A N T I C O N C E P T I V O S

La píldora para ellos

Cuando se celebran 50 años de las pastillas anticonceptivas femeninas los hombres esperan la suya.

6 de agosto de 2001

En octubre de 1951, hace exactamente 50 años, la hormona femenina sintética fue desarrollada por primera vez. No hay duda de que su descubrimiento facilitó muchos de los cambios sociales que se dieron en la década de los 60. Por primera vez la mujer podía disfrutar de relaciones sexuales placenteras sin preocuparse por quedar embarazada. Durante este medio siglo se ha hablado de sus ventajas, de sus problemas y en numerosas ocasiones se ha cuestionado cuándo aparecerá su contraparte, es decir, la píldora masculina.

Todo indica que muy pronto. Aunque las investigaciones para un anticonceptivo oral para ellos ha sido objeto de estudio durante más de 50 años sólo hasta ahora empieza a ser una realidad. Entre los científicos que trabajan en este frente se encuentra el equipo de Richard Anderson, del Human Reproductive Sciences Unit de Edimburgo, que ha realizado estudios sobre una píldora diaria y una inyección cada tres meses en 66 hombres de esa ciudad y de Shanghai. La píldora contiene gestogen, una hormona sintética que apaga en el cerebro el proceso de producción de aquellas moléculas que estimulan las gónadas a hacer su tarea. La píldora se usa con una inyección de un derivado de la testosterona que se libera lentamente para contrarrestar un problema asociado, que es la disminución de la producción de la hormona masculina.

Por ahora los resultados han arrojado datos positivos. Los sujetos investigados dejaron de producir espermatozoides a los cuatro meses de haber empezado el estudio y no hubo embarazos en sus compañeras. El conteo de espermatozoides volvió a la normalidad a los cuatro meses de haberse descontinuado el tratamiento. Los efectos secundarios —acné, cambios de temperamento y aumento de peso— fueron experimentados sólo por un porcentaje de los hombres.

Otras empresas, como Organon y Schering, están adelantando estudios sobre cómo controlar la producción de espermatozoides. Pero no sólo se está buscando una píldora parecida en su funcionamiento a la femenina sino que se investigan otros mecanismos para impedir la concepción. Una novedosa opción es interferir con el proceso de maduración de los espermatozoides. El doctor Trevor Cooper, de la Universidad de Munster, probó que es posible modificar genéticamente los espermatozoides para que cuando entren al aparato reproductivo femenino vayan en reversa y no hacia adelante y así no lleguen a su objetivo.

En la misma dirección trabajan científicos de la Escuela de Medicina de Harvard, liderados por David Clapham, quienes han modificado los espermatozoides quitándoles una proteína que es vital para que lleguen al óvulo.

Los expertos esperan que en una década al menos una de estas técnicas se convierta en una realidad. La pregunta que siempre queda en el ambiente es si los hombres estarían dispuestos a tomar la responsabilidad de la anticoncepción de la pareja. Un argumento en contra es que la idea de un embarazo no deseado o un aborto es tan desagradable que la mujer prefiere soportar los efectos colaterales de la píldora. Como los hombres no tienen esa preocupación no se sabe si estarían dispuestos a soportar los malestares asociados a la pastilla, más aun cuando con el preservativo pueden prevenir la anticoncepción sin necesidad de químicos. Aunque los resultados tardarán algún tiempo en conocerse lo bueno de estos estudios es que ponen sobre el tapete la responsabilidad del hombre en el proceso de reproducción.