HOGAR, DULCE HOGAR

El amor conyugal parece estarle ganando la partida al amor libre.

13 de marzo de 1989

Los años 90 despuntan con olor de azahares. Luego de dos décadas en las que el amor libre y el divorcio marcaron las pautas del anticonfomismo, la vida feliz en pareja aparece como una opción más excitante. Patrimonio de unos pocos, es la aventura de los tiempos modernos.
El viejo esquema de la pareja conyugal que se ahoga en la cotidianidad y la monotonia, pierde puntos. La generación que preconizó el amor libre mira hoy con otros ojos a quienes salieron airosos de la crisis. Y la monogamia cobra adeptos.
Pero algo cambió en las reglas del juego. El trabajo de la mujer replanteó la situación de poder. Aquellos términos que utilizaban las abuelas para dar consejos, tales como resignación y sumisión, no tienen cabida en la nueva pareja. La verdad, hoy es más difícil la convivencia pero puede ser más gratificante.
Y cuando aparecen las crisis ya no se llora en el hombro de las amigas. Se acude al terapista de pareja. En la década de los 80 el boom del sicoanalista fue desplazado por el boom del terapista. Ya no se busca únicamente la realización individual, el desafío es lograr también la realización como pareja.
Los consultorios viven llenos. Sicólogos, trabajadores sociales, sacerdotes, sexólogos y abogados se han visto obligados a echar mano de esta nueva disciplina para responder a las inquietudes y necesidades de miles de parejas en crisis. En los consultorios de los terapistas se ventilan los problemas, se hacen confidencias, se aprenden las técnicas del diálogo y las normas de la convivencia y se hacen transacciones en busca de una solución. Hoy es más largo el camino que se recorre antes de llegar a los tribunales. Antes de pensar en la separación, muchas parejas deciden intentarlo una vez más y si bien muchos hombres y mujeres no están dispuestos a mantener un matrimonio sólo por apariencia, sí lo están para emprender la búsqueda de una mejor forma de relación, más satisfactoria.
Podría decirse que cada terapeuta tiene su propia teoría, basada en distintas escuelas y enfoques. Sin embargo, el propósito es el mismo: el rescate de la pareja. Es sólo cuando las cosas se ponen sobre el tapete que se puede hacer el balance de cada uno de los aspectos que conforman la relación: amor, comunicación, sexualidad, intereses comunes, expectativas... "Mi meta como terapista -señala la sicóloga Consuelo de Santamaría- es lograr que las personas comprendan que la relación de pareja es una tarea, un esfuerzo y un proposito ".
Una encuesta realizada por la sicoterapeuta entre 35 profesionales que trabajan con la problemática de pareja, reveló que el motivo más frecuente de conflicto es la falta de comunicación. Es el mal de la pareja moderna. "Tiene mucho que ver con la deficiente distribución del tiempo y la presencia de los hijos. La posibilidad actual de la pareja, de tener un espacio disponible para el diálogo, es cada vez más reducida por sus múltiples obligaciones profesionales. Y si ellos mismos no se ocupan de buscarlo, la comunicación se pierde en aras de la cotidianidad", señala la sicoterapeuta.
Las crisis que viven muchos hombres y mujeres parecen indicar que lo que sucede es que los dos hablan idiomas diferentes. En estos casos, se hace necesaria la presencia de una tercera persona que escuche historias, decodifique esos mensajes y detecte los verdaderos problemas. Pero el terapista no es, como muchos piensan, un árbitro o un consejero sentimental. "Su papel se parece más al del entrenador de fútbol", señala la sicoterapeuta Jeannette Samper de Sánchez, del Instituto de la Familia. "Este enseña la técnica y prepara al equipo para que interactúe en una forma más funcional. Pero de él no depende el resultado del juego. Cualquier decisión es sólo responsabilidad de la pareja".
En cuanto a la terapia, no existe una fórmula salvadora. Cada pareja es un mundo y no se pueden imponer patrones. El resultado de la terapia depende únicamente del compromiso que cada uno tenga todavía con esa relación. Infortunadamente, y tal vez debido a viejos y no superados prejuicios, muchas parejas consultan cuando ya es muy tarde, bien sea porque el tiempo de conflicto ha sido muy largo y están extenuados o porque la relación está muy deteriorada y se ha perdido el respeto mutuo.
Si algo ha cambiado en el concepto de la problemática de pareja es que hoy ya no hay víctimas ni victimarios. Como en las leyes de la dinámica, de lo que se habla es de acciones y reacciones, de causas y efectos. Se trata, entonces, de hacer modificaciones que mejoren los resultados. Y como no existe una fórmula matemática para la armonia conyugal, en este aspecto uno y uno ya no son dos. "La pareja implica no sólo la realización personal de dos individuos, sino además el logro de una tercera entidad que es la relación. Es la suma de dos historias, personalidades y expectativas que se complementan bien sea en una forma armónica o en conflicto", afirma la sicoterapeuta Jeannette de Sánchez, quien además agrega que, contrario a lo que mucha gente piensa, la pareja "ideal" no es aquella en la que los individuos se identifican plenamente, sino aquella en la cual cada uno mantiene su individualidad pero logra al mismo tiempo la estabilidad como pareja. Como quien dice, la unidad en la diversidad.
Una importante conclusión extraida de la experiencia profesional en este campo, es que el gran enemigo de la pareja es el desfase que puede existir entre expectativa y realidad.Muchas personas llegan al matrimonio pensando únicamente en lo que el otro va a dar o satisfacer, sin siquiera haber hablado de las expectativas, sin que el otro sepa con certeza qué espera su pareja de él. Y es esto una fuente de grandes decepciones y la raíz de muchos fracasos matrimoniales. Dentro de las "fallas" que se dan en la constitución de una pareja entran en juego una serie de mitos que en gran medida, pueden precipitar la crisis. Dentro de esos mitos, los sicoterapeutas señalan como los más importantes los siguientes:
.El nacimiento de un hijo puede mejorar la relación. La creencia equivocada de que la paternidad actúa como un "toque mágico" en la solución de los problemas, es un grave error con lamentables consecuencias no sólo para la pareja misma, sino probablemente para el hijo en el futuro.
.Las diferencias en creencias básicas no son significativas. Quizás no se reflejen en los primeros tiempos de la relación, pero cuando llegan los hijos esas diferencias salen a la luz y si la pareja no ha realizado acuerdos al respecto o no ha aprendido a manejarlas, se convierten en fuente de problemas.
.Uno no se casa con la familia. En teoría no, pero en la práctica si. En realidad, el matrimonio es la unión de dos familias a través de dos individuos y siempre existe presión para determinar cuál de las dos prevalece. Si no hay conciencia al respecto y las familias no son muy afines, ahí puede haber un potencial nido de problemas.
.Los hijos de matrimonios armónicos forman hogares armónicos. La buena relación conyugal no es algo que se produzca automáticamente. Pensar que las personas provenientes de hogares donde hay mucho amor forman hogares semejantes, hace que las personas no se esfuercen por mejorar su relación. Una buena relación se hace, se reconstruye todo el tiempo. No es gratuita.
.Mientras más se conozca una pareja, mejor comunicación tiene. El conocimiento de una persona no significa necesariamente que se pueda mantener con ella una buena relación. Por ello, muchos años de noviazgo no garantizan un matrimonio feliz.
.Consentir y adular a una persona garantiza el amor. Quien hace sentir bien todo el tiempo a su pareja, la alaba constantemente y no la crítica, muchas veces por temor, sólo consigue endulzarle el oido y agrandarle el ego. Pero este no es el ideal de una relación de pareja, que supone una fuente de satisfacción para ambas partes. Todo lo contrario, puede significar una fuente de represión de verdaderos sentimientos, cuya explosión posterior puede ser la debacle.
Luego de permanecer durante muchos años en una encrucijada, de soportar los alardes de los abanderados del amor libre y de los partidarios del divorcio, tal parece que, en asuntos del amor, el matrimonio es hoy el nuevo reto y algo más, a la hora de asumirlo, la ropa sucia ya no se lava en casa.