LA BATALLA DEL CANCER

El Instituto de Oncología Carlos Ardila Lulle cumple cinco años enfrentando el cáncer con un tratamiento integral y muy humano.

25 de diciembre de 1995

PARA EL COMUN de la gente la palabra cáncer todavía es sinónimo de muerte. Pero en el Instituto de Oncología Carlos Ardila Lulle la enfermedad se mira diferente. Este grupo de médicos se propuso desvirtuar esa idea introduciendo un nuevo concepto sobre el tratamiento de esta enfermedad. Desde el diagnóstico hasta la rehabilitación o reincorporación del paciente a su actividad, el tratamiento abarca etapas cruciales que son manejadas con igual importancia para lograr un buen resultado.
El Instituto nació hace más de un lustro, cuando las directivas de la Fundación Santafé de Bogotá pensaron en tener un centro especializado en el manejo del cáncer, que figura como la cuarta causa de muerte en Colombia. Claro que si se excluyen las estadísticas de muertes violentas, es la segunda causa. Anualmente hay 25.000 víctimas de cáncer y se presentan 55.000 casos nuevos. Ante la magnitud del problema, la Fundación decidió llevar la idea a la práctica. Si bien contaban con la infraestructura necesaria para la atención de los pacientes, faltaba el apoyo financiero.
El sueño del Instituto se volvió realidad cuando el industrial Carlos Ardila Lulle donó los primeros equipos y las instalaciones para que la Fundación pudiera ofrecer ese servicio. Hoy puede recibir 500 personas con cáncer al año, lo que significa atender el 1 por ciento de los enfermos en Colombia. El 20 por ciento de ellos recibe atención gratuita: los niños de la Fundación Sanar, entidad dedicada a tratar y prevenir el cáncer en niños de bajos recursos. Y el 70 por ciento obtiene algún grado de subsidio en el tratamiento.
Pero en el balance de estos años de trabajo del Instituto está también el aporte para tratar la enfermedad de una manera más amplia. Según el doctor Julio Portocarrero, director de la Fundación Santafé de Bogotá, para lograrlo se introdujeron dos principios básicos que, según se ha comprobado, pueden marcar la diferencia en el éxito del medicamento: la calidad y la integralidad. Además de los equipos tecnológicos y un grupo médico especializado, es necesario un estricto control para hacer un buen y completo diagnóstico y dar un adecuado manejo. De otra parte, la permanente comunicación entre los diferentes profesionales que tratan al paciente es definitiva. "Tener al mejor en cada campo, sin labor de equipo puede ser catastrófico", señala Portocarrero.
A estos dos conceptos se suma el aspecto humano. Los especialistas han determinado cuatro etapas por las cuales pasa todo paciente al conocer el diagnóstico: negación, rabia, depresión y, finalmente, aceptación. "Parte del éxito del tratamiento es que la persona las supere lo más rápido posible para que el equipo pueda hacer su trabajo", dice el doctor Hernando Sarasti, director del Instituto.
El objetivo de los directivos del Instituto es alcanzar la excelencia en la curación del cáncer, al nivel de los mejores hospitales de Estados Unidos. Para ello acaban de firmar un convenio con el Centro para el Tratamiento del Cáncer de la Universidad de Yale, uno de los más reconocidos, para consultoría de casos delicados a través de correo electrónico, capacitación de profesionales y actualización. Y en la celebración de los primeros cinco años de labores han organizado el simposio 'Enfrentando al cáncer', que se llevará a cabo el 30 de noviembre en el cine bar de la Hacienda Santa Bárbara en Bogotá, dirigido a médicos y profesionales afines. "Es una forma de rendir cuentas a quienes nos apoyaron en estos años", concluye el doctor Sarasti.