Emma Watson, actriz. | Foto: AFP

COMPORTAMIENTO

La edad de la satisfacción

Un estudio identificó que la gente de 23 y 69 años vive en la cima del mundo. Estas son las razones.

27 de julio de 2013

¿Qué tienen en común Emma Watson y Mick Jagger? Aparte de ser ambos dos celebridades, muy poco. Es más, parecen antagonistas pues mientras ella es una hermosa joven con la vida por delante, él es un cantante en la recta final de su carrera. Pero paradójicamente, la semana pasada la edad los unió. Ella tiene 23, él acaba de vivir los 69 y según un reciente estudio en esos dos momentos de la vida la gente se siente en la cúspide de la satisfacción. 

Según Hannes Schwandt, un economista vinculado a la Universidad de Princeton que hace una pasantía en el London School of Economics, la explicación de su hallazgo es sencilla: a la edad de Watson la gente sobreestima la satisfacción futura debido a que tiene expectativas muy altas y poco realistas de la vida. 

Pero a medida que pasan los años, los jóvenes se dan cuenta de que muchos de sus sueños son inalcanzables –o simplemente de que la vida no es el lecho de rosas que se imaginaban– y ese optimismo decae lentamente hasta llegar a un punto muy bajo. De hecho, Schwandt encontró que la edad donde se alcanza la mayor insatisfacción es entre los 40 y los 50 años, “porque estos adultos llevan el peso de las aspiraciones no realizadas y soñadas en sus años jóvenes”, dijo el experto a SEMANA.

Sin embargo, en la medida en que la gente se acerca a la categoría de la tercera edad, empieza a liberarse del peso de sus frustraciones y acepta la vida tal y como se vivió. Por ello cuando llegan a los 69 años están tan satisfechos como a los 23. Según el estudio de Schwandt, los jóvenes de 20 años sobrestiman la satisfacción en un 10 por ciento y los adultos de 69, en un 4,5 por ciento.

El trabajo examinó por primera vez cómo las expectativas se ajustan a la realidad en diferentes edades, y coincide con otros estudios que encuentran que la sensación de bienestar a lo largo de la vida tiene forma de U. Según dicha teoría, la gente empieza su trasegar por el mundo muy contenta pero la felicidad se va agotando lentamente hasta llegar a un hoyo profundo alrededor de los 47 años, el nivel más bajo de la U. Pero a partir de entonces el nivel de felicidad vuelve a repuntar hacia las cotas de la juventud.

El aumento de satisfacción al final de la vida, según explica el experto, se da porque la gente cree que la vejez va a ser peor de lo que realmente es. Lo que sucede es que las expectativas disminuyen a partir de los 30 años en forma regular y se alinean a los 55 con la curva del bienestar.

Después de este momento, las expectativas continúan decayendo, porque luego de tantos fracasos, humillaciones y frustraciones la gente aprende a no esperar mucho de la vida. Pero para sorpresa de todos, el bienestar aumenta, lo que deja a la gente a los 69 años otra vez muy satisfecha porque las cosas resultaron ser mejor de lo presupuestado.

Muchos creen que tanto la U del bienestar como la U de la satisfacción son producto de factores como el dinero, los hijos o la jubilación. Pero no. Precisamente la muestra utilizada por Schwandt es muy variada, pues incluye 23.000 alemanes entre 17 y 85 años y “los resultados fueron muy similares a pesar de sus diferencias culturales y económicas”, explica el autor. 

El mismo patrón de la U se ha visto incluso en estudios en los que se analiza la edad con diferentes factores como el riesgo de suicidio, el uso de antidepresivos o la satisfacción con la carrera. En estos casos también el punto más bajo se presenta entre los 45 y los 50 años. 

Alexander Weiss, un psicólogo de la Universidad de Edimburgo, sostiene que este patrón podría tener un origen biológico y por consiguiente ocurriría en todo el mundo, e incluso en otras especies animales. Para probarlo diseñó un estudio con orangutanes y encontró que estos simios son más felices al final de la vida y que, al igual que los humanos, entran en una crisis entre los 28 y 30 años, el equivalente a la edad mediana en ellos. 

Es posible que el cerebro de las personas esté diseñado para sentir mucho optimismo en la juventud y para no sentir tanto remordimiento durante la vejez. Un estudio hecho por Stefanie Brassen de la Universidad de Hamburgo así lo confirmó. La experta analizó un grupo de 20 jóvenes y lo comparó con otro compuesto por igual número de viejos. 

Encontró diferencias abismales en los escáneres de cerebro de cada grupo de edad, que llevan a pensar que los jóvenes tienden a mirar las oportunidades fallidas y las pérdidas con arrepentimiento y dolor, mientras que los viejos no. Brassen concluyó que el control de esos sentimientos de culpa en la tercera edad sería un mecanismo de defensa para mantener cierto nivel de felicidad en dicha etapa de la vida. 

A pesar de lo anterior, Schwandt considera que el fenómeno de la U debe ser multicausal y el factor biológico es importante pero no lo explica todo. En efecto, Weiss cree que estos resultados pueden deberse a que la gente deprimida y triste tiende a morir más joven, de modo que la población de la tercera edad estaría integrada solo por viejos saludables y felices. 

También es posible que la vida sea un aprendizaje y que a los 69 años la gente ya sepa reconocer qué cosas están bajo su control y cuáles no. En ese sentido, desconectarse del remordimiento es una estrategia protectora en los viejos, quienes tienen menos tiempo y oportunidades para cambiar el curso de su existencia, y evitaría que se frustren y depriman por situaciones que ya no pueden modificar. En contraste, los jóvenes tienen la vida por delante y suficiente margen de maniobra para tomar otro rumbo en sus vidas.

En ese sentido, este patrón vital en forma de U es beneficioso. “Es bueno que los jóvenes sean optimistas y que los viejos no tengan altas expectativas”, dice Schwandt. Sin embargo, este tipo de trabajos sí podría ayudar a cambiar la situación de los que están en el medio, es decir los cuarentones y cincuentones que cargan con el peso de la frustración de todo el ciclo vital. “Tienen que entender que la vida que les espera no es tan mala”, dice Schwandt. Después de todo, como decía el actor francés Maurice Chevalier, “envejecer no es tan malo si se consideran las alternativas”.

*Emma Watson (actriz de ‘Harry Potter’), Nairo  Quintana (subcampeón del Tour de Francia) y Jennifer Lawrence (ganadora del Óscar) están  optimistas y satisfechos con la vida.  Estas dos sensaciones disminuirán poco a poco hasta llegar al punto más bajo a los 47 años.

*Después de cargar con las frustraciones de las oportunidades pérdidas, la gente vuelve a estar satisfecha con la vida a los 69 años, edad que rondan Michael Douglas ‘Bajos Instintos’, Diana Ross(cantante de The Supremes) y Mick Jagger(vocalista de The Rolling Stones).