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Tanta inteligencia emocional podría no ser tan buena
Un estudio de dos psicólogas alemanas desvirtúa la tesis de que este tipo de inteligencia es la clave para el éxito. Aseguran que, por el contrario, genera estrés.
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La inteligencia emocional ha comenzado a ser uno de los rasgos más valorados en un ser humano. La razón tiene que ver con que muchas veces el éxito profesional o familiar tiene más que ver con la forma cómo las personas se enfrentan a la vida que con el coeficiente intelectual o las calificaciones académicas.
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Reconocer el momento en el que un amigo o una persona se siente triste, enojado o sorprendido es clave para construir una buena relación. Sin embargo, un nuevo estudio realizado en Alemania sugiere que la habilidad de reconocer las emociones y manejarlas con facilidad puede venir con una pequeña dosis de estrés y desafía la opinión predominante de que la inteligencia emocional es beneficiosa.
En un estudio publicado en la revista de psicología Emotion, las psicólogas Myriam Bechtoldt y Vanessa Schneider de la Escuela de Finanzas y Administración de Frankfurt realizaron un test de tamizaje 166 estudiantes para medir su inteligencia emocional. El test de tamizaje es un instrumento sencillo, casi un juego. El encuestado observa una serie de imágenes con rostros expresivos y luego debe señalar qué emoción sienten los sujetos retratados.
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Luego, los sometieron a pláticas con unos jueces, en donde se les ponía bajo una situación de estrés. Científicos midieron concentraciones de la hormona del estrés cortisol en la saliva de los estudiantes antes y después de la charla.
De acuerdo con el estudio, los estudiantes que fueron clasificados como los más inteligentes emocionalmente, el estrés aumentó durante el experimento y tomó más tiempo para regresar a su estado normal. Según las investigadoras, los resultados sugieren que algunas personas pueden ser demasiado inteligentes emocionalmente.
De acuerdo con Bechtoldt, un sujeto que tenga una inteligencia emocional alta puede generar de inmediato empatía con el otro . Sin embargo, el reconocer las emociones con facilidad también puede generar que las personas asuman responsabilidades que no les corresponden.
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“Las personas inteligentes emocionalmente son hábiles en detectar los sentimientos y terminan asumiendo las preocupaciones de los otros, lo que probablemente puede generar estrés”, explica Maria Antonieta Solórzano, psicóloga de la Universidad Javeriana y conferencista. “Esto no quiere decir que la inteligencia emocional sea negativa, sino que despierta mucho más nuestra capacidad de percibir las emociones”, agregó.
El estudio de las psicólogas alemanas no es el primero que habla de un lado negativo de la inteligencia emocional. Un estudio publicado del 2002 de la revista Personality and Individual Differences sugirió que las personas inteligentes emocionalmente podrían ser particularmente susceptibles sentir depresión y tristeza. Además, varios estudios, incluyendo uno publicado en 2013 en PLOS ONE, afirman que las personas con alta inteligencia emocional pueden manipular a otros para beneficio personal.
Sin embargo, para Carolina Guzmán, psicóloga terapeuta, estos estudios contradicen las múltiples investigaciones que existen sobre la inteligencia emocional, un concepto que desde su irrupción en 1995 ha ganado adeptos en todo el mundo. “Desde mi experiencia no considero que una persona con una inteligencia emocional alta pueda tener más altos niveles de estrés. De hecho, es todo lo contrario pues son más capaces de controlar sus emociones”, dice Guzmán.
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Y es que desde su aparición a nivel mundial en 1995, cuando Daniel Goleman publicó un libro de gran éxito titulado Inteligencia emocional, este tema ha acaparado la atención tanto de psicólogos como de empresarios y publicistas.
Quienes la defienden, aseguran que la gestión adecuada de las emociones permite ser más creativos e innovadores, siendo capaces de superar el miedo a la crítica o al fracaso; o en nuestra capacidad de crear confianza, o de ponernos en el lugar del otro para entenderle mejor y descubrir qué nos une a él más allá de las diferencias; o para solucionar los conflictos sin violencia y de forma constructiva; o para aprovechar la fuerza que tienen emociones como la frustración.
Al ser un campo relativamente nuevo, varios expertos consideran que se necesita de más investigación para entender si hay o no una relación entre la inteligencia emocional y el estrés. Sin embargo, para Myriam Bechtoldt y Vanessa Schneider, quienes realizaron el estudio que relacionó ambos conceptos, la inteligencia emocional es una habilidad útil para tener, “siempre y cuando se aprenda a hacer frente adecuadamente a las emociones, tanto de los demás como de los propios”.