LAZOS FAMILIARES

Contar con un hermano en la etapa escolar, garantiza la estabilidad emocional en la vejez.

26 de febrero de 1990

Ser feliz a los 65 años no depende, como hasta ahora se pensaba, de haber tenido una infancia estable, un buen matrimonio o una carrera exitosa, sino de haber contado con un hermano cómplice en la edad escolar. Esa es una de las conclusiones de un reciente estudio que ha dado al traste con las viejas teorías acerca de la estabilidad emocional.
El aumento de la expectativa de vida ha llevado a los científicos a preocuparse por la calidad de esos años que se han ganado. Y las nuevas investigaciones, que buscan descifrar el secreto de la salud emocional en la edad adulta, señalan que la capacidad para manejar los golpes de la vida sin amargura ni resentimientos y el haber tenido estrechas relaciones con un hermano, son factores fuertemente relacionados con el sentimiento de satisfacción con la vida cuando se llega a los 65 años.
El descubrimiento contradice antiguas teorías que otorgan gran importancia a la infancia como base de la salud emocional. Según los investigadores, el tiempo todo lo cura y aun devastadores problemas en la niñez no tienen mayor efecto 50 años más tarde. Señalan también que características como la inteligencia, la espontaneidad o la habilidad para hacer amigos, tan importantes en los primeros años, resultan completamente inocuas en la tercera edad. En cambio el pragmatismo y la seguridad son particularmente importantes.
La investigación, publicada en la edición de enero del American Journal of Psiquiatry realizó durante 40 años un seguimiento a 170 hombres. El proyecto, conocido como Estudio Grant, permitió a los investigadores detectar sutiles factores que intervienen, para bien o para mal, en la estabilidad emocional de la vida adulta. Sin duda, el resultado más sorprendente del estudio es que la cercanía a un hermano durante la época escolar predice un fuerte bienestar. Mucho más fuerte que haber tenido un matrimonio feliz o una carrera exitosa. Durante el seguimiento, los hijos únicos, o quienes permanecieron distantes de sus hermanos en la edad escolar, mostraron ser más infelices a los 50 años, que quienes contaron con una estrecha relación fraternal.
Antes de los 50, los factores más importantes en la salud mental adulta son una vida hogareña afectuosa en la niñez, un buen matrimonio y un trabajo estimulante, pero en la década anterior a la edad del retiro estos disminuyen su significado. Y a los 65, la calidad de las relaciones con los hermanos se convierte en el factor más decisivo en el ajuste emocional. Los investigadores encontraron muy poca evidencia de que factores como la pobreza, la orfandad o la separación de los padres incidan en la estabilidad emocional de la edad adulta. "La gente es extraordinariamente adaptable y con el tiempo se recuperá. Esta perspectiva de 50 años muestra que, tratándose de golpes emocionales, el tiempo puede curarlo todo", dice el doctor Vaillant. Sin embargo para un hombre el haber contado con la cercanía y el afecto de un hermano durante la época de colegio, puede ser la mejor vacuna contra la depresión tardía.