Happy hour

Lo último en el mundo de la alta gerencia es salir de la oficina a las seis de la tarde. Estas son las 12 razones que dan los expertos.

20 de agosto de 1990

Nada está más "out" en este momento que ser un esclavo del trabajo. Las hordas de ejecutivos que se exprimen todos los días hasta altas horas de la noche, en una frenética competencia para multiplicar su fortuna o formar parte de un nuevo "equipo de trabajo", están mandadas a recoger. En la era de la vida sana, del auge de las relaciones familiares y de los cursillos de alta gerencia, se impone una nueva tendencia: cerrar la puerta de su oficina a las seis de la tarde.
Por insólita que parezca, esta opción otorga numerosos beneficios que los luchadores de escritorio empiezan, poco a poco, a reconocer. He aquí las doce razones, que dan los expertos:

1. Lo convierte en un mejor ejecutivo.
El trabajo gerencial, a diferencia de otros oficios, no tiene un límite natural. Siempre se puede dar otra vuelta a un tema, ultimar detalles de un documento, llegar al fondo de algún problema o simplemente detener a un desafortunado que iba de salida, para discutir generalidades de la empresa. Pero cuando se toma la decisión de parar labores a las seis, se hace imperioso establecer metas a corto plazo, definir prioridades y desechar lo innecesario. Además, de todas las investigaciones que se han hecho sobre administración de empresas, ninguna permite pensar yue los ejecutivos sean inmunes a la regla general: después de ocho horas de trabajo continuo, la productividad declina.
2. Anima a su jefe a actuar como un gerente.
Puede necesitarlo. Si un jefe mide la productividad de sus subalternos por el elevado número de horas que pasan sentados ante su escritorio, es posible que no se haya dado cuenta de que, escondido entre el libro de balances, tienen una Playboy o un juego de marcianitos entre los archivos del computador. En cambio, el jefe ha pasado por alto que sus bien escogidos trabajadores pueden cumplir con su labor en una normal y más humana jornada de trabajo. Por eso, es importante no permitir que las expectativas sobre su desempeño se descontrolen. Quedarse en la oficina hasta las nueve de la noche durante tres días seguidos, induce a pensar que siempre pueden contar con usted a esas horas.
3. Si usted es el jefe, orienta a sus subordinados.
Si sus empleados conocen su nuevo horario de trabajo y no pueden cumplir con su labor en una jornada normal, tienen equivocadas las prioridades o no saben qué se espera de su trabajo. Manteniéndose inquebrantable en la nueva hora de la salida, les ayudará a imponerse metas diarias y a mejorar así su eficiencia. Claro que tendrá que darse un tiempo prudencial para acostumbrarse a las caras boquiabiertas cuando, a las seis de la tarde,sea usted el que insista en que se vayan.
4. Lo obliga a poner claridad sobre su escala de valores.
Sólo los viejos lo saben: hay un momento en la vida en que una mirada al pasado puede ser la causa de la más profunda depresión. A veces sucede en medio de la crisis de la edad madura, -o peor aún, en el lecho de muerte- cuando los aguerridos ejecutivos se dan cuenta de que han pasado toda la vida sentados frente a un teléfono, un pocillo de tinto vacío y una carpeta de documentos. Todas las decisiones de negocios se basan en una premisa básica: riesgoretribución. Y aunque los ejecutivos han aprendido a manejarla con éxito en su trabajo, pocas veces intentan aplicarla a su vida personal. El riesgo de no trabajar jornadas intensas puede representar que una posible promoción pase de largo o que usted no llegue a ser uno de los empleados claves de la empresa. Pero la retribución es el motivo de este artículo.
5. Le permite mantener una saludable independencia.
Aunque parezca increíble, las compañías no son, hoy en día, los estandartes más confiables en donde recostar la vida. Con tanto recorte presupuestal, cambio de socios, compra y venta de empresas y teorías de rediseño administrativo, fincar todas las oportunidades de su vida en una empresa, puede no ser lo más recomendable. Expertos en la materia dicen: "El objetivo de un buen gerente es motivar a un grupo de gente, tratar de dominarla, extraer todo su tiempo y capacidad creativa. De esa tendencia totalitaria hay que alejarse".
6. Lo pondrá a la vanguardia de la moda.
La tendencia es un hecho. Existe ya una corriente identificable de trabajadores que han llegado a la convicción de que la vida debe ser mucho más que trabajo. Aquellos que con dignidad cuelguen el teléfono, cierren la agenda, se pongan el saco y boten la puerta con el dulce sonar de las campanadas de las seis, serán los llamados a ocupar la palestra de los líderes en los años venideros.
7. Conseguirá que las raras ocasiones en que se quede hasta tarde, sean más divertidas.
Estalla una crisis en la empresa. El equipo cierra filas. Alguien se ofrece a pedir unas pizzas y todos en mangas de camisa se dedican a disfrutar de la deliciosa camaradería que produce el estado de alerta. Eso es imposible que suceda todas las noches si usted ya adquirió el vicio de quedarse hasta tarde.
8. Lo saca del infernal círculo vicioso.
La conocida frase: "No me está alcanzando el tiempo, voy a quedarme un rato más...." induce generalmente a cometer un error típico de los nuevos ejecutivos. Puesto que está comprobado que después de un número determinado de horas de trabajo la persona pierde eficiencia, ese rato de más se convierte en un círculo vicioso en el que la ineficiencia empuja a la angustia y ésta duplica el trabajo.
9. Le permite utilizar mejor el tiempo libre.
Para los trabajadores compulsivos, el tiempo libre no es más que esas horas que gastan en ponerse horizontales y cerrar los ojos, con el fin de sentirse descansados y recuperar energías para la siguiente jomada de trabajo. Salir a las seis, permite cultivar variados intereses -practicar un deporte, tocar un instrumento musical o tener un pasatiempo- son actividades que generan mentes "diversificadas" e individuos más competentes e interesantes.
10. Lo vuelve más saludable.
Los impenitentes trabajadores de oficina son fácilmente reconocibles por su inefable color verde. Cuando esas hermosas tardes de sol vistas por la ventana de la oficina, se reemplazan por un poco de ejercicio al aire libre, se están reduciendo considerablemente las probabilidades de sufrir tics nerviosos, calvicie, barrigas prominentes y flacidez muscular. Estos otrora signos externos de los hombres poderosos, hoy sólo producen lastimeras miradas por parte del prójimo.
11. Aumenta su capacidad de amar.
Sobre eso no cabe la menor duda. Las tertulias con los amigos requieren una asidua presencia que permita aflorar la risa y la camaradería. Las prolongadas conversaciones con la esposa reducen ostensiblemente el margen de error de cualquier matrimonio. Visitar a los padres o jugar con los hijos, son cosas que sólo se pueden hacer con una campaña inflexible a la seis de la tarde. A los seres queridos no se les puede pedir que "esperen un momento porque estoy muy ocupado" y reencontrárlos veinte años después, cuando llegue la jubilación, para ver cómo les fue. Salir a las seis, hace la diferencia.
12. Regresará a una de las mejores tradiciones de la civilización occidental.
Durante décadas el hombre occidental ha visto la necesidad de minimizar en lo posible el trabajo duro para poder dedicarse a algo más gratificante. De hecho, desde la Revolución Industrial, una de las grandes metas del trabajo organizado fue lograr una jornada laboral más corta. Después, sin darnos cuenta, llegó el frenesí del trabajo que relegó al olvido los aspectos más importantes de nuestra personalidad y la capacidad de realización. Pero todavía no es tarde para echarle una mirada al reloj y prepararse para salir con la última campanada de la seis.