LA MINIMANIA

Un grupo de antioqueños obsesionados con el "mini" conforman un club de propietarios del pequeño auto inglés.

10 de enero de 1994

Los propietarios reconocen su obsesión. "Es un jueguete para grandes -dice Diego Arango, piloto de Aces-. Soñaba con él desde cuando era un niño y veía uno en cine ". El Mini fue la estrella de la película "Un disparo en la noche", con Peter Sellers. Ese sueño también contagió a otros, como a Juan Jose Abisaad Janna, quien impulsa la idea del Mini Club de la Montaña para "organizar competencias, paseos, cursos y eventos relacionados con la afición por este tipo de vehículo", y a Jorge Hernán Abad Cock, vicepresidente de una corporación financiera, quien se sintió atraído por el vehículo al ver el de un amigo. "¿Sabes? En el futuro quiero comprarme un carrito así", dijo Abad. A tu edad, el futuro es ahora", le contestó el otro. A los pocos días, ya tenía el suyo. Se calcula que hay 400 propietarios en Colombia, de los cuales más de una cuarta parte reside en Mrdellín. Los fines de semana se les ve en fila india, trepando cuestas y devorando terreno bajo la risueña mirada de los curiosos.
El inspirador de esta extraña pasión fue Humberto Escobar, piloto de aviación y corredor de autos. Desde que los vio en una revista especializada, hacia 1962, no les ha quitado el ojo ni las manos de encima. Mecánico por afición, el capitán Escobar le ha hecho modificaciones técnicas al motor, que han sido tenidas en cuenta por los fabricantes ingleses. La mayor ha sido ponerle carburadores de motocicleta para aumentar la capacidad de respuesta del acelerador. Hoy, en una silla de ruedas por un derrame cerebral, no oculta su entusiasmo cuando habla de su colección de cinco Minis.
A mediados de los años 60, la fiebre por los Minis se extendía desde las calles de Montecarlo hasta los improvisados circuitos colombianos. Una barra de quinceañeros paisas asistía al de El Volador, filmadora en mano, registrando, cuadro a cuadro, las increíbles victorias de Escobar al mando de un Mini Morris modificado. Entre ellos estaba Luis Ignacio Echavarría, otro dueño entusiasta que cambió su amplio campero por este diminuto carro dc menos de tres metros de longitud, 1.4l metros de anchura y 1,33 metros de altura.
Detrás del embrujo está también la posibilidad de adquirir, por un precio relativamente bajo, el más clásico de los autos pequeños. Mecánicamente se distingue por su estabilidad y velocidad de cruce, y por lo que los aficionados llaman "la sensación de sentir cada centímetro de pavimemto". Quienes lo adoptan como único vehículo dan fe de su utilidad en el congestionado tráfico urbano. Gracias a su maniobrabilidad se estaciona con gran facilidad y siempre se encuentran agujeros por los cuales escabullirse de los trancones. "Además, un tanque lleno da la sensación de que durará para siempre", dice Luis Carlos Vélez, otro aficionado.
Los Mini Cords disponibles en Colombia son importados de Venezuela, donde se ensamblan bajo licencia de Rovers Cars, sueesora de British Leyland y ésta, a su vez, de la British Motor Company, la primera fabricante, en 1959. Los Cords se diferencian de los Mini Cooper porque son la versión deportiva de la línea. "Un Mini es, en últimas, un reflejo de su dueño -dice Tomás Santamaría, uno de los vendedores nacionales-. Pero no le gusta a todo el mundo". "De la Minimanía a la Minifobia no hay mucha distancia", agrega al referirse a las quejas que recibe por el pequeño tamaño del vehículo y, especialmente del maletero. Sin embargo, los especialistas internacionales pronostican el regreso del mini con la misma onda retro que trajo la bota campana o las camisas de flores. Según la cronista de automovilismo del diario español El País, "el Mini se sitúa en una posición más que aceptable, al menos para la conducción urbana".
Pero aparte de las razones prácticas, para los aficionados el Mini es una obsesión infantil porque, como a una muñeca "Barbie", al carro se le pueden agregar numerosos implementos mecánicos o de decoración. Tantos como aguante el bolsillo: desde emblemas, bocelería y acabados en madera o cuero, hasta kits de doble carburación y suspensiones variables. Y en minimanía, Medellín se lleva el primer lugar en Colombia: sus dueños se reunen cada semana para intercambiar noticias o novedades. "A veces tenemos conversaciones de dos o tres horas por teléfono, hablando solamente de los carros", confiesan Abisaad y Echavarría, sin ningún pudor. "Es casi como estar enamorado".