Los lavadores de cerebros

¿Qué proceso mental tiene que ocurrir para que personas normales lleguen al suicidio por cuenta de un líder loco?

24 de mayo de 1993

LA TRAGEDIA DE WACO HA CONMOvido a la opinión pública mundial. Pero la dramática muerte de los seguidores de David Koresh es el último pero no el único caso de inmolaciones masivas. Los líderes espirituales con el poder de convertir a seres humanos en un obediente rebaño, que llega incluso hasta el martirio, no es extraña en el mundo actual. En las dos últimas décadas han sido varios los casos de predicadores con veleidades divinas que han mostrado tristemente su capacidad para atraer y manipular a sus seguidores hasta el punto de llevarlas al suicidio colectivo. En 1978, en Jonestown, Guyana, Jim Jones, un fanático religioso, convenció a un millar de seguidores de beber una mezcla mortal de jugo de frutas y cianuro que convirtió su comunidad en un campo de muerte. En 1987, Park SoonJa, una coreana que anunciaba el fin del ser humano, provocó la muerte de 32 personas de su secta en una masacre colectiva... Ante estos hechos, la pregunta es ¿qué proceso mental tiene que ocurrir para que personas normales lleguen incluso hasta el suicidio por cuenta de un líder loco?
La respuesta ha sido buscada en los últimos años por siquiatras, sociólogos, sicólogos y teólogos. Para empezar, señalan que el florecimiento de este tipo de sectas religiosas ha aumentado en las últimas décadas. "Al parecer, la cercanía del año 2000 está excitando a la población, que cada cada día se muestra más vulnerable a caer en las redes de los falsos mesías", comenta Gordon Melton, del Instituto de Estudio de Religiones en California. Aunque en diversas épocas de la historia de la humanidad la profecía del fin del mundo ha sido esgrimida por los predicadores, esta tendencia se ha acentuado a medida que se acerca el final del segundo milenio. Uno de los que preconizan el fin es el reverendo Harold Camping, presidente de una cadena de 38 emisoras cristianas en los Estados Unidos, quien en su libro "¿1994?" afirma "está exhaustivamente demostrado que sólo queda un año y medio antes del Apocalipsis". Hoy por hoy, solo en los Estados Unidos no menos de 600 sectas proclaman la inminente llegada del final de los tiempos. "A esto se suma la convulsionada realidad mundial señala Melton. Los desastres naturales, las guerras, etc., hacen que las profecías cobren verosimilitud y estos falsos mesías logran convencer a sus seguidores que sólo ellos se salvarán ". Los seguidores de Koresh creían que era capaz de abrir los Siete Sellos descritos en el Libro de la Revelación, que conllevarían el Apocalipsis y el Juicio Final, y esperaron en vano un mensaje divino.
Pero una cosa es ingresar a una secta para salvarse del apocalipsis y otra muy diferente es llegar al martirio colectivo. En este proceso, dicen los expertos, intervienen diversos factores que van desde el uso de modernas técnicas de persuasión hasta el aislamiento a que por lo general los miembros de estas sectas se someten. "Este es un elemento esencial para comprender la violencia de estos episodios: El total aislamiento de la influencia de la sociedad, hace que se quiebren las normas de conducta y se degenere en violencia y en voluntad de martirio cuando se sienten amenazados. El peligro de muerte individual deja de ser importante frente al valor del grupo. Y por lo general la obsesión de un líder espiritual puede terminar en su destrucción y la de sus adeptos", señala Marc Galanter, profesor de siquiatría en la Universidad de Nueva York. Este aislamiento -explica el siquiatra- también corta los resortes de la continencia en el comportamiento y "provoca las aberraciones sexuales en las que acaban cayendo los fieles de tales cultos", dice refiriéndosé a las 19 esposas que tenia David Koresh y a los padres de la secta "davidiana" que consintieron que su líder tuviera relaciones sexuales con sus hijas menores de edad.
¿COSA DE LOCOS?
La teoría de que Koresh estaba rodeado de "fanáticos" iguales a él, no es compartida por los expertos, quienes señalan que el ingreso a las sectas y cultos no es cosa de "locos" ni es tan ajeno al hombre común y corriente . Estos grupos se nutren de la desesperanza. Y en algún punto de su vida, todo ser humano tiene sentimientos de culpa y áreas en las cuales le gustaría mejorar. "Los seguidores son gente que no consideraría involucrarse con un culto religioso como los Moonies, pero tienen profundos sentimientos de inseguridad, se formulan preguntas acerca de su existencia y buscan respuestas", dice la sicóloga Cynthia Kisser, directora de Cult Awareness Network de Estados Unidos.
Ante la desorientación y el desconsuelo, la palabra que parece atraer a las multitudes es bien simple: "cambio", que es vendida por los predicadores como un sinónimo de esperanza. "El punto básico de este tipo de movimientos es vender la creencia de que los problemas no pueden ser resueltos por la persona poco a poco, sino solamente haciendo cambios fundamentales en su vida y en sus sistemas de creencias", sostiene el escritor Dirk Mathison en un artículo reciente, titulado "Ellos quieren su mente", en el que señala que cada día millones de personas ingresan a todo tipo de cultos tras la promesa de una renovación total de vida. Mathison denuncia una variedad de sectas que tienen a la cabeza a un "carismático especialista en lavado cerebral que, a través de la manipulación mental, llevan a sus seguidores a la desintegración sicológica". Pero además, dice, son habilidosos embaucadores que hacen fortunas atrayendo la confianza y el dinero de los seguidores. Según el escritor, a pesar de las protestas de la comunidad científica y de las quejas de las víctimas ante los tribunales, en las tres últimas décadas estos grupos no sólo han sobrevivido a los escándalos y a la acción legal, sino que siguen conquistando adeptos. A tal punto han llegado las cosas, que en los últimos años en los Estados Unidos han surgido centros de rehabilitación para ayudar a los ex cultistas a rehacer su vida.
LOS CULTOS DEL TORMENTO
Pero el florecimiento de las sectas no es nuevo. Los antropólogos han encontrado evidencia de este tipo de grupos a través de la historia y en todo tipo de sociedades. Y se refieren a ellos como los "cultos del tormento", en los cuales un líder consigue unir a las personas con un denominador común: su "angustia existencial" y, a través de la terapia masiva, anular su voluntad e incluso llevar a sus miembros a que se controlen unos a otros. Pero ¿cómo logran persuadir a las multitudes? Marcia Rudin, directora de la Internacional Cult Education Program de los Estados Unidos da la definición de culto como un grupo que tiene dos características; una, usar coercitivas presiones y las decepciones para conseguir que la gente se asocie y dos, utilizar técnicas de manipulación de la mente sin el consentimiento o el conocimiento de los participantes.
En opinión de los siquiatras, muchas de las modernas técnicas de persuasión que son utilizadas con fines nobles, como charlas para los atletas olímpicos o cursos de crecimiento personal, también son comunes en este tipo de sectas. "El trance inducido, en la cual un auditorio cierra los ojos y escucha metáforas dirigidas -explica la doctora Margaret Thaler Singer, profesora de sicología de la Universidad de California- es una poderosa arma de control mental". Al disminuir toda distracción periférica se consigue que una persona preste toda su atención a otra. Gradualmente ellos son inducidos, bajo la influencia de un carismático líder, a través de rituales -como recitar cantos espirituales por períodos de hasta cinco horas- a un estado de hipnosis. Según los expertos, tras prolongadas y extenuantes sesiones de este tipo de ejercicios cualquier persona puede ser vulnerable a la sugestión para entregar su voluntad, sus escrúpulos e incluso sus ahorros de toda la vida.
Esta manipulación de emociones y sentimientos crean un falso sentido de comunidad y solidaridad en el grupo. Pero en lugar de confianza lo que se consigue en una subvaloración como persona. Con el paso del tiempo, a medida que los miembros de las sectas van cortando los lazos con el mundo exterior, también van renunciando a su capacidad para tomar decisiones y terminan entregando no sólo su mente sino también todos sus bienes y posesiones personales. "El culto es lo único que les queda y esa es la razón para que muchos permanezcan ahí", dice la doctora Singer.
LAVADO CEREBRAL
Pero también personas con cierta educación son reclutadas y sometidas a este "lavado cerebral". El término, aunque parezca, no es exclusivo de la ciencia ficción. Los casos ocurridos durante la guerra de Corea, cuando muchos prisioneros norteamericanos renegaron públicamente de su país, muestran que ejercida la suficiente presión sicológica, es sólo cuestión de tiempo para moldear la mente de un ser humano. "Los chinos sabían que era mucho más efectivo sonreir a los prisioneros que torturarlos", dice la doctora Singer. Así, dicen los expertos en culto, es como funcionan este tipo de sectas. Aunque aparentemente pueden parecer inocuas, en manos de un enajenado mental logran llevar a resultados desvastadores. Al principio, con la estricta observancia de aparentes pequeñas reglas -tales como pedir permiso para ir al baño, o permanecer de pie mientras se entonan cánticos- el líder mide su poder ante el auditorio. "A él realmente no le importa qué tipo de orden da, sino que se siguen fielmente sus órdenes. Y una vez la persona ha dicho sí a algo insignificante es mucho más fácil que diga sí a algo grande, incluso si esto significa revelar sus más íntimos traumas y secretos delante de cientos de extraños" . Posteriormente, estas confesiones son utilizadas por el líder en la manipulación emocional de sus seguidores.
Pero además en el manual de los lideres cultistas hay una regla que todos parecen conocer: la amenaza exterior aumenta la cohesión del grupo. "La secta tiene una misión que cumplir y cualquier extraño es un potencial enemigo. Esto lleva no sólo a un aislamiento calculado, dentro del cual todo es posible", sostiene el sicólogo social Richard Ofshe, ganador del premio Pulitzer por un estudio sobre las sectas religiosas. "El grupo y su líder están comprometidos en un destino juntos y actúan como si fueran parte del mismo organismo. Y el único límite es la imaginación del líder".