de Hahnemann señala también que entre más se diluya la sustancia, más fuertes son sus efectos. Así creó la 'Ley de los Infinitesimales', el otro gran principio de la homeopatía. Los críticos señalan, sin embargo, que la disolución en multimillonésimas partes de las sustancias activas hacen que su acción en el organismo sea prácticamente nula. En la medicación tradicional a mayor dosis de un principio específico mayor reacción fisiológica, por eso en esos medicamentos los ingredientes activos están en mayor proporción. Pero si bien curan, también, como se sabe, producen efectos colaterales.
La verdad es que a las puertas del siglo XXI aún no se sabe exactamente cómo trabajan los llamados ingredientes activos de la medicina homeopática, pero ni la reina Isabel de Inglaterra se salva de cargar en sus viajes los frasquitos con este tipo de remedios para todo tipo de dolencias. Y aunque a los ojos de los ortodoxos no exista una evidencia científica que pruebe cómo funcionan, muchas personas aseguran haber encontrado alivio en los preparados homeopáticos y, a pesar de la controversia, el boom es cada día más evidente en el mundo. Al parecer esto obedece a que se trata de una medicina más humanista que tiene fundamento en una filosofía, lo cual permite al médico ver, más que a la enfermedad, al enfermo.