Libro

La primera impresión

'Blink', el éxito editorial del momento, muestra con ejemplos que sólo se requieren unos pocos segundos para tener una opinión acertada de las personas y las cosas.

24 de abril de 2005

¿Recuerda la primera vez que vio a esa persona con la que ha estado saliendo en los últimos meses? Seguramente no necesitó mucho tiempo para darse cuenta de que algo en ella le atraía...O piense en la última película que vio. Quizá no necesitó de muchas escenas para determinar si valía la pena o resultaba mejor quedarse dormido en el cine. Probablemente su respuesta fue instantánea: en un abrir y cerrar de ojos. Este extraño poder de la primera impresión es el tema del nuevo best seller Blink, the power of thinking without thinking. "Cuando conoces a alguien, cuando lees las primeras frases de un libro, a la mente le toma sólo dos segundos paraempezar a sacar conclusiones. 'Blink' (que en español es parpadear) es un libro acerca de esos dos segundos", explica el autor Malcolm Gladwell, escritor de la revista New Yorker y especializado en temas de ciencia.

Según Gladwell, la gente debería prestar más atención a esa primera y casi instantánea percepción, que en muchas ocasiones puede ser más acertada que los juicios que se hacen luego de horas, incluso meses de análisis y reflexiones. "Vivimos en un mundo que asume que la calidad de una decisión está directamente relacionada con el tiempo y el esfuerzo que dedicamos a tomarla", escribe. En el libro relata la historia de una estatua griega aparentemente del siglo XI antes de Cristo, que fue ofrecida en venta al Getty Museum, en California, por 10 millones de dólares. El museo actuó cautelosamente para comprobar que no fuera falsa y contrató a un equipo de geólogos para que estudiaran con la última tecnología los materiales de la obra, que resultaron ser antiguos. Luego de 14 meses decidieron comprarla. Sin embargo, cuando un experto en este tipo de arte vio la estatua, la primera palabra que le vino a la mente fue "está fresca", y esa no es una descripción adecuada para una obra que se supone tiene miles de años encima. Lo que el experto quiso decir es que le dio la impresión de ser recién hecha. Y no se equivocó: posteriores estudios demostraron que era una réplica de 1980. En sólo dos segundos, lo que toma un parpadeo, echó al suelo una investigación de más de un año.

"En nuestra sociedad persiste la idea de que entre más información tengamos, mejor. Pero en muchas situaciones, especialmente en momentos de gran presión y estrés, nuestros juicios instantáneos ofrecen mejores interpretaciones". Para explicar su argumento pone como ejemplo al sicólogo norteamericano John Gottman, quien desde la década de los 80 ha trabajado con más de 3.000 parejas de casados. Su labor consiste en determinar, con sólo observarlos durante un cuarto de hora, si un matrimonio va a seguir unido o va a disolverse en los próximos 15 años. En síntesis, cuáles parejas tienen futuro y cuáles no. El procedimiento es el siguiente: Gottman invita a cada pareja a su "laboratorio del amor" y los deja solos con la instrucción de que hablen de un tema que haya causado discordia en la relación mientras los filma. Luego su equipo de expertos revisa el video basados en 20 categorías diferentes de emociones: indignación es la número uno; desprecio, la dos; ira, la siete; neutralidad, la 14, y así sucesivamente. Luego cada segundo de la conversación es calificado con una de estas categorías. "Uno de los descubrimientos de Gottman es que para que un matrimonio sobreviva la proporción entre emociones positivas y negativas debe ser de cinco a uno", relata Gladwell. Este método tiene 90 por ciento de éxito con apenas15 minutos de video.

Es cierto que el proceso parece ir mucho más allá de una primera impresión. Pero lo que el autor quiere demostrar es que es posible sacar conclusiones en muy corto tiempo, con pequeñas piezas de información. Como es el caso del experimento realizado por el también sicólogo Samuel Gosling acerca de la personalidad de un grupo de estudiantes. Lo primero que hizo fue entrevistar a los amigos más cercanos para saber qué tan sociables eran, si eran desordenados o disciplinados, qué tan inseguros les parecían además de analizar si eran o no independientes y creativos. Luego hizo las mismas preguntas, pero a un grupo de desconocidos que tuvieron la oportunidad de entrar a los cuartos de los estudiantes por pocos minutos. Lo sorprendente de la experiencia es que en muchos de los casos sus juicios fueron más acertados que los de los propios amigos. "Lo que esto sugiere es que es bastante posible que personas que nunca nos hayan conocido y que sólo han invertido 20 minutos pensando en nosotros, tengan una mejor comprensión acerca de lo que somos, que quienes nos han conocido por años". Y concluye: "Olvide las interminables reuniones y almuerzos. Si usted quiere hacerse una idea de qué tan buen empleado va a ser una persona que aspira ser contratada, eche un vistazo en su cuarto".

Gladwell explica que con estos ejemplos no pretende decir que el conocimiento y la experiencia sean

inútiles. Asegura que parte del cerebro funciona como una computadora que rápidamente procesa los datos necesarios, y que los incorpora en una especie de disco duro que le permite sacar conclusiones.

Es así como estas reacciones son producto de un análisis instantáneo que ocurre de manera inconsciente. Y si bien años de estudio y observación facilitan realizar juicios rápidos y acertados, el libro afirma que también es posible basarse en percepciones equivocadas debido al entorno, a un estallido de adrenalina y hasta por fatiga. Darse cuenta de esto motivó a Gladwell a escribir sobre el poder de la primera impresión. Todo comenzó cuando decidió no cortarse más el pelo. "En cierta manera mi vida cambió: empezaron a multarme por exceso de velocidad, algo nuevo para mí, y a requisarme con especial cuidado en el aeropuerto". Un día tres policías lo detuvieron en Manhattan alegando que era similar a un ladrón que estaban buscando. "Luego me di cuenta de que el ladrón no se parecía en nada a mí. Era mucho más alto y fornido y por lo menos era 15 años menor. Lo único que teníamos en común era el pelo largo y alborotado". Sólo 20 minutos después los oficiales reconocieron su error. Habían sido víctimas de sus propios estereotipos.

Y es que en muchos casos las apariencias engañan. El autor llama a este tipo de situaciones el 'Error Warren Harding', haciendo alusión al presidente norteamericano, uno de los peores mandatarios de acuerdo con la historia, y que sólo habría sido elegido, en los años 20, por ser atractivo. "Elijamos a Harding que es el que parece presidente". Gladwell relata como ejemplo que llamó a cientos de compañías sólo para preguntar qué tan altos eran sus presidentes y la respuesta fue que casi todos resultaron altos. "No hay ninguna correlación entre la estatura y la inteligencia, pero por alguna razón personas altas son elegidas como líderes. Este es un ejemplo de una mala rápida cognición".

Entonces, ¿cómo reconocer entre un primer juicio acertado y uno errado? "El instinto es un regalo de la experiencia, responde. La primera pregunta que usted tiene que hacerse es: '¿basándome en qué estoy haciendo mis juicios?'. Si no tiene experiencia, los instintos pueden no ser correctos". Es así como un bombero es capaz de abandonar un edificio segundos antes de que éste se desplome y no por casualidad. El autor advierte que es posible controlar las primeras conclusiones ya que estas pueden cambiar gracias a la experiencia.

Quizá para muchos la primera impresión acerca de esta teoría será pensar en tomar en serio una primera impresión. "Pienso que es tiempo de prestar más atención a esos momentos fugaces. Si así lo hiciéramos, podríamos cambiar la manera como se pelean las guerras, la manera como se entrenan a los policías, la forma de aconsejar a las parejas y cómo realizar una entrevista de trabajo. Y si combináramos estos pequeños cambios tendríamos un mundo diferente y más feliz".