METIENDO BULLA

De gafas negras y tenis blancos, los rockeros criollos llevan 20 años insistiendo en ablandar los oídos de los colombianos a punta de "ritmo duro"

6 de septiembre de 1982

No son bien vistas en Colombia. Golpes por un lado y otro, las sitúan como explotadoras de una cultura foránea, alejadas completamente de lo colombiano. Son las bandas de rock que, a pesar de todo, han tenido muchísimos éxitos tanto en presentaciones como en discos, pruebas que, en últimas, son su razón de ser. Su historia está llena de altibajos.
Hubo épocas que vieron actuar más de cincuenta agrupaciones, y uempos en los que sus integrantes vendían seguros, carros, o simplemente en los que retomaron sus postergadas carreras en las universidades colombianas.
Para ellos la cuestión de la autenticidad ha sido un problema que han tenido que resolver consciente o inconscientemente. Hacer un trabajo que tiene sus raíces en la juventud de los países anglosajones, no es precisamente un trabajo nacional 100%, menos aún si se canta en inglés. Ahora, cuando nuevamente están surgiendo docenas de bandas roncaroleras, se ve una postura algo diferente de la que existía hace quince años. Con nuevas influencias y con los trajes cambiados, estos integrantes de la música moderna se alistan para invadir el mercado nacional y hacer sus primeros pinitos en el internacional. Los nuevos nombres son Ship, Crash, Tranvía, Tráfico, Bsndido, Carroña, Kocoa.
Atrás quedan Terrón de Sueños, la Banda de Marciano, Belcebú, Fuente de Soda. Atras queda Vietnam, el 80% del mundo hippie, Los Beatles; y así se siga mirando a Inglaterra y Estados Unidos, las luminarias son otras: Talking Heads, The Cars, B-52, el rock fuerte y la filosofía punk.
COMO PASAN LOS AÑOS...
Tal vez fueron Bill Halley y sus Cometas quienes impusieron aquí la costumbre de las bandas de rock.
Llegaron un día cualquiera de 1962 a presentarse en el teatro El Cid de Bogotá. El recinto casi no pudo con los cientos de engominados y de quinceañeras de cola de caballo que saltaron al ritmo del mejor twist del momento.
Fue el primer teatro que sufrió los sacudones, y los daños, de las rumbas modernas. Eran tiempos en los que soplaban vientos de esperanza y desesperanza para la juventud, que se devaneaba entre el nadaísmo y la posibilidad de cambiar el estado de cosas siguiendo el ejemplo cubano.
Paralelamente o de espaldas a esto, distintas agrupaciones trataban de interpretar los éxitos de los mismos Cometas, de Elvis Presley, de Chubbie Checker o de Chuck Berry.
Los impulsores de esta música de "la nueva ola" eran los que radiaban los hits del momento. Carlos Pinzón, el presentador y alma de "El Club de la Televisión", era entonces jefe de la fanaticada de Radio 15 desde un espacio llamado "El show de los Frenéticos". Así se fueron formando bandas, que repitieron más o menos el mismo camino. Primero fueron intérpretes, luego tradujeron esas mismas canciones y más tarde terminaron por ser compositores. De aquí partieron los go-gó y ye-yés tropicales. En esta escuela se formaron Los Speakers, Los Flippers, Oscar Golden Harold, Lyda Zamora. Algunos de ellos, como es el caso de Los Speskers--quién no recuerda "El golpe del pájaro"--, sacaron más de siete "elepés" que hoy se venden a cien pesos en las realizaciones de las disqueras.
1982: UN VENTARRON
1982 es el año del rock colombiano. En este momento, están en proceso de grabación más de cinco discos. Unas bandas tienen ya quién les financie todo el proceso; otras se están encartando con pagarés y letras de cambio para poder sacar sus discos a finales de año en espera de que se las "descubra".
Aprovechándose de los buenos vientos, Ship, el grupo de Jorge Barco, sacará el próximo mes un larga duración para ser repartido aquí y en Europa. Se llamará "Born". Algunas organizaciones que ya se habían disuelto vuelven a salir, como es el caso de Los Flippers, la banda de Arturo Astudillo, que sacará "Llámame", en tres semanas. También se espera la reaparición de Los Amerindios, de corte andino.
Casi todos los grupos, excepción hecha de Los Flippers y Los Amerindios, cantan en inglés. Sus gustos musicales se inclinan por el rock de la línea dura, y algunos ven con agrado cierta decadencia del mundo punk angloalemán. Muy pocos de los integrantes de estas organizaciones se dedican tiempo completo a la música.
Como la gran mayoría de artistas colombianos, sus labores se limitan a los horarios fuera de oficina, y a los ensayos recortados por la necesidad del "pancomer". Algunos están de "copies" en las agencias de publicidad, dedicados a la profesión o simplemente de universitarios y vendedores de seguros.
Crash es un grupo que no se salva de esto, pero ha descollado por sus iniciativas en la composición musical, saliéndose de las determinaciones que presentan los modelos extranjeros.
Sus integrantes provienen de campos dispares. Algunos de ellos se han dedicado al jazz y otros a la salsa.
Augusto Martello, el bajo y fundador del grupo, tiene un taller de diseño gráfico; Hernando Becerra, la guitarra acompañante, se dedica a la fotografía; Eduardo "Sardino" Acevedo, la batería, es negociante de carros, y por último, Randy Keith, la guitarra líder y la voz principal, vive apenas de lo que deja la música.
La banda se formó hace seis años cuando se encontraron Augusto y Randy, un hawaiano de nacimiento, japonés de madre, irlandés de padre y paisa de matrimonio. Randy venía de ganar un concurso en Miami cuyo premio era una semana en Bogotá. En ese tiempo las agrupaciones estaban en un reflujo y el futuro se veía algo triste.
A fuerza de cantar en discotecas y en certámenes públicos, pidiendo la financiación de su música, llegaron a ser un grupo cotizado que está grabando un disco con salida internacional. "Crash" es el título de su primer elepé, que incluye muchos ingredientes latinoamericanos con una base rocanrolera. "Queremos tomar la filosofía de la música del Caribe, del reggae, por otro lado, del tango. Nosotros hacemos una mezcla de ritmos, e inclusive colocamos la bulla de la gente" dice Augusto Martello. Sus canciones son alegres y repletas de humor, "mamagallistas" repite el bajo.
Como la gran mayoría de las organizaciones musicales rocanroleras, Crash no tiene una ideología política, un pensamiento netamente colombiano.
Son rebeldes a su manera.
La música es para ellos un escape, "el único escape por el cual no estamos locos". Se sienten apolíticos y podrían tocar tanto para Alvaro Gómez como para Molina, siempre y cuando cancelen lo correspondiente.
METAL PESADO
Sin duda el conjunto profesional más joven que tiene el país es Kocoa.
Sus integrantes hace poco compartían los pupitres en el Gimnasio Los Cerros. Del conjunto que se formó para representar el colegio en los diferentes concursos de murgas, salió un equipo profesional que ensaya todos los días y que cobra a la par que Crash o Ship.
Con un promedio de edad de diecinueve años, todos alternan los estudios universitarios con la música.
Peter Schroeder, el fundador de Kocoa, es guitarra líder y estudia ingeniería electrónica en la Javeriana. Juan Armengol lleva la guitarra rítmica y estudia publicidad en la Tadeo. Juan Carlos González es el bajo y estudia economía en la Javeriana. Carlos Ferreira, el baterista, está en tercer semestre de economía en los Andes.
En este momento tienen un disco sencillo que produjeron ellos mismos y que distribuyeron a través de canales personales. Se vieron a gatas para conseguir los $250.000 que costaron las dos canciones que grabaron. Ahora están viendo dónde consiguen el millón de pesos que necesitan para sacar un larga duración, "The burial of the death"--el funeral de la muerte--.
A las canciones les falta la grabación y la impresión porque los arreglos musicales necesarios ya están hechos.
Son un poco más radicales que Crash, pues hasta ahora no han querido cantar en castellano. "Cantar rock en español es como cantar vallenatos en inglés. Algo muy corroncho" dice Peter. Es música dura, es el "heavy metal", el metal pesado, una música bastante agresiva con algunos antecedentes punk. Pelean contra algunas inhibiciones, contra la falta de autenticidad de la juventud, pero no tienen ideología política, ni religiosa.
"No nos gusta meterle a la gente modos de pensar, simplemente cantamos para estar bien transmitir un "feeling" al público.
Crash y Kokoa, dos grupos que buscan la internacionalidad, pues como dice Augusto Martelo, "el rock'n roll es como los jeans, una forma universal de expresarse". -

MUCHA SALSA
Eddie y Charlie Palmieri fueron, en su infancia, dos de los miles de niños portorriqueños que crecieron en medio de la pobreza del barrio Latino de Nueva York. De la música les gustaba, únicamente, el tamborileo que las galladas de inmigrantes ejecutaban en las esquinas. Usaban carros estacionados, latas vaclas, palos recogidos en la calle.
Sobre el ritmo africano improvisaban letras alusivas al diario acontecer de sus vidas. Pero a su madre se le metió en la cabeza que ellos tenian que ser gente respetable, y para ello les impuso una obligación que les resultaba insoportable: clase de piano en el conservatorio neoyorquino. Como era de esperarse, los muchachos procuraron huir de las clases sistemáticamente hasta cuando mamá resolvió el problema con una dósis diaria de correazos.
Eddie Palmieri recuerda aquellos años con franca risa, hoy, cuando es reconocido como uno de los pianistas de salsa más prestigiosos, hasta el punto que la revista "Timé" le dedicó, junto con su hermano Charlie, toda una página en la cual se registraba el éxito final del ritmo afrocaribeño en los Estados Unidos. Al fin, mamá Palmieri podía cosechar el respeto que con sus temibles correazos había sembrado.
Los Palmieri constituyen un fenómeno fuera de serie. En pocos años se ubicaron en el lugar número uno, compitiendo con pianistas tan célebres como Richie Ray, "El judio maravilloso", Javier Vásquez, el legendario matancerómano del piano y otros muchos "teclistas" consagrados. Charlie, artista del Tico's, es padre de la solicitadisima "Alegre All Stars", mientras que su hermano Eddie conformó, por su parte, "La Perfecta", una orquesta que brilló desde el comienzo debido al éxito de "Muñeca", la canción que también lanzó al estrellato al cantante Ismael Quintana.
Desde entonces, Quintana no se ha separado de Eddie Palmieri. Todos sus hits han tenido el acompañamiento de su orquesta. Y cuando uno podría esperar un cantante "caliente como el ajiaco", se encuentra con un "Pat" Quintana que se enorgullece del promedio de bateo de su joven hijo en la liga de béisbol del pueblito donde reside, cerca de Nueva York pero "con aire libre, por que mi origen es campesino, y donde no falta el ruido de un hermoso arroyitó".
Otra de las "personalidades" salsómanas que visitó a Colombia en estos días, junto con los Palmieri, fue Francisco Aguabella, el hombre de los tambores, a cuyo ritmo bailó en una película Melina Mercouri. Pero, definitivamente, la presencia más legendaria de Show de los hermanos Palmieri es el trompetista Alfredo "Chocolate" Armenteros. Integrante en sus comienzos de una banda de escuela, pronto tuvo gran audiencia en la radio cubana, y logró dos de los sueños de su juventud. tocar con Arsenio Rodriguez y ser titular de la Sonora Matancera. Hoy en dia, no hay orquesta que se respete que no grabe discos con el respaldo de "Chocolate" y su ritmo.
Pero él declara con absoluta sinceridad, dentro de la juventud increible que ha conservado, que la plata "es lo de menos". Porque a él, en palabras que envidiarían, por la fidelidad al arte y al oficio, no pocos escritores y artistas, le parece que "la idea de la felicidad es una trompeta, y la idea de la tristeza es no poderla tocar".