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La red del amor

Conseguir pareja por Internet ya no es exclusivo de perdedores. Es una tendencia que está en crecimiento.

13 de julio de 2003

Muchas personas buscan a su alma gemela en los sitios usuales: bares, fiestas de amigos, la oficina o viajes. Algunas incluso se inclinan por lugares menos obvios, donde presumiblemente se pueden encontrar solteros, como librerías, supermercados y el gimnasio. Pero hasta ahora Internet nunca había tenido muy buena reputación como sitio de encuentro. Por un lado, las historias escabrosas de asesinos en serie que escogen a sus víctimas por este medio son muchas y han llegado a convertirse en leyendas urbanas. Por otro, siempre hubo una especie de estigma sobre quienes recurrían a la red para encontrar al amor de su vida. Solía creerse que a ella se aferraban como última esperanza los típicos ratones de biblioteca, incapaces de establecer relaciones significativas con personas de carne y hueso, quienes se describían como buenos mozos y llegaban a enviar fotos de hombres bronceados de sonrisa perfecta que, por supuesto, no eran ellos.

Pero todo ha cambiado. Cada vez más personas de todas las edades, condiciones, nacionalidades y profesiones recurren al ciberespacio para buscar lo que no han encontrado en su vida diaria: una relación sentimental estable. Para refinar la búsqueda existen varias páginas web que se dedican a hacer de Celestina: desde las que son sólo para personas de determinada raza, país o religión hasta las que se especializan en homosexuales. Lo cierto es que cuando se trata de buscar el amor por Internet se cumple el dicho de que "hay de todo, como en botica".

Pero no siempre las personas llegan a estos sitios en busca del amor. Patricia, por ejemplo, lo hizo por casualidad. "Un día en mi cuenta de Hotmail recibí un correo de una página llamada singlesonline.com (solteros en línea) y decidí entrar a ver de qué se trataba, cuenta esta cartagenera de 25 años. Llené el formulario y me enviaron el único perfil que coincidía con lo que yo buscaba. Le escribí a David, diciéndole que me había parecido chévere y a los tres días me respondió pidiéndome una foto y mandándome la dirección de su página web".

Y es que el mecanismo es muy simple: basta con entrar a cualquiera de estas páginas y llenar un cuestionario. Las preguntas son sencillas, muchas veces elaboradas por sicólogos, y su propósito es establecer un perfil de la persona interesada y de lo que ésta busca en el hombre o la mujer ideal. Si se desea se puede incluir una foto. Una vez terminado el proceso de inscripción las opciones empiezan a surgir. El interesado puede ver los perfiles y las fotos de aquellos que cumplen los requisitos, que pueden oscilar entre unos cuantos y varios cientos, y seleccionar los que más le llamen la atención. Una de las ventajas de esta forma de conocer gente es que se pueden probar varias opciones al tiempo, algo que en la manera tradicional no es muy aceptado. Al intercambiar mensajes con varias personas es más probable encontrar a alguien afín y definitivamente es más entretenido.

El éxito de estos sitios también radica en que ayudan a eliminar lo más temido a la hora de conocer a alguien: la tirantez, la vergüenza y el miedo a dar el primer paso. En la red la etiqueta es más flexible y como ambas personas saben a lo que van no es necesario fingir que no existe ningún interés en el otro. Al contrario, lo que se acostumbra es ir al grano. Una vez se decide entrar en contacto con alguien, usualmente a través de un correo electrónico o en un chat, se comienza una relación en la que ambas personas ya saben muchas cosas de la otra y en la que existe, por lo menos, una atracción por lo que el otro refleja.

Otro factor a favor de la conquista virtual es que permite buscar un tipo de persona muy específico, algo casi imposible en la vida real. Cuando un amigo o un familiar pronuncia la frase "deberías salir con fulanito, serían la pareja perfecta", es inevitable desconfiar, pues pocas veces estas famosas citas a ciegas conducen a algo más que a una desilusión y la "pareja perfecta" resulta ser todo lo contrario. En la red, en cambio, a la persona que detesta los animales nunca le mostrarán el perfil de un defensor de las especies silvestres, lo que definitivamente evita unos cuantos malentendidos.

Sin embargo también hay desventajas. La primera y más obvia es la imposibilidad de saber si lo que la otra persona dice es verdad. Cuando alguien se sienta frente a su computador a responder un cuestionario sobre su aspecto físico, su personalidad, sus gustos y su educación es muy fácil que mienta, que por lo menos exagere un poco ciertos detalles o responda con el 'deber ser'. Y posiblemente no lo haga de mala fe, sino que simplemente desea hacerse más atractivo a los ojos de una posible pareja. Lo mismo sucede con la foto. Ante la opción de anexar una foto al formulario muchos se ven tentados por la posibilidad de poner la de alguien más atractivo, o por lo menos diferente de sí mismo, con la esperanza de no ser rechazados por su físico.

En este aspecto Patricia fue cuidadosa. Aunque desde el principio David le pareció atractivo, por lo menos en las fotos, cuando 'chateaba' o hablaba por teléfono con él era muy cuidadosa. Lo mismo le pasaba a David. "Inconscientemente nos preguntábamos cosas de cierta manera y a los 15 días nos volvíamos a preguntar lo mismo, pero de otra forma. Ambos queríamos probar al otro para ver si decía la verdad, si era auténtico", cuenta Patricia.

Otra desventaja es la imposibilidad de juzgar la química que existe con alguien cuando sólo se le ha visto en fotos. Patricia y David hablaron durante dos meses y medio sin conocerse, pues además David vivía en otro país. Pero durante un viaje de trabajo Patricia hizo una escala en la ciudad de David para conocerlo y se quedó por cuatro días. "Fue muy chévere porque ya habíamos establecido una relación de amistad y yo sentía que lo conocía de toda la vida", recuerda Patricia. Aunque cada uno siguió con su vida los dos viajaban para verse con regularidad.

La historia de Patricia y David tuvo un final feliz. Al año de conocerse se comprometieron y a los dos años se casaron. Hoy tienen dos hijos y su testimonio podría hacer parte de los cientos que publican las páginas especializadas como prueba de las bondades del sistema. Patricia lo ve de otra manera. "Internet fue la amiga alcahueta que nos presentó".

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