LA RUTA ESOTERICA

Los seguidores de las doctrinas esotéricas van en busca de su mundo interior visitando los lugares energéticos.

28 de octubre de 1996

El turismo no es sólo diversión y recreo. Para los seguidores de las doctrinas esotéricas los viajes son también una forma de buscar el conocimiento interior. Y los destinos abundan. Al punto que puede hablarse de una ruta esotérica, con diferentes puntos en el globo terráqueo hacia los cuales se encaminan cada año millones de viajeros de todo el mundo en busca de la sabiduría y la energía de las antiguas culturas.
Pero quien va en busca de los lugares sagrados no es un turista común y corriente. Para los esotéricos las pirámides de Egipto no son sólo un lugar donde fotografiarse encima de un camello o admirar misteriosas y ancestrales construcciones. Para ellos esos cálculos matemáticos se asocian con lo metafísico y son lugares de alta vibración energética que invitan a la reflexión. Igual sucede con el Tíbet. La mayoría de las personas que hacen el viaje al Himalaya no sólo desean escalar el Everest o conocer a los grandes gurúes. Van en busca de su sabiduría ancestral y del silencio que propicia la interiorización. Y aquellos que siguen el camino de Santiago de Compostela no sólo desean conocer, su propósito es poner a prueba su voluntad en el camino y alimentar el espíritu. "Una de las innumerables vías por las cuales pueden llegar a ese conocimiento del ser interior es el peregrinaje a los lugares sagrados, que han existido siempre en todas las culturas y religiones", dice María Eugenia Ríos, una especialista en el tema y quien ha conducido varios grupos por el mundo.
Aunque esos lugares tienen una afluencia permanente de viajeros y de científicos, una cosa es ser un turista o un arqueólogo y otra muy distinta es ser un peregrino. "Quien viaja a un santuario no sólo lo hace para conocer y admirar sino que va en busca de algo que va más allá de lo que ven sus ojos", dice la entrevistada.
Así que para que un peregrinaje cumpla su cometido no basta con subirse en un avión y conseguir un guía para visitar templos o fortalezas. "Se trata de hacer, paralelamente con la ruta, el camino hacia el conocimiento interior a través de la meditación y las prácticas de conexión con las entidades guardianas de cada sitio", dice María Eugenia Ríos. Sin embargo no hace falta cruzar el Atlántico. Con el cambio de era, de Piscis a Acuario, el interés de los esotéricos se ha centrado en Latinoamérica. "Acuario es la era del saber y de la revelación y todos esos misterios que habían estado ocultos son la guía del nuevo camino para el crecimiento espiritual del hombre -dice la especialista-. Según las profecías de los oráculos, luego de 500 años de misterio la antigua sabiduría de los incas, los mayas y los aztecas está próxima a revelarse". Por eso la nueva ruta de los esotéricos pasa por Machu Picchu y Cuzco en el Perú, el Monte Sajana y el Lago Titicaca en Bolivia, los lugares sagrados de la cultura maya en México y Guatemala e incluso San Agustín en Colombia.
Pero antes de alistar maletas los peregrinos se concentran durante varias semanas con el fin de prepararse para entender y tener la vivencia de las fuerzas y energías de los lugares que van a visitar. Esta preparación sicofísica incluye caminatas, ejercicios de meditación y concentración que les permitan disponer de la energía para captar abiertamente el 'prana' -energía- que se respira en esos lugares, explica María Eugenia. "Los objetivos del caminante son la purificación, física, emocional, mental y espiritual, a través de la meditación. Y sea cual fuere la ruta por elegir, lo importante es tomar conciencia de que el único camino es hacia el universo interno". La verdad es que una de las grandes búsquedas del final de siglo es la de la espiritualidad y, ahora, ese peregrinaje a los lugares sagrados puede hacerse en jet y en hoteles de cinco estrellas.