Los hombres también lloran

Varios episodios recientes demuestran que la era del machismo está tocando a su fin.

6 de diciembre de 1993

LAS LAGRIMAS MASCULlNAS PARECEN ser una especie de reciente aparición. En los últimos meses los colombianos las han visto aflorar ante las cámaras en los ojos de algunos personajes: un consejero de Estado, un asesor del Banco de la República, un general del Ejército y el rector de la Universidad Nacional. En diferentes circunstancias, los cuatro han mostrado que la época cuando los hombres parecían invulnerables a las emocion ha quedado en el pasado. Por primera vez ellos están dejando traslucir sus emociones sin importarles, incluso, que estas lo lleven al borde de las lágrimas.
Educados para reprimir y ocultar los sentimientos, "los hombres han sido tradicionalmente considerados disléxicos emocionales", dice el sicoterapista estadounidense Alvin Baraff, creador de un centro de sicoterapia para varones en Washington. En su su libro "Hablan los hombres", el doctor Baraff afirma: "Muchos de mis pacientes se resisten ante la idea de que los sentinientos son importantes. Desde niños han sido educados para aparentar invulnerabilidad. Ellos sienten que no deben llorar y creen que emocionalmente nunca deben pedir ayuda porque se supone que siempre saben lo que tienen que hacer". Pero luego de estar varios años escudriñándoles el alma y escuchando cuitas masculinas, el sicoterapista llega a la conclusion de que los hombres están hechos de la misma madera de las mujeres, y que el hecho de que no manifiesten abiertamente sus emociones no quiere decir que estas no existan o que no sean igualmente intensas.
Por eso, dejando a un lado los prejuicios machistas, en los últimos tres meses varios personajes nacionales han mostrado ante las cámaras que no son hombres de acero. A comienzos de junio. Carlos Ossa Escobar, miembro de la Junta Directiva del Banco de la República, derramó lágrimas al afrontar la presión de la prensa y el escarnio público a raíz del incidente ocurrido en el aeropuerto Eldorado, cuando en una requisa se encontraron en su maletín unos gramos de marihuana. Dos meses después, el presidente del Consejo de Estado, Guillermo Chaín Lizcano, demostró, con lágrimas en los ojos, su indignación ante la insolita citación a indagatoria a 16 magistrados, por parte de un parlamentario procesado por enriquecimiento ilícito, quie intentó enjuiciar por cargos de prevaricato a los magistrados que despojaron de su investidura a un senador condenado por malversacion de fondos públicos. Hace tres semanas, al pasar a la reserva, el segundo comandante del Ejército, general Manuel Sanmiguel Buenaventura, no pudo ocultar su emoción y dejó aflorar algunas lágrimas en la despedida que le brindaron los subalternos luego de 35 años de servicio en la institución militar. Finalmente, la semana anterior el rector de la Universidad Nacional, Antanas Mockus, atribulado por el escándalo que suscitó su actitud de bajarse los pantalones ante un grupo de estudiantes, lloró al señalar a la prensa que acababa de presentar renuncia de su cargo tras dos años de gestión y casi 20 de vinculación al plantel educativo.
Lo que estos cuatro casos demuestran es que la era del machismo ha tocado a su fin. Y no sólo por cuenta de la igualdad sexual sino también por cuestiones de salud física y mental. Para los sicólogos, siquiatras y médicos cardiólogos no es un secreto que reprimir las emociones hace a los hombres más vulnerables al estrés e incluso al infarto. Recientemente, el sicólogo estadounidense William Pollack, profesor de la Universidad de Harvard, señaló que la causa por la cual las mujeres viven más que los hombres -siete años en promedio- es que ellas dan rienda suelta a sus sentimientos: "Es posible que el machismo sea el principal factor que cuente en la más corta expectativa de vida masculina", asegura Pollack. Y una de las actitudes machistas más frecuentes, que él denomina el "síndrome de John Wayne", es ocultar los sentimientos."Los hombres consideran que deben frenar sus emociones y hacerse los fuertes en siuaciones de alta emotividad o estrés, pero esto puede, literalmente, destrozarles el corazón. De hecho, esta visto estadísticamente que ellos sufren más infartos que las mujeres". Por su parte, el epidemiólogo James Orbond, de la Sociedad Clínica Americana, asegura: "Los hombres podrían añadir más años a su vida si aprendieran de las mujeres a manejar sus tensiones y ocasionalmente lloraran. El llanto es una reacción emocional innata ue no debe ser reprimida pues actúa como restaurador del organismo". Se sabe que las lágrimas tienen un efecto protector de las acciones dañinas provocadaspor un estado emocional complejo, y que ayudan al organismo a recuperar la estabilidad.
En todo caso, luego de ser, por décadas, víctimas de su propio machismo, las cosas han empezado a cambiar para los hombres. Cada vez son menos los que se avergüenzan de expresar sus emociones. Y para el sexo débil las lágrimas masculinas, lejos de ser un signo de debilidad, son una muestra de nobleza.