LAZOS FAMILIARES

Una nueva asociación en Colombia muestra que una buena alternativa para superar el duelo por la muerte de un hijo es el apoyo entre padres que han pasado por la misma experiencia.

8 de abril de 1996



LOS ESPECIALISTAS EN EL TEMA DE LA muerte aseguran que una de las experiencias más difíciles de sobrellevar es la pérdida de un hijo. Lo es básicamente porque de alguna manera trasgrede una ley natural de la vida que establece que los hijos sepultan a sus padres. La dificultad para aceptar esta amarga experiencia es mayor debido a que el de un hijo es un vínculo irreemplazable. En otros casos de pérdidas, como la del cónyuge, aunque el dolor es profundo por la cantidad de interacciones ligadas al otro, la realidad muestra que la capacidad de amar en la persona no queda lesionada y cerca de 80 por ciento de los viudos vuelve a establecer una nueva relación. Lo mismo sucede en el caso de la pérdida de los padres, que a pesar de ser traumática porque la gersona pierde el contacto con el pasado, de alguna manera es una ausencia que todo el mundo tiene presupuestada en la vida. Con un hijo, cualquiera que sea su edad, queda una herida que nunca se cierra pero con la cual se aprende a convivir.
Pero llegar a este punto no es fácil. Según la sicóloga Isa Fonnegra de Jaramillo, especialista en el tema de la muerte y directora de la Fundación Omega, la sociedad establece muchos obstáculos para la recuperación de las personas. Para empezar, no exlste un espacio propiclo dónde desahogar ese dolor ni interlocutores capacitados para entender la magnitud de la pena. "Los dolientes no se sienten cómodos hablando del hijo porque la sociedad les pide que lo olviden. Ademas les dan, en forma arbitraria, límites de tiempo para que lloren y no enlienden que en estos casos no hay patrones a seguir y que cada cual termina viviendo su propio duelo de manera diferente", dice la doctora Fonnegra.
Aunque algunos sugieren que los procesos de duelo son situaciones naturales y no patológicas que pueden superarse sin ayuda profesional, en algunos casos es preciso que la persona reciba una orientación sobre lo que puede esperar de esa experiencia. Según la sicóloga, el porcentaje de separaciones, así como la aparición de enfermedades, aumenta de uno a cinco en parejas que han perdido hijos.
Aunque existen muy pocos especialistas para atender la alta demanda de consultas por esta causa, hoy los padres colombianos cuentan con una asociación llamada Lazos, la cual puede ser una alternativa no profesional para manejar el duelo por la pérdida de un hijo. La asociación tiene el respaldo del grupo Renacer, que funciona en Argentina, y la experiencia de Amigos Compasivos en Estados Unidos. La idea del grupo es básicamente compartir vivencias individuales para enriquecer a todos los demás, teniendo en cuenta que quienes han pasado por este trance son mejores entendedores y escuchas de todos los sentimientos que pueden surgir después de una situación como esta. "Se trata de escuchar, deno juzgar ni dar consejos, de comprender y de que unos a otros se acompañen desde el sentir y no desde lo racional", dive el siquiatra Carlos Bianchi, quien estuvo la semana pasada en Colombia para trazar lineamientos básicos sobre la ayuda que prestan estos grupos.
Uno de los objetivos básicos de Lazos es que los padres acepten que perdieron a su hijo y que al mismo tiempo modifiquen esa relación basada en la presencia física por una más espiritual. "No se trata de que lo olviden. Tampoco de acabar el dolor, porque el dolor siempre viaja con uno. La diferencia está en tratar de que no sea el dolor el que lleve el control de nuestras vidas", aclara Bianchi.
Lo interesante de esta experiencia es que, a través de testimonios similares, las personas pueden sobrellevar mejor los diferentes sentimientos que surgen con este tipo de pérdidas, entre las cuales sobresale la negación de la realidad, la culpabilidad la idealización del hijo perdido o el resentimiento hacia la vida. Como cada proceso de duelo es singular, los testimonios también lo serán y en esa medida una expenencla ayudara a otros a reflexionar sobre el caso individual. Por ejemplo, es común que la gente sienta que quedó en deuda con el hijo muerto, que era más especial que sus hermanos o que le faltó vivir. "Todo se altera, pero hay que empezar a modificar las cosas, hay que hacer un proceso de reeducación. De hecho, quien pasa por esta experiencia no vuelve a ser el mismo", dice Bianchi.
Este aprendizaje, aunque doloroso, es necesario para seguir la vida. Lo cierto es que a través de estos grupos, aunque la persona sienta en un primer momento la constante necesidad de reanudar el vínculo físico con el hijo ausente irá comprendiendo con el tiempo que ese hijo está en todas partes.

CERRANDO HERIDAS
LOS GRUPOS de autoayuda no brindan normas sobre cómo llevar el duelo porque esta es una experiencia singular. En este sentido no hay consejos ni juzgamientos ni pasos por seguir. Es un espacio que no brinda la sociedad y que es necesario para compartir sentimientos que ayudan a superar esa pérdida. Tiene cuatro fases fundamentales, la etapa de bienvenida, la testimonial, de reflexión y estudio y finalmente el plan de vida. Con todos estos se pretende que los padres de alguna manera traduzcan esa pena en una experiencia formadora. Estos grupos se establecerán en Bogotá, Barranquilla y Cali, pero la idea de Lazos es crear una red de apoyo en todo el país.