La ruta del café que seduce los cinco sentidos

“Del despertar de los sentidos al amor por el café”, Jean Lenoir. La frase está plasmada en la pared de un recinto abierto, donde los sacos de café son las sillas y los cuadros son diseños de fibra natural. Unas 15 personas escuchan a Jhon Fredy Collazos, un artesano de la cestería que explica cómo fabricar canastos. Este es el comienzo de una experiencia en las tierras cafeteras de Quindío.

Los asistentes conocerán durante cuatro horas el proceso de producción del café en la Hacienda Combia Inspiración, ubicada en Calarcá. Allí se cosecha uno de los 65 cafés ciento por ciento colombianos: Café Inspiración, que es exportado a Corea, Japón y Taiwán.

El 80 por ciento de quienes visitan la finca son extranjeros. Entre las personas que cargan su canasto, recién hecho, está una ciudadana rusa que registra con su cámara fotográfica varios momentos. Uno de los instantes que quiere llevarse es la cata de café, el cual, explican los guías, está inspirado por la tierra, el agua, la fauna, la flora, la luz del sol y la sombra de los árboles.

Tras cruzar un túnel –para observar la composición de la tierra y las raíces del café-, los asistentes buscan un ‘token’ que simboliza el elemento de la naturaleza tierra. Se trata de un pequeño cilindro elaborado en cerámica. La idea es que, al finalizar el recorrido, cada visitante tenga en sus manos cuatro ‘token’, que representan la tierra, el agua, el aire y el fuego.

Durante varios minutos, los espectadores caminan entre los cafetales. Tras encontrar un espiral con filtros de colores -para observar el paisaje cafetero en varios matices-, los asistentes se mojan los pies en una estación llamada ‘Agua manantial de vida’. Allí encuentran el ‘token’ que representa el agua.

Llega el momento de atravesar un túnel de arbustos que conduce a un domo natural de tierra. En ese lugar, se contempla cómo la flora y la fauna dan vida al cultivo de café. Aquí se halla el ‘token’ que simboliza el aire.

Minutos después, los visitantes descansan en ‘nidos de ave’ diseñados para soportar el peso de varias personas. Los llamativos columpios están ubicados entre los cafetales que se encuentran bajo la sombra. En esta estación está el último ‘token’: el fuego.

Tras conocer cómo se siembra, se cultiva y se procesa el café, un ceramista elabora ante los asistentes las tazas de café, las cuales también son esculpidas y pintadas por los visitantes.

Los ‘token’ recogidos por cada persona son instalados en una base de madera en la que se guardan granos de café. Allí se pone la taza que cada visitante conservará como recuerdo de su paso por Quindío.

La ruta rural concluye con un mirador hacia el paisaje cafetero, en el que un barista prepara el café que luego beben los asistentes, el cual, según sus productores, es el café más suave del mundo.

En la hacienda existen 70 hectáreas cultivadas en cafés caturro, arábigo y tabi, en variedades de castilla y supremo.

“Colombia no sabe lo que hay detrás del café. No conocemos sobre el fruto. Al finalizar el recorrido, nuestros visitantes entienden qué es el café de una manera sencilla”, les dice a los asistentes el empresario cafetero Manuel Sabogal, fundador de la Hacienda Hotel Combia.

Esta experiencia cafetera, un concepto de la empresa Gesta Diseño –la cual hace parte del ‘Start Up Café’ de la Universidad Icesi-, logró la mejor calificación en la convocatoria ‘Ideas innovadoras en turismo experiencial’.

El concurso fue promovido en el 2011 por la Cámara de Comercio de Armenia, la Gobernación del Quindío y la Ruta del café, luego de que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), inscribió el paisaje cultural cafetero en la lista del Patrimonio cultural de la humanidad.