T E R A P I A

Lento regreso

Un grupo de especialistas redactó un manual para el tratamiento médico y sicológico después del cautiverio.

15 de enero de 2001

El regreso de todo secuestrado es un momento de felicidad plena y en medio de la alegría muy pocos se detienen a pensar en su salud física y mental. Se ha encontrado, sin embargo, que el secuestro deja secuelas en muchos niveles y por eso tener una evaluación médica y un seguimiento sicológico hasta después de un año de la liberación no sólo es conveniente sino indispensable.

A esta conclusión llegó un grupo interdisciplinario de médicos de la Fundación Clínica Valle del Lili, que tuvo que atender a los secuestrados del Kilómetro 18 en Cali cuando fueron liberados.

Aunque está basado en los riesgos particulares a que estuvieron expuestos estos retenidos, el documento es un lineamiento general que puede servir de guía para el manejo de otros secuestrados liberados en cualquier zona del país. “La idea es crear conciencia de estos riesgos para que las personas y los médicos estén alerta frente a ellos, los detecten y los manejen a tiempo”, dice el médico Hernán Rincón, uno de los integrantes del grupo.

Las huellas físicas

Mucho se habla del impacto sicológico del secuestro. Pero la verdad es que esta dura experiencia también es traumática para el organismo. Dentro de los sistemas que más sufren está el inmunológico, que se deprime debido a muchos factores, entre ellos el estrés y la mala alimentación. Esta baja en las defensas permite la aparición de infecciones.

Los cambios en la alimentación, ya sea por disminución o por mala calidad de la comida, alteran también el sistema gastrointestinal. “La víctima puede sufrir tanto de estreñimiento como de diarrea o mala absorción de lo poco que se coma”, dice Rincón. El estrés sicológico puede darle vía a la gastritis y la úlcera, situaciones que pueden desencadenar sangrados masivos.

Aunque a simple vista no parezca obvio, la piel es otro de los sistemas que se deterioran debido a la deficiencia en vitaminas, lo que genera una mayor propensión a infecciones en este órgano.

Dependiendo de la zona y las condiciones del secuestro pueden presentarse otras enfermedades. La malaria, la leishmaniasis y la miasis (gusanos en la piel) pueden aparecer, incluso, meses después de terminado el cautiverio.

Otra fuente de riesgos de enfermedades como la hepatitis A, la fiebre tifoidea y otras infecciones bacterianas la brinda el consumo de agua contaminada.

La falta de minerales como calcio y fósforo puede afectar la resistencia de los huesos y ocasionar más fácilmente las caídas y fracturas.

El hacinamiento y la falta de aseo traen como consecuencia la aparición de abscesos, piojos y hongos.

Estas enfermedades son prevenibles y controlables con atención médica temprana después de la liberación. Durante el cautiverio, infortunadamente, la gente está a merced de los secuestradores y dependerá de ellos para atender este tipo de problemas.

Vivir ‘sicosiado’

Tal vez el tema del que más se ha hablado es del impacto del secuestro a nivel sicológico. Después de una experiencia como esta es común que las personas sufran trastornos del sueño, tengan imágenes del secuestro, sientan temores de que algo parecido les vuelva a suceder o se mantengan en un estado de hipervigilancia. “Ellos mismos se refieren a eso como quedar ‘sicosiados”, dice María Cecilia Jácome, sicóloga de la Fundación País Libre.

Los síntomas anteriores —que en un comienzo son normales— deben ir disminuyendo con el tiempo. Cuando se mantienen o aparecen seis meses después deben ser motivo de consulta para evitar daños mayores, pues podría tratarse de un caso de síndrome de estrés postraumático. Este trastorno engloba una serie de comportamientos como la hipervigilancia, evitar todo lo que recuerde el secuestro, el miedo continuo y pesadillas recurrentes, entre otros.

Además de los anteriores trastornos es posible que las personas presenten otras enfermedades, como depresión, o que desarrollen síntomas obsesivos, compulsivos y fóbicos. “Hay gente que oye un helicóptero y revive toda la situación de peligro aunque no se encuentre ya en riesgo”, dice la sicóloga. La experta recomienda durante el cautiverio lograr espacios de funcionamiento propios, desarrollar rutinas, así como hacer ejercicio. Para después de la liberación es conveniente que la persona lea sobre el proceso que ha vivido para que analice si está asimilando la experiencia de manera correcta o no.

El secuestro alcanzó cifras récord este año. Según País Libre, hasta octubre de 2000 fueron retenidas en forma ilegal 2.754 personas. La mayoría de ellas —alrededor de 1.622— lograron salir vivas de esa situación porque fueron liberadas, rescatadas o se fugaron de sus captores. Si bien lo más difícil fue vivir ese trauma, lo cierto es que tener en cuenta las secuelas y manejarlas puede ser definitivo para que las heridas físicas y mentales logren sanar.