LAS QUE SIEMPRE ELIGEN MAL

Hay mujeres que en asuntos de amor parecen predestinadas a tropezar varias veces con la misma piedra: ¿Azar o desorden vocacional?

17 de diciembre de 1990

Enamorarse, dicen, es lo mejor que puede sucederle a un ser humano. Pero "amar demasiado" a una persona puede convertirse en una verdadera enfermedad. Este mal, que aqueja particularmente a las mujeres, es catalogado por los especialistas como más peligroso que el mismo consumo indiscriminado de drogas o de bebidas alcohólicas.
Según estudios de reconocidos sicoterapeutas, amar en exceso a alguien es un fenómeno que presenta las mismas características de obsesión que los casos de consumo de marihuana, heroína o cualquier otra sustancia sicotrópica. De un amor sano y normal puede llegarse, sin señal alguna, a una "obsesión" de tan grandes dimensiones, que no sólo afecta la mente de la enamorada sino también su funcionamiento físico e intelectual. Puede llegar a producir, incluso, cambios en las normas de conducta y en los tradicionales valores personales.
La terapeuta norteamericana Robin Norwood se ha convertido en el Robin Hood de los amores difíciles. Su libro "Las mujeres que aman demasiado" -publicado en Colombia por Tercer Mundo está dedicado a las víctimas de 105 amores insanos que pasan la vida esperando, y deseando, que el hombre al que aman cambie. El problema debe ser muy común, por cuanto el libro vaya por la cuarta edición y durante siete meses estuvo en la lista de los best sellers del New York Times. Según la autora, "cuando estar enamorado significa sufrir, es señal de que se ama demasiado".

Pero ¿cómo saber si se está amando demasiado? ¿Cómo darse cuenta de que el amor por la pareja se ha convertido en un "vicio" que ya no genera sino sufrimiento? Como en todos los casos de adicción, lo más difícil es que la víctima acepte su enfermedad.
Sin embargo, en el fenómeno de las "superenamoradas", existen señales y síntomas precisos que las identifican como poseedoras de ese grave mal.
Todas las mujeres que aman demasiado comparten, unas más otras menos, un perfil común.

UN PASADO QUE LAS IDENTIFICA
Las mujeres que aman en exceso han vivido, por lo general, en un hogar que no ha funcionado normalmente. El padre ha sido alcohólico, violento, irresponsable o indiferente con los hijos. La madre ha padecido de los ultrajes del marido, ha tenido amantes o se ha comportado como un ser sin ninguna fuerza de espíritu. De todas formas, no ha existido una relación afectiva entre los miembros de la familia y esto hace que la hija, en su etapa madura, se "obsesione" por dar todo ese amor que se le negó en el pasado a un hombre que no lo merece. Se siente con la obligación de dar más cariño que el que normalmente puede.
Entonces comienzan los sacrificios y las responsabilidades "extremas" para satisfacer a su pareja. Se inicia, así, el vicio de "amar demasiado".
El hecho de haber vivido con padres inaccesibles, a los que les quedaba difícil y casi que imposible ofrecer y recibir amor, hace que las mujeres opten por hombres igualmente complicados y que, según ellas, requieren mucha atención y cuidados.
Se convierten, entonces, en una especie de "salvadoras" de su pareja. Por él hacen hasta lo imposible. Lo buscan, lo llaman, lo vigilan constantemente con la intención de no perderlo, con la idea de no repetir la triste historia familiar.

La obsesión de amar tanto a "su hombre" hace que estas mujeres se aprecien poco a sí mismas. Su autoestima es prácticamente nula. Para ellas no buscan ningún beneficio e, incluso, se sienten sin derecho a la felicidad. Cualquier problema que se presente en la relación será culpa de ellas. Y la responsabilidad de solucionarlo, también recae sobre sus hombros.

OBSESION FATAL
Nadie ama demasiado por casualidad. Hay una serie de antecedentes y actitudes que pueden considerarse como patrones previsibles del mal.
* Típicamente proviene de un hogar que no satisfizo las necesidades emocionales. Esa carencia trata de compensarse proporcionando afecto a hombres que parecen necesitados o inaccesibles.
* Como le aterra que la abandonen, hace cualquier cosa para evitar que la relación se termine.
* Casi ninguna cosa es demasiado si "ayuda" al hombre con quien está involucrada. Acostumbrada a la falta de amor en las relaciones personales, está dispuesta a esforzarse cada vez más para complacerlo.
* Está dispuesta a aceptar mucho más del 50 por ciento de la responsabilidad, las culpas y los reproches cuando hay dificultades en la relación.
* En su relación está más en contacto con el sueño de cómo podría ser que con la realidad de la situación.
* Está predispuesta emocional y bioquímicamente a volverse adicta a las drogas, al alcohol o a ciertas comidas, particularmente a los dulces.
* Se ve atraída a involucrarse con problemas y situaciones dolorosas e inciertas de otras personas.
* No la atraen los hombres que son amables, estables y confiables porque le parecen "aburridos".

ADIOS A LOS HOMBRES NORMALES
Las mujeres que tienen como obsesión "amar demasiado", no buscan como pareja un hombre normal y corriente con el que puedan modificar sus hábitos y lograr una relación normal y estable, asegura la autora.
Por el contrario, ellas "persiguen" a los hombres que sufran complicaciones con el alcohol o las drogas; a los que están totalmente dedicados a su trabajo o a los que prefieren ver televisión las 24 horas del día, sin atender un solo minuto a su pareja.
Par la mente de las mujeres "obsesivas del amor", no pasa el establecer una relación con hombres que puedan brindarle más afecto que ellas sino con los que se ven más "necesitados" de cariño, de protección y de cuidado constante. Estos hombres, por lo general, no asumen la relación como algo serio y estable. Más bien la toman como una entretención y se aprovechan de las ilimitadas atenciones que su pareja está destinada a brindarles. En cualquier momento pueden abandonarla, y eso es lo que normalmente sucede. Una relación al lado de las mujeres que "aman demasiado" nunca es duradera.
Sin embargo, justificar el porqué escogen a hombres problemáticos es bastante sencillo: éstos son los que requieren más atención. Ellas se sienten las "salvadoras", las únicas que pueden retirarlos del alcohol o de la droga. Las únicas que pueden comprender que su trabajo los absorba las 24 horas del día. Su vida la reducen a cumplir la "misión" de beneficiar a su pareja, aunque con ello se estén acabando a sí mismas. Pero lo importante para ellas es mantener viva la relación cueste lo que costare.

UNA POSIBLE SOLUCION
Aunque esta enfermedad no es mortal, sí puede dar al traste con la salud emocional e incluso física. Por fortuna, existe para las "superenamoradas" una terapia precisa que puede acabar de una vez por todas con la grave "obsesión" que sufren. La terapeuta asegura que "las mujeres que aman demasiado pueden recuperarse cuando descubren la capacidad de amarse a sí mismas".
En resumen esta es la terapia:
* Lo primero que tiene que hacerse, como en todo mal, es aceptarlo. Estar conscientes de la enfermedad que padecen al amar "obsesivamente" al hombre equivocado. Si este punto se cumple, los otros remedios serán más suaves.
* Un segundo paso es buscar la ayuda de un especialista. Este no es un mal que se soluciona estando sola. Por primera vez, se tiene que aceptar el hecho de recibir el apoyo de alguien como algo normal. No solamente se está en la vida para brindar afecto a los demás. Es indispensable, también, recuperar el amor propio, la autoestima, sentirse más importante que el amor que se siente por la pareja.
* Hay que decirle adiós a los ímpetus de querer dominarlo todo, de tratar de controlar todo en la vida de la pareja.
Existen cosas que son imposibles de compartir, así se trate de una relación demasiado íntima. Además, no estar ofreciendo constantemente, y sin ser solicitados, consejos y recomendaciones. Deje que haga las cosas por su cuenta y riesgo y no se achaque toda la responsabilidad de los problemas que se presenten.
* Y lo más importante: preguntarse si el hombre al que ama es el adecuado para usted. Si no lo es, no hay que dudar en abandonarlo, pues de lo contrario comenzará de nuevo el sufrimiento.
Para recuperarse del mal de "amar demasiado" es necesario valorar la propia personalidad, darse cuenta de las capacidades y aptitudes que cada persona tiene. Es indispensable volverse "egoísta".