MAYORES DE 60

Paradojas: Colombia que es un país joven, en el año 2.000 no lo será

23 de agosto de 1982

Colombia se hace vieja. Las canas, las arrugas, el insomnio y la hipertensión ya se le notan en los dos millones de habitantes que superan los 60 años de edad, y que para fines de siglo serán casi tres millones.
Mientras en 1973, en Colombia la población mayor de 60 años, era el cinco por ciento del total de 20,6 millones de habitantes, en el año 2001 la franja de la tercera edad habrá pasado a ser el 7,1 de una población global estimada en 38 millones de habitantes.
Lo que los científicos llaman el "Plazo Demográfico" --más ancianos y menos niños--, empieza a perfilarse como una cercana realidad. En la década pasada, la tasa de natalidad en el país disminuyó los tres puntos que en ese mismo período aumentó el índice de ancianidad.
Actualmente, la esperanza de vida de los colombianos se sitúa en los 66 años. 16 menos que los desarrollados suecos y superior a la de los centroamericanos.
Lo que hace poco señalaba, para su país, el geriatra estadounidense John Hanlon, empieza a ser verdad entre nosotros: "hacen falta más sillas de ruedas que pañales"
Pero, el problema de nuestros viejos es mucho más complejo como para que se solucione con un simple aumento de producción de sillas de ruedas, con el que estarían encantados los diez fabricantes que aparecen inscritos en la guía de industria y comercio.
La resolución del drama de nuestros ancianos pasa por una modificación total de la legíslación laboral y de salubridad, de la reglamentación urbana y, lo que es mucho más difícil, por el cambio de mentalidad y de actitud frente a quienes salieron de la columna estadística de la población económicamente activa.
UN RECURSO PARA VIVIR: CASAS DE EMPEÑO
Al 80% de los 600 mil pensionados que hay en el país les corresponde, como pensión de jubilación, un salario mínimo, con el que apenas podrían cubrir --si lo recibieran regularmente- la tercera parte de sus necesidades básicas. Con dos mesadas y un cuarto, apenas adquirirían una canasta familiar completa. El retardo sistemático en el pago de las pensiones conviérte a estos ciudadanos en los más asiduos corresponsales del "correo del lector", de todos los diarios, con relatos tan dramáticos que, a veces, merecerían un espacio en la página de crímenes.
Una tesis de grado de la Universidad Católica, señala que después de las prostitutas y los desempleados, los pensionados son los mejores clientes de los montepíos bogotanos.
Más allá de lo económico, que ya es bastante, llegar al retiro laboral trae problemas adicionales en lo psicológico, que los expertos denominan "jubiladopatía". Es la ansiedad y la desmoralización que resultan de sentir que ya no se es productivo y que, en cambio, se pasa a la categoría de carga pesada.
La industrialización ya no deja campo para los pausados y nostálgicos relatos del abuelo que tampoco es ya un patriarca en el descompuesto núcleo familiar urbano, donde las mujeres y los niños también se hacen viejos trabajando para subsistir.
Las ciudades colombianas "pasaron de ser aldeas pensadas en función del diálogo a ghettos de competitividad productiva a los que sólo tienen acceso quienes económica, política y socialmente producen" dice el arquitecto Oscar Alzate Hernández, vicepresidente de Pro-Vida, una institución para ancianos.
"Un dato alarmante --señaló en noviembre pasado, en el Encuentro Latinoamericano sobre la Familia y la Tercera Edad, el médico Jorge Jiménez- es el de que solamente el tres por ciento del total de colombianos adultos mayores tienen acceso, en alguna forma, a los servicios de salud, de los que están ausentes los agricultores, al ayudantes domésticos, artesanos, y vendedores ambulantes y, desde luego, los pordioseros"
Los seguros médicos privados, por ejemplo, no admiten solicitudes de mayores de 60 años.
Los datos más recientes del Ministerio de Salud, indican que en el país sólo existe un hospital geriátrico, en Manizales, con capacidad de 600 camas, 200 de las cuales están ocupadas por pacientes con problemas mentales. Desde este ángulo de nuestro precario sistema oficial de salud, se sabe que existen 183 establecimientos que proporcionan cuidado y atención de nivel muy deficiente a los ancianos 143 de ellos (80.9%), sostenidos por comunidades religiosas, 35 de origen público y 5 privadas.
El año pasado, estos ancianatos albergaron 11.672 personas mayores de 60 años (8.000 mujeres y 3.664 hombres), guardando proporción frente a una mayor longevidad en las mujeres, según la cual a comienzos del próximo siglo, la población anciana femenina en el país se habrá incrementado en un 180% y la masculina apenas en un 160.7%.
DEVOTOS DE JOSE GREGORIO HERNANDEZ
Unicamente 98 de los albergues de ancianos registrados en el Ministerio de Salud (el 53%), disponen de 207 horasmédico semanales, es decir, que estos centros resultan privilegiados porque en promedio, cada semana, cuentan durante dos horas y un minuto, con la asistencia de un médico.
El 47% restante no cuenta con ningunac clase de servicio médico profesional --salvo los ofrecidos desde el más allá, por el beato José Gregorio Hernández, quien, por razones obvias, cuenta con muchos devotos. El 99% de los ancianatos colombianos carece de historias clínicas, según el mismo reporte oficial.
La despreocupación oficial y el desinterés cotidiano por el problema de la ancianidad en el país indica que su solución, como la de la infancia desprotegida, tiene muchos años por delante.
Basta señalar que el Consejo de la Ancianidad, creado por la ley 29 de 1975, padece de arteriosclerosis congénita. Los dos delegados de la Presidencia de la República, el del Ministerio de Salud, el del Instituto de Bienestar Familiar, el de la Cruz Roja y el de la Sociedad Colombiana de Geriatría, presididos teóricamente por el Ministro de Salud, no se han reunido ni una sola vez en los siete años que lleva de creado este aparato, que en su momento algunos viejos optimistas consideraron el bastón para apoyar sus últimos pasos.
Durante esta semana Viena es sede de la Primera Asambléa Mundial sobre Envejecimiento, convocada por las Naciones Unidas. El médico Guillermo Marroquín Sánchez, presidente de la Sociedad Colombiana de Gerontología y Geriatría, delegado a la Asamblea, dialogó con SEMANA.
"La Asamblea es muy importante; Se van a dar pautas universales para el tratamiento de la vejez, cosa que nunca se habla hecho. Nuestra participación nos permitirá integrarnos a esa política mundial.
En este sentido, en Colombia hay una anarquía total en la asistencia al anciano, las entidades encargadas son ruedas sueltas. Lo que hasta ahora se ha realizado en este campo es insignificante; en la Sociedad tratamos de capacitar un personal que sea idóneo en la asistencia al viejo. El tener voluntad para atender a los viejos, no es garantía de que se es gerontólogo.
La ausencia de un líder que se apersone de la problemática de la vejez ha impedido que los pensionados, por ejemplo, se conviertan en un grupo de presión. ¿Se imaginan que cada pensionado junto con tres o cuatro parientes resolviera movilizarse? Serían prácticamente 2,5 millones de personas... Pero, una huelga de pensionados, que no recibiera su mesada, no resultaría. ¡El gobierno y las instituciones se pondrían felices! "El problema de la vejez es biológico, psicológico y social y hay que atacarlo en sus tres aspectos. A la persona próxima al retiro laboral hay que capacitarla para su nueva situación. En este sentido algunas cosas se están haciendo en el Servicio Civil y Telecom, por ejemplo, donde los futuros pensionados reciben una preparación. También algo con grupos de amas de casa y personas no vinculadas empresarialmente. Asimismo, el Ministerio de Salud, adelanta un programa de gimnasia para mayores. Cositas interesantes, apenas. El objetivo de los programas debe ser la vejez en general. Claro está que hay diferencias entre una vejez sin dinero y otra con recursos económicos.
Llegar a los 80 años siendo pobre, es doloroso: todo ese tiempo no fue suficiente para salir de la miseria...
En Colombia, la legislación para los ancianos tiene más un criterio político que social; las condiciones políticas se tornan ventajosas para el partido que presenta el proyecto, y eso es lo que ha contado aquí. Además, los viejos, los pensionados, no tienen una representación que pueda defenderlos".