Hasta que la muerte...

Un estudio reciente demuestra que un mal matrimonio puede acortar la vida de los cónyuges.

22 de febrero de 1993

DIVERSOS ESTUdios recientes han mostrado, con cifras en mano, que las personas casadas viven más que los solitarios. Ahora una nueva investigación parece demostrar aquello de que "más vale solo que mal acompañado", pues un mal matrimonio puede afectar no sólo la salud emocional sino física de los cónyuges. Y algo más: que las mujeres son más vulnerables que los hombres ante una mala relación.
Eso es al menos lo que sostiene el doctor Robert Levenson, un sicólogo de la Universidad de California, en Berkeley, EE.UU., quien ha estado trabajando en terapia de pareja por muchos años. En 1983 Levenson inició un estudio de cuatro años en el cual reunió a 73 parejas que habían estado casadas por entre cinco a 10 años. Cada una de las parejas pasó por el "laboratorio marital" de Levenson, donde fueron conectadas a un monitor de computador para leer sus respuestas físicas mientras conversaban acerca de sus problemas matrimoniales. Al analizar tanto su comportamiento como sus signos vitales, Levenson se lanzó a predecir cuantos de esos matrimonios sobrevivirían cuatro años más tarde. En el seguimiento de las parejas durante ese lapso, Levenson acertó al "diagnosticar" la mayoría de los nueve divorcios que efectivamente ocurrieron en ese tiempo.
Pero más sorprendente que su detección de divorcios fue su descubrimiento en materia de salud. Levenson encontró que las esposas de los matrimonios que terminaron en separación fueron las únicas en la prueba que tuvieron altos registros de estrés en las mediciones. "Hemos encontrado que un mal matrimonio es malo para la salud de las mujeres", señala el especialista. La investigación estableció una relación entre las respuestas fisiológicas y la satisfacción marital en todos los aspectos de salud. "Notamos que mientras no había correlación entre el matrimonio y el bienestar de los esposos, las esposas sufrían de ansiedad, depresión y otros males relacionados con el estrés".
Aunque los investigadores entonces no tuvieron muy claro por qué dos personas en el mismo matrimonio sienten sus efectos en forma tan diferente, en los años siguientes, desde que el estudio terminó, Levenson y sus colaboradores han llegado a algunas respuestas. "En nuestra cultura el aspecto emocional es más un asunto de mujeres", dice. "Ellas asumen generalmente una mayor responsabilidad en la tarea de que su matrimonio funcione y, lógicamente, cuando la relación está en peligro esto tiene un precio", señala Levenson. La razón para esta "carga extra" en la mujer -explica el investigador- es que por el contrario el hombre, en tiempos de estrés matrimonial, tiende a ponerse a la defensiva, a evadir la situación y a apartarse. Enfrentadas las esposas a esta falta de apoyo, tratan de enfocar el problema hacia sí mismas, culpándose de que el matrimonio empiece a fallar. Levenson aclara, sin embargo, que el hecho de que el marido lleve a su esposa a cargar con todo el peso del matrimonio no es una escogencia deliberada, producto simplemente de la conveniencia.
"Esto se deriva del hecho de que los hombres son mucho más vulnerables que las mujeres a los síntomas del estrés, asi que adoptan actitudes que les permitan protegerse a sí mismos". Según los investigadores, para contrarrestar los efectos nocivos de una mala relación no basta tratar de arreglar los problemas. Tanto hombres como mujeres deben aprender a soportar en forma más equilibradas el estrés matrimonial. "Para ello, los hombres tienen que aprender cómo expresar sus sentimientos, y las mujeres tienen que aprender algunas veces a refrenarlos".
Lo cierto es que, de la misma forma como los investigadores han logrado predecir la longevidad de una relación, tambien pueden determinar la longevidad de al menos uno de los cónyuges.