| Foto: Javier de la Torre Galvis / Semana

PSICOLOGÍA

Los beneficios de enfurecerse

Por extraño que parezca, sentir ira puede traer beneficios, desde disminuir el riesgo de enfermedades, hasta contribuir a grandes cambios sociales.

6 de abril de 2013

La ira, ese sentimiento que surge por la frustración de no lograr algo o de una provocación, es vista por la sociedad como un acto salvaje, egoísta e inclusive pecaminoso. Y aunque es cierto que puede ser destructiva, a la luz de nuevos estudios psicológicos sentirla podría generar varias ventajas en el individuo y la sociedad. 

Steve Yeschek, especialista de la Asociación Nacional del Manejo de la Ira, en Estados Unidos, dijo a SEMANA que ese estado de ánimo “podría ser una fuerza positiva para el cambio y ayudar a las personas a enfocarse en una meta o a solucionar un problema”. Esa motivación hace que los irascibles sean tan optimistas como los alegres, por extraño que parezca. De hecho, las investigaciones muestran que cuando alguien se pone furioso, aumenta el fluido de sangre en el cerebro y se activa la región relacionada con los sentimientos de felicidad y sosiego. 

Yeschek habla de dos tipos de ira, una buena y una mala. La primera es “controlada por un alto raciocinio y juicio moral” y la segunda es “incontrolable, destructiva y no tiene propósito”. Por eso él y otros expertos le apuntan a la ira positiva que mueve a una persona a “resolver problemas y a exigir justicia”. Esto se logra si la persona tiene control sobre ella, es decir, la usa de forma moderada y en el momento indicado.

Así les sucedió a los estadounidenses luego de los atentados del 9/11. Un estudio realizado por Jennifer Lerner, de la Universidad de Harvard, nueve días después de dichos ataques terroristas, analizó las actitudes de más de 1.000 personas tras la tragedia. La autora encontró que quienes sintieron rabia guardaban la esperanza de que este tipo de hechos no se repitieran, mientras que los que expresaron miedo fueron mucho más pesimistas sobre el futuro. 

La ira bien administrada puede aumentar la longevidad de una persona, pues quienes reprimen sus emociones incrementan el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas o cáncer. Así lo demostraron los científicos de la Universidad de Jena, en Alemania, al entrevistar a 6.000 individuos.

Como reveló un grupo de científicos holandeses, este sentimiento también sirve para estimular la creatividad, pues ayuda a concentrar la atención y genera un sistema de pensamiento más flexible. “Cuando la gente está brava busca conseguir cosas positivas e intenta diferentes caminos para llegar a ese fin”, dijo a SEMANA Bernard Nijstad, psicólogo de la Universidad de Groningen y coautor del trabajo. 

Tal vez por esto, la ira es bien vista en ciertos ámbitos, como el político o el mundo de los negocios, donde se considera señal de liderazgo y democracia. Algunos expertos señalan que la resistencia pasiva del dirigente indio Mohandas ‘Mahatma’ Gandhi es un buen ejemplo de la rabia controlada. 

En el caso de las relaciones de pareja, donde son comunes los conflictos, es un error reprimir la rabia, no solo porque se ha visto que hacerlo aumenta la presión arterial y acorta la vida, sino porque impide pensar en las razones que provocan el problema. Así, se evita la búsqueda de soluciones a ese conflicto. 

Sentir la rabia y controlarla para que produzca cambios positivos no es fácil. Entre otras cosas, porque además de saber controlar la propia hay que saber responder a la de los demás. Todo esto lleva a pensar que la ira no puede ser ignorada, como promueven muchas religiones y grupos pacifistas. Su manejo es sustancial en la medida que representa una manera de fomentar comportamientos positivos y mejorar las relaciones en la sociedad.