Juan-Manuel Anaya, director del Centro de Estudio de Enfermedades Autoinmunes de la Universidad del Rosario, busca entender por qué solo uno de cada 100 pacientes con zika desarrolló Guillain-Barré. | Foto: Juan Carlos Sierra

INVESTIGACIÓN

El fin de la epidemia de zika

El brote del virus se cerró con un saldo de 100.000 afectados. Pero no todo el balance es negativo. En el país se impulsó la investigación sobre el síndrome de Guillain-Barré, una de las consecuencias de la infección.

30 de julio de 2016

El Ministerio de Salud declaró el fin de la epidemia de zika en Colombia, pero aunque el número de casos disminuya, el virus seguirá. Según el viceministro de Salud Pública, Fernando Ruiz, la epidemia alcanzó el pico en febrero, con 6.312 casos semanales, pero hoy solo se presentan alrededor de 700. El brote dejó cerca de 100.000 casos, aunque se esperaban entre 450.000 y 600.000. De ellos, 17.700 correspondieron a gestantes pero aún no se sabe la cifra total de niños con microcefalia, pues la mayoría de los posibles afectados nacerá entre agosto y septiembre.

Se presentaron 450 casos de Guillain-Barré, una enfermedad rara que normalmente solo afectaba a 160 personas al año. Este síndrome, un trastorno autoinmune, genera parálisis casi total debido a que el sistema inmunológico del paciente ataca los nervios periféricos. A pesar de su gravedad, este síndrome no llamó tanto la atención de los medios. Pero sí la de un grupo de inmunólogos de la Universidad del Rosario que vieron en el zika una oportunidad para estudiar el Guillain-Barré. “De pronto teníamos decenas de casos de una enfermedad rara. Era una oportunidad para estudiarla más rigurosamente mediante un estudio ‘in natura’, es decir, por un fenómeno de la naturaleza”, dice Juan-Manuel Anaya, director del Centro de Estudio de Enfermedades Autoinmunes (Crea) de la Universidad del Rosario.

El síndrome atacó con especial fuerza en Norte de Santander, con cerca de 70 casos. Arturo Arias, director de la UCI de la Clínica Norte en Cúcuta, relató a la agencia de noticias NPR que casi siempre veía un solo paciente al año con Guillain-Barré, de modo que cuando el primero llegó no se preocupó. Pero ya con cuatro en un solo mes pensó que algo extraño sucedía. Se sorprendió al ver que cada uno de sus colegas tenía cuatro o cinco pacientes.

Ante esto, Anaya y sus colegas del Crea fueron a Cúcuta a evaluar los pacientes, motivados por un interrogante: ¿por qué solo uno de cada 100 pacientes con zika desarrollaba el síndrome? Con la ayuda de la Alcaldía, investigaron a los que presentaron síndromes neurológicos, porque además de los de Guillain-Barré hubo casos de encefalitis y mielitis transversa, también enfermedades raras e incapacitantes. “Todas las enfermedades tienen un componente genético y otro medioambiental y queríamos saber qué papel jugaban en esa respuesta autoinmune de los pacientes con zika”.

Es posible que los infectados ya hubieran sido contagiados por otros virus como el dengue y el chikungunya, transmitidos por el mismo mosquito, Aedes aegypti. Los resultados de esta investigación se conocerán en agosto durante un simposio que realizará la Universidad del Rosario, con el Instituto Nacional de Salud y la Asociación Colombiana de Neurología.

Además, el grupo realizó otro estudio para conocer el estado del arte de ese mal en Colombia. El trabajo, publicado en la revista Immunologic Research, encontró que la mayoría de pacientes son hombres y que la enfermedad ataca a cualquier edad, pero un número importante son menores de 50, y, de esos, el 70 por ciento menores de 20 años. “La enfermedad se caracteriza por debilidad en las extremidades y esto puede aumentar en intensidad hasta impedir usar los músculos El paciente queda paralizado”, relata Anaya. Muchos deben estar en cuidados intensivos y aunque la mayoría se recupera, “en Colombia el 15 por ciento tiene un desenlace fatal debido a complicaciones infecciosas o a compromisos del sistema autónomo, que controla los ritmos cardiaco y de la respiración”, explicó el experto.

Según Anaya, los estudios permitieron aprender a enfrentar desde la academia situaciones novedosas que afectan a la población. Pero lo más interesante, dice, es que ayudará a analizar datos orignados en la comunidad y ponerlos a su servicio. “Conoceremos más sobre el Guillain-Barré y sobre cómo actuar de manera eficaz en futuras epidemias”, dice el experto.