Hola, soledad

La búsqueda del éxito profesional es el peor enemigo de la intimidad.

1 de mayo de 1989

Hay quienes lo llaman el "síndrome" de los ochenta. Sin embargo, el temor a la soledad parece estar alcanzando niveles de epidemia. Se presenta con mayor frecuencia entre la gente de 2S a 35 años, y empieza a preocupar a los especialistas. En un artículo que apareció recientemente en el New York Times, un grupo de eminentes psicoterapeutas coincidió en afirmar que actualmente la necesidad de intimidad sobrepasa a las antiguas preocupaciones, como la realización personal. Aseguran que la soledad es una consecuencia lógica de una cultura que otorga un gran valor a la independencia y a la individualidad.

En las décadas anteriores se apreciaba la emotividad, la expresividad. Pero eso cambió. Ahora lo que importa no es el interior sino las apariencias. Todo debe verse bien. En la búsqueda del éxito profesional y los bienes, materiales se perdió la intimidad. Vivimos en una sociedad "atomizadora", donde la autonomía es casi que un deber. Los tradicionales esquemas de convivencia ya no funcionan. Los lazos familiares que en el pasado aseguraban la permanencia de las relaciones, se han roto. Es necesario establecer nuevos modelos pero, mientras tanto, la soledad pierde su romántico encanto para revestirse de angustia. Y como ese temor empieza a propagarse como el fuego, los especialistas han resuelto ocuparse del tema.

En los últimos años los sicólogos han empezado a considerar que la soledad no es una circunstancia sino un sentimiento generalizado. Y en sus investigaciones han comprobado que no sólo tiene efectos considerables en la estabilidad emocional, sino también en la salud física.

Las estadísticas señalan que los grupos de personas que más aislados se sienten son los separados y los adolescentes. Esto implica que en nuestra sociedad se es un solitario desde los 12 años. Sin duda, una situación alarmante, que podría explicar el alto indice de drogadicción y suicidio entre la gente joven.

Aunque generalmente se piensa que lo más importante es una pareja del sexo opuesto, la verdad es que los estudios demuestran que las amistades de ambos sexos son la mejor cura para la soledad. Sin embargo, el amor se convierte en la necesidad más evidente. Y esto,dicen los que saben, es particularmente cierto en los hombres más que en las mujeres: cuando un hombre encuentra una pareja, señalan, sus necesidades de compañía parecen estar satisfechas. Las mujeres, en cambio, necesitan de varias clases de relaciones y, de hecho, logran mantenerlas mejor que el hombre.

Y aunque parezca increible, quienes conforman el grupo de personas que se sienten menos solas son los ancianos. Los especialistas creen que esto se debe a que los recuerdos les permiten manejar mejor la soledad.

HERENCIA NEFASTA
Las perspectivas no son muy halagueñas. Si la generación de los sesenta, que se crió entre reuniones familiares y sociales, es hoy la que más se queja de soledad, el futuro para las nuevas generaciones no es más promisorio. Algunos expertos creen que la soledad es hereditaria. Estudios recientes demuestran que, como la inteligencia, la soledad es una característica que se lleva en los genes. El doctor Daniel Perlman, de la Universidad de British Columbia de Vancouver, encontró que los padres solitarios pasan esta característica a sus hijos. Así mismo, ha descubierto que el sentimiento de aislamiento puede resultar también como consecuencia de la situación familiar. Los hijos de padres que se divorciaron antes de que éstos cumplieran la mayoría de edad, están más predispuestos a ser adultos solitarios. Es más: mientras más joven sea el hijo de una pareja separada, mayor será ese sentimiento. Y, aunque resulta paradójico, la muerte de uno de los padres a temprana edad no tiene el mismo efecto. Los sicólogos creen que esto se debe a que la muerte de un padre no implica ningún tipo de rechazo.

Otra conclusión de los nuevos estudios es que también algunas características de personalidad, como el grado de introspección (frecuencia con la que la persona se autoexamine o reflexione), juegan un papel importante en la soledad. Señalan que una persona que no preste mucha atención a sus sentimientos, posiblemente termine siendo un solitario. Eso se debe a que quienes no se conocen muy bien tienen mayor dificultad para relacionarse.

Aunque el aumento de la soledad es evidente, es más frecuente en los hombres que en las mujeres. Probablemente, dicen los especialistas, porque ellas aprenden desde niñas a escuchar y a preocuparse por los sentimientos de los demás. Y señalan así mismo que es más frecuente que las mujeres admitan la soledad que los hombres, porque para ellos esto puede ser un sinónimo de fracaso. Y ellos, difícilmente, reconocen sus sentimientos negativos. Un estudio realizado en la Universidad de Rochester en Nueva York, demostró que la mejor cura para la soledad es precisamente hablar con una mujer. Esto es tan cierto para los hombres como para las mujeres. Obviamente, para abrir el corazón es necesario tener alguien con quien desahogarse. Por ello los sicólogos hacen énfasis en que la búsqueda del éxito profesional no debe tomarse tan a pecho que nos convierta en "llaneros solitarios" porque, además de dolorosa, la soledad deteriora la salud.

Este es el hallazgo de un estudio realizado en la Universidad de Ohio, según el cual sentirse solo durante un largo tiempo, puede debilitar el sistema inmunológico. Los expertos que han tratado de establecer la relación existente entre la soledad y la capacidad de defensa del organismo hacen revelaciones sorprendentes: las personas muy insatisfechas con sus relaciones son atacadas con mayor frecuencia por los virus y bacterias. Quienes sostienen que la soledad deteriora la salud, señalan que ésta es casi tan nociva como el hábito de fumar. Si un fumador aumenta de uno a seis los riesgos de enfermedad, la persona socialmente aislada los multiplica por dos.

Un estudio publicado en la revista americana Science señala que esta observación se encuentra en numerosos estudios realizados, no sólo en los Estados Unidos sino en Finlandia y Suecia, durante los últimos veinte años. La más significativa de estas investigaciones es la de dos sociólogos, L. Berckman y S. Syme, de California, quienes examinaron la situación de 5 mil personas entre los 30 y 60 años y sus relaciones familiares y sociales.
Este análisis les permitió anunciar una extraordinaria predicción: establecer con exactitud la tasa de mortalidad en los diez años siguientes al estudio. Descubrieron, además, que hombres y mujeres no son iguales ante el peligro de la soledad. Ellos son más vulnerables y el riesgo es tres veces mayor. Y así como el matrimonio los beneficia, la viudez les es nefasta. Los sociólogos afirman que las mujeres saben sacar un mejor partido de su amistad con las personas de su mismo sexo que los hombres. Los autores del artículo de Science no dudaron en comparar sus resultados con un informe sobre los perjuicios del tabaco y concluyeron que los riesgos de la soledad son de una importancia equivalente.

Así que a la campaña mundial contra el tabaquismo habrá que sumarle otra, igual de intensa, a favor de la intimidad.-

EL ARTE DE LA INTIMIDAD
Los científicos están de acuerdo: alcanzar la intimidad con otra persona es tarea de titanes. Pero, ¿qué es la intimidad? Simplemente poder ser como uno verdaderamente es, en compañía de otro. Y aunque aparentemente suene sencillo, no es fácil bajar la guardia y romper las barreras. Los expertos coinciden en afirmar que la mayoría de las personas confunden intimidad con cercanía. Pero así la proximidad nos permita conocer los gustos, las aversiones, las costumbres o las experiencias de las personas que nos rodean, con frecuencia acomodamos nuestros sentimientos y una buena parte del comportamiento, por el bien de esa relación.

El doctor Thomas Patrick Malone en su libro "El arte de la intimidad" señala que el exceso de cercanía muchas veces puede inhibir a la persona para llegar a ser todo lo que puede ser. "Aunque suene paradójico, cuando se alcanza la intimidad con otra persona es cuando más podemos concentrarnos en nosotros mismos, sin censurarnos. La intimidad no es solamente compartir nuestros secretos con alguien, es también exponernos como realmente somos".

Contrario a lo que comúnmente se piensa, muchas veces los miembros de una familia son las personas con quienes se es menos íntimo. La persona alegre esconde sus momentos de depresión y el cínico nunca deja ver sus lágrimas. Mostrarse tal cual es tiene un elemento de riesgo. Así que no es de extrañar que sea más fácil alcanzar la intimidad con alguien a quien no se conoce bien. "Resulta menos preocupante lo que un desconocido piense de nosotros que lo que piense alguien a quien queremos verdaderamente, puesto que no hay nada que garantice que al quitarse la máscara vamos a ser igualmente comprendidos y respetados por los demás"
Señala también el experto que si bien lograr la intimidad con alguien del mismo sexo es muy difícil, con la pareja del sexo opuesto es casi un milagro. Los estudios demuestran además, que hay grandes diferencias entre lo que un hombre y una mujer consideran sus "pensamientos más íntimos". Mientras ellos esconden sus problemas de trabajo, el monto del sueldo, sus fantasías sexuales y sus temores, las mujeres no tienen ningún empacho en tratar esos temas y expresar sus sentimientos. La advertencia general de los especialistas es que si no se manifiestan necesidades, sueños y deseos, que son los que nos hacen ser como somos, es imposible pretender alcanzar la intimidad con la otra persona. Tan imposible, como obligarse a ser espontáneo. La preocupación de los sicólogos es que aquella estudiosa generación de los ochenta, que domina las técnicas de la comunicación, deberá repasar la primera lección y aprender a vivir la intimidad.--