MAMAS SABELOTODO

Una reciente investigación desata la polémica sobre si la maternidad vuelve más inteligentes a las mujeres.

14 de diciembre de 1998

Hace un año un estudio adelantado por la Universidad del Sur de California dejó sin habla a muchas mujeres. Según las investigaciones desarrolladas en ese entonces las mujeres embarazadas presentan una disminución en su capacidad intelectual durante el último trimestre de la gestación. Lo anterior es producto, al parecer, de los elevados niveles de estrés que llevan al organismo a aumentar la producción de cortisol, una hormona que puede llegar a interferir con la memoria. Como era de esperarse, los resultados causaron escozor entre la población femenina, que no vio con buenos ojos que la ciencia pusiera en tela de juicio su desempeño y habilidad a la hora de realizar pruebas cognoscitivas. Como si el tema no estuviera lo suficientemente caldeado la semana pasada este controvertido debate tomó un nuevo aire luego de que un grupo de científicos de la Universidad de Richmond y del Randolph-Macon College dieran a conocer sorprendentes hallazgos sobre el comportamiento de los ratones.De acuerdo con las declaraciones de Craig Kinsley y Kelly Lambert, directores del proyecto, las hembras de algunas especies presentan un incremento hormonal durante el embarazo que trae consigo el fortalecimiento de las regiones cerebrales relacionadas con el aprendizaje y la memoria.Los investigadores llegaron a la conclusión de que los continuos cambios de comportamiento durante la etapa del embarazo no son gratuitos y que incluso pueden llegar a afectar a la hembra después de dar a luz. En las pruebas de laboratorio se pudo comprobar que tanto las ratas embarazadas como las que estaban criando recorrían con mayor facilidad los laberintos, identificaban los nuevos objetos con más precisión, cometían menos errores, se volvían más audaces y retenían por más tiempo la última información dada. Esta reacción sería consecuencia de la repentina duplicación de las dendritas, estructuras cerebrales utilizadas para la comunicación entre neuronas. Como suele suceder en estos casos, el hallazgo de Kinsley y Lambert ha generado un gran revuelo entre la comunidad científica, que ya se dispone a debatir los alcances de esta nueva teoría. Mientras unos consideran que la situación de los ratones guarda cierta similitud con la de la raza humana, debido a la cantidad de actividades que una mujer logra realizar durante su embarazo, los más escépticos sostienen que esta facilidad no significa que la mujer se vuelva más inteligente de un momento a otro sino que simplemente jerarquiza sus intereses y aprende a repartir el tiempo entre sus múltiples labores. En medio de esta encarnizada discusión lo único que ha permanecido irrefutable ha sido la relación afectiva entre madre e hijo. Por más avances de la ciencia los investigadores son unánimes a la hora de afirmar que el amor de una madre no se mide por el coeficiente intelectual.