A pesar de ser un acto natural, hay que aprender a amamantar. | Foto: Pixabay

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Mis 10 consejos para una lactancia exitosa

No es fácil, no es rápido, no nacimos aprendidas y muchas nunca vimos a nuestras madres hacerlo. Dar la teta es casi un arte. Uno que implica sacrificios, concesiones y, como todo, práctica. Pero con empeño, esfuerzo, sudor y lágrimas, casi cualquier madre puede lograr una lactancia exitosa. Y créanme, vale la pena.

Carolina Vegas *
11 de agosto de 2018

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1. Preparación
Desde antes de quedar embarazada tenía clarísimo que quería darle teta a mi hijo. No sabía hacia qué tipo de crianza me iba a inclinar, o qué tipo de madre planeaba ser, solo sabía eso, que Luca tomaría mi leche todo el tiempo que mi cuerpo y él me lo permitieran. Lo difícil de la situación era que en verdad no sabía mucho sobre el tema. Mi mamá me lactó apenas un par de meses a mí y aún menos a mi hermano. Casi todos mis primos habían sido criados con tetero también. Al igual que los atletas de alto rendimiento, la mente es un factor fundamental para la preparación del cuerpo. Así que comencé a investigar, ver videos y hasta fui a una charla de la Liga de Leche durante mi embarazo. Mi mastólogo también me recomendó que comenzara a endurecer la piel de mis pezones. La realidad es que nuestros pezones, por cuenta de los suaves brasieres y la falta de exposición al sol, son muy frágiles. Entonces obviamente, al contacto con la boca, las babitas y el poder de succión de un bebé, están destinados a rajarse, romperse. Lo que hice desde el inicio de mi embarazo fue restregarlos con estropajo (suavemente, ojo), en la ducha y luego bañarlos con vino tinto o aguardiente en la mañana y en la noche.

2. Igual va a doler
El dolor es una constante, sobre todo durante el parto y el posparto. Todo duele y dolerá durante semanas. Y al principio dar la teta va a doler. Toca mentalizarse y asumirlo, porque es una realidad. Por un lado estarán los pezones, desacostumbrados y débiles, que literalmente necesitan sacar callo y eso toma unas semanas. Por el otro lado está la bajada de la leche. Después del parto, y durante los primeros días, lo que sale del pecho es un líquido menos denso que la leche y más amarillento que se llama calostro. Se le conoce como “oro líquido”, porque está lleno de anticuerpos y nutrientes esenciales para el bebé durante sus primeras horas de vida por fuera del útero. Pero unos cuatro o cinco días después del parto comienza a bajar la leche. Es decir que empieza a salir un líquido mucho más abundante y con una consistencia más clara. En ese momento los senos se llenan, hinchan y pesan como nunca antes en la vida. Literal, pueden llegar a parecer dos patillas extra grandes. Y, por supuesto, duelen muchísimo. Las hormonas llegan a un pico fuerte. Por eso la otra recomendación es que ese día, o por un par de días, la recién parida pueda estar tranquila, sin visitas, y rodeada solo de su gente de mayor confianza. Su red de apoyo.

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3. Masajes
La única manera de ayudar a los senos a desinflamarse, a drenar suficiente leche para que no se acumule y pueda generar mastitis, son los masajes. Y son importantísimos. ¿Por qué? Tanto los bebés como las mamás no son expertos en el tema de la lactancia a los cuatro días de iniciarla, entonces, por lo general, la cantidad de leche que se está produciendo en ese momento puede ser mayor a la demanda del recién nacido. Hay que tener en cuenta que en ese momento su estómago no es mucho más grande que una moneda de 1000 pesos. Pero igual la leche tiene que salir, tiene que fluir. El tipo de masaje que me funcionó muy bien es peinar la teta con los dedos de la mano abiertos, en movimientos largos que van de los bordes externos del seno (axila y esternón) hasta el pezón. Peinar, como si fuera una peinilla, haciendo una presión media. Si puede encontrar a alguien que le ayude y lo haga por usted, genial. Si no, hágalo usted solita. El lugar ideal es la ducha. El calor del agua ayuda a que salga la leche, y además se evita el reguero. Porque saldrá leche, saldrán chorros de leche.

4. Repollo, bendito repollo
Las hojas de repollo blanco salvan tetas. No exagero. Se deshoja un repollo y se meten de 2 o 4 hojas en bolsas individuales al congelador. Luego, cuando los senos están inflamados y adoloridos, idealmente después de un buen masaje en la ducha con agua caliente, se ponen las hojas, que además tienen la forma perfecta para cubrir de manera anatómica el seno. Como si la gran madre naturaleza las hubiera creado para eso. No sé qué tiene el repollo, pero ayuda a desinflamar y calmar montones. Una amiga me pasó el truco y de verdad fue maravilloso. Ahora yo lo comparto con ustedes. ¿Por qué repollo blanco? Pues porque el morado mancha. Simple lógica.

5. Lanolina y pezoneras
La lanolina es muy buena para los pezones agrietados y tiene un factor adicional, no es tóxica. Entonces una se la puede echar y no toca quitársela antes de enchufar al peladito o peladita, porque no le va a hacer ningún daño. Y las pezoneras también pueden ayudar a mejorar el agarre, mientras el pequeño aprende a hacerlo solito, y a darle una barrera extra de protección a los pobres pezones en el campo de batalla. Recuerden que la boca del bebé debe agarrar todo el pezón y la aureola, no solo la parte protuberante. Y que la boca debe verse como la de un pez, así se sabe que el agarre es correcto.

6. La red de apoyo
Sin apoyo, es muy difícil lograr una lactancia exitosa. La pareja debe ir montada en el mismo bus. Y cuando no hay pareja, los abuelos, tíos, amigos que apoyan a la madre durante los primeros días. Cuando nació Luca, el que logró que la boquita de mi bebé y mi pezón se agarraran fue mi esposo. Él, con paciencia y cariño, aprendió a poner la cabeza de nuestro hijo de tal manera que pudiera lactar, entonces los primeros días fue clave durante cada toma. Mi bebé nació además en el límite de peso, 2520 gramos, entonces lograr una lactancia exitosa era fundamental. Y lo logramos. Los masajes me los hacía mi papá, y gracias a eso logré superar los primeros meses y nunca tuve mastitis. Y mi mamá se dedicó a cuidarme, consentirme y alimentarme. Sin ellos no habría tenido la tranquilidad y la fuerza de superar los primeros días. Además, una de mis mejores amigas, Claudia, ya había sido madre dos veces y había dado el pecho a sus dos hijos y me dio consejos, aclaró mis dudas y me guio por WhatsApp durante todo ese tiempo, y fue fundamental. Sobre todo porque ella me explicó qué eran los brotes de crecimiento y por qué era perfectamente normal que Luca quisiera pasar las 24 horas pegado a la teta. Ellos fueron mi comunidad, mi comunidad de la teta.

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7. No hacer caso a opiniones y comentarios negativos
Van a llegar, van a ser muchos, van a ponerla a dudar, van a quitarle ánimos, tiempo y energía. IGNÓRELOS A TODOS. No son útiles, no sirven. Todos esos cuentos de que la leche suya no está alimentando a la criatura, que más bien debe darle un tetero, que no vaya a dejar que el bebé la coja de chupo, que de tanto alzarlo lo va a malcriar…etc. Todos son mentira y todos, absolutamente todos, nacen de una profunda ignorancia. La modernidad, la moda de la leche de fórmula, y todas esas cosas han hecho que un acto tan natural como lactar se haya convertido en un hecho sorprendente. Al punto que muchos lo ven con recelo y hasta lo consideran de mal gusto. Ante eso solo puedo decir: hay que educarse. Los niños necesitan la teta para sobrevivir, así estamos diseñados los mamíferos. Las tetas, por más lindas y eróticas que nos puedan parecer, fueron creadas para alimentar. Punto. La mala leche de los demás fluye desde el primer minuto. A mí, por ejemplo, una enfermera de la sala de recuperación me dijo que mis pezones eran muy cortos y que seguramente no podría amamantar a mi hijo. Esto antes de que me lo trajeran y pudiera darle teta por primera vez. Como Luca nació por cesárea, no me dejaron alzarlo sino hasta que se me despertaron las piernas. Es decir que no tuve derecho a la hora dorada. Esa es la primera hora después del parto y es clave para asegurar una buena lactancia. Me deshice en angustia por las palabras de una mujer que no me quiso apoyar. Pero al final, mi hijo agarró su teta y yo lo amamanté durante dos años y ocho meses.

8. La lactancia no tiene horarios y tiene que ser a demanda
Esta es la regla de oro de la lactancia exitosa. No se puede amamantar bien si se está pendiente del reloj. La teta se debe dar a demanda, es decir cada vez que el bebé la pida. Y no hace falta que el niño llore de hambre para que se le dé su alimento. La mamá aprende a leer las señales que indican que el bebé quiere tomar leche, sin gritos. Si llora es porque ya está partido del hambre. Y aquí es muy importante tener en cuenta el tema de los brotes de crecimiento. La teta responde a las necesidades del bebé y es inteligente, su leche se adapta a los requerimientos del momento. Por lo tanto, cuando el sistema digestivo del pequeño o pequeña comienza a crecer, el cuerpo de la mamá debe recibir la señal de que necesita producir más alimento. Y eso solo lo logra por medio de la estimulación directa, es decir: boca a pezón. Por eso durante varios momentos en los primeros seis meses de vida, el bebé querrá estar pegado a su teta 24 o 48 o más horas seguidas. Es perfectamente normal y necesario para asegurar que la producción de leche supla la demanda de la criatura. Y en esos momentos los bebés necesitan estar con sus mamás y con sus tetas todo el tiempo que sea necesario, y no por eso se están malcriando. Los bebés no se malcrían, los bebés necesitan de sus padres y cuidadores, necesitan de sus brazos.

9. Hidratarse y comer bien
Si una no está bien alimentada, el cuerpo no puede producir la leche que requiere el retoño. Es muy simple. Lo que sale tiene que entrar para que el ciclo no se rompa. Además de la comida, una mamá que da teta tiene que estar muy bien hidratada. Producir leche es un trabajo tenaz. Se queman cientos de calorías por segundo. Es un deporte de alto rendimiento. Hay que cuidarse para poder cuidar al otro. La dieta no es secundaria. Es importante cortar los alimentos irritantes que producen gases, pues pueden exacerbar los cólicos en el recién nacido. Y a usted le va a dar mucha hambre. Oiga a su cuerpo y coma bien. Eso es más importante que preocuparse por recuperar el peso previo al embarazo. No se angustie, disfrute, sea indulgente, dese gusto. Producir leche es un superpoder.

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10. Paciencia
A pesar de ser un acto natural, hay que aprender a hacerlo. Dar la teta toma paciencia, calma y empeño. Los primeros días, quizás semanas, son duras. Pero una vez se logra escalar la colina de la novedad, se vuelve un acto normal, tranquilo y feliz. Y cuando llegue el día en que dar teta ya no duela, en que puedan mirar a su retoño y disfrutar el viaje de oxitocina que produce cada toma, sabrán que perseverar fue la mejor decisión de sus vidas. Relájense y disfruten, y no se sientan culpables de buscar tener un televisor o un celular a la vista. Dar teta es un trabajo largo y repetitivo, buscar distraerse un poco durante el proceso no es ningún pecado.

Ñapa: Duerma en el mismo cuarto que el bebé
El colecho puede salvar su lactancia. No estoy diciendo que comparta cama con su bebé si no le gusta, aunque si le parece chévere y todos están cómodos y se hace de forma segura es la mejor opción, en mi humilde opinión. Pero es importante compartir cuarto con su bebé, idealmente durante el primer año. Los infantes, por lo general, no pasan la noche derecho, porque necesitan leche varias veces durante el día y la noche. Entonces si lo saca muy pronto del cuarto, usted va a dormir menos. La ecuación es simple. El organismo del niño necesita la leche, para calmarse, conciliar el sueño y estar tranquilo. No busque atajos y no se ponga trampas.

*Editora de SEMANA y autora de las novelas Un amor líquido y El cuaderno de Isabel (Grijalbo).