LLOVIENDO SOBRE MOJADO

Hace 20 años, los hoy ganadores del Premio Nobel de Química fueron criticados por alertar al mundo sobre el daño en la capa de ozono.

13 de noviembre de 1995

EL PREMIO NOBEL de Química reconoció este año el mérito de tres quijotes que hace dos décadas alertaron al mundo sobre los peligros del daño sufrido por la capa de ozono en la atmósfera. Hace 20 años, el mexicano Mario J. Molina, el estadounidense F. Sherwood Rowland y el holandés Paul Crutzen, fueron sin embargo duramente criticados por la comunidad empresarial y científica al revelar que los compuestos industriales amenazaban la capa de ozono que rodea la Tierra y planteaban un peligro catastrófico para el planeta.
Ahora, cuando el mundo entero empieza a sufrir las consecuencias del efecto invernadero, la Real Academia Sueca de Ciencias les ha otorgado el premio por sus trabajos. Según el comunicado, "los tres han hecho contribuciones pioneras para explicar qué tan sensible es la capa de ozono. Y gracias a ellos ha sido posible tomar importantes decisiones que prohíben la liberación de gases que destruyen la capa de ozono". Actualmente Molina trabaja en el Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del Instituto de Tecnología de Massachusetts -MIT-, Rowland lo hace en el departamento de química de la Universidad de California, en Irvine, y Crutzen labora en el Instituto Max-Planck de Maguncia, en Alemania.
El artículo, escrito en 1974 y publicado en la revista científica Nature, tenía un carácter totalmente teórico. "Indudablemente no fue muy bien recibido", dijo Molina la semana anterior en su oficina del Instituto de Tecnología de Massachusetts, donde es profesor de química atmosférica. "Lo gratificante es que después de mucha perseverancia y luego de varias pruebas científicas, la industria en última instancia llegó a estar de acuerdo".Y agregó que le sorprendió y alegró el hecho de que por fin un científico preocupado por cuestiones del ambiente lograra ganar el preciado premio.
Quince años más tarde, los estudios de Molina, Rowland y Crutzen sobre los daños producidos en la capa de ozono por gases como el de clorofluorocarbono -CFC- condujeron al Protocolo de Montreal -suscrito en 1989- mediante el cual se está eliminando gradualmente el uso de CFC en los aerosoles, los acondicionadores de aire y los refrigeradores. "El protocolo fue un avance importante pero todavía hay que estudiar otros peligros", señaló el nobel mexicano la semana anterior.
La capa atmosférica protectora de ozono muestra ya un agujero de siete millones de kilómetros cuadrados y registra el valor total de ozono más bajo jamás observado. Y existe ya un amplio consenso científico acerca de que la disminución del ozono atmosférico está vinculado a la liberación de los clorofluorocarburos. El principal efecto del daño a la capa de ozono está en la radiación ultravioleta solar, que causa quemaduras y cáncer de piel, una enfermedad que hoy ya muestra índices alarmantes. Pero además ocasiona el cambio del clima terrestre.
A pesar del premio, en materia de protección ambiental el antiguo refrán de que llueve sobre mojado se vuelve más y más cierto. A pesar de las advertencias, el hombre sigue recargando la atmósfera con gases. Y cada año se arraiga más en la Tierra el efecto invernadero. Las lluvias no sólo son más torrenciales, sino que el clima en general se vuelve más severo.
Según manifestaron hace unas semanas expertos de la Dirección Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos -NOAA-, por sus siglas en inglés, "una de las proyecciones es que aumentará la intensidad de la precipitación pluvial" y eso parece ser lo que ya se observa. Y mientras el mundo se debate en medio de huracanes, sequías o inundaciones, la conferencia internacional para reducir la emanación de gases apenas empezará a acordar nuevos compromisos que buscan alcanzar antes de 1997 un acuerdo para proteger al medio ambiente. Es decir, que luego de 20 años de haber dado la voz de alerta, el mundo ya está padeciendo las consecuencias del daño a la capa de ozono pero aún no ha tomado las medidas necesarias para evitar el desastre.