Mujeres y tecnología, una relación más trascendental de lo que los hombres creen.

TELECOMUNICACIONES

Máquinas con aroma de mujer

La industria tecnológica tiene una deuda enorme con el género femenino.

4 de marzo de 2006

La tecnología es machista, tristemente. Parece que ha sido así desde tiempos remotos; algunos arqueólogos creen que el hacha de mano del paleolítico fue construida por hombres, pues las mujeres la habrían fabricado menos rústica y más eficiente. Lo cierto es que en la era digital la cosa no es mejor. El mundo de las nuevas tecnologías está dominado por hombres y hay un sabor masculino especialmente notable en el diseño de aparatos electrónicos. Para citar tan sólo dos de entre decenas de ejemplos posibles, el computador de mano (o PDA) tan popular actualmente, fue diseñado pensando en el bolsillo interior de la chaqueta de caballeros, así como los dispositivos para sujetar a la correa del pantalón los teléfonos celulares, toda una remembranza de la cartuchera para llevar el revólver en el viejo oeste.

No es un asunto banal. Los intereses femeninos suelen quedar por fuera de las consideraciones del diseño tecnológico actual y con ello la mitad de la raza humana está siendo ignorada. Esta es la denuncia de Anita Borg, una reputada investigadora de los afamados laboratorios Xerox Parc, doctora en ciencias de la computación y experta en tecnologías de memoria, quien en sus ratos libres se dedica a promover una causa justa: la mayor participación de las mujeres en la industria tecnológica. Borg preside el Instituto para la mujer y la tecnología, cuya tarea es propiciar debates sobre la importancia de abrir espacios a las mujeres en la industria y la investigación, y dotar de perspectiva femenina el desarrollo de nuevas tecnologías.

En Estados Unidos, a pesar de que las mujeres representan la mitad de la fuerza laboral profesional, tan sólo el 18 por ciento de científicos e ingenieros empleados en la industria son mujeres. Esta pequeña proporción, no obstante, ha brindado notables aportes al sector. He aquí algunos ejemplos: para quienes creen que hacer dinero es la destreza más loable del ser humano, se pueden citar varios nombres de mujeres exitosas en la industria tecnológica mundial, como Carly Fiorina, quien presidió por muchos años HP; Patricia Russo, presidenta de Lucent Technologies; Anne Mulcahy, presidenta de Xerox, y la misma Donna Dubinsky, fundadora de Palm. Ellas son gerentes indiscutibles de sobrado talento para conducir empresas innovadoras.

En ciencias duras abundan los casos. Para comenzar, la legendaria Ada Byron (hija de Lord Byron y más conocida como Lady Lovelace), pionera de la computación en el siglo XIX y el primer humano que describió técnicamente una máquina capaz de hacer cálculos matemáticos; o Grace Murray Hopper, matemática destacada de Yale, una de las más importantes programadoras de computadores en los inicios de la informática, quien trabajó en el desarrollo del Mark I, máquina pionera en la historia digital y creadora del lenguaje de programación Cobol; o Evelyn Granville, primera mujer negra en obtener un doctorado en matemáticas y pionera de la programación de computadores para la Nasa. La lista es extensa. Las pocas que participan dejan huella como ninguno y sin embargo, todavía persisten los chistes flojos en los que el género femenino es representado como torpe y tecnófobo. En realidad, la tecnofobia atropella por igual a hombres y mujeres y en cuanto al género masculino, en la mayoría de casos cotidianos su relación con la tecnología se limita al dominio del control remoto o de las complejas técnicas de embellecimiento del automóvil los domingos por la mañana.

Hay mucho por hacer en esta materia. Las ejecutivas colombianas presentes en la industria tecnológica creen que, en comparación con países vecinos, Colombia ofrece un panorama más interesante en cuanto a oportunidades para las mujeres. Algunas compañías multinacionales tienen mujeres a la cabeza de sus filiales en el país y hay numerosas mujeres en puestos estratégicos en varias empresas, pero la ingeniería y la programación son terrenos aún dominados por los hombres. Es hora de hacer un cambio.