NACIDO PARA MATAR

Los científicos responden a los interrogantes sobre el origen del sida.

16 de marzo de 1998

El origen del sida ha sido motivo de acalorada polémica entre los científicos que han estudiado el virus. Si bien hubo consenso cuando irrumpió como epidemia mundial a principios de los años 80, y los genetistas aceptaron que el pri-mer caso de sida en un ser humano se había registrado a comienzos de los 60, no habían logrado acuerdo alguno sobre cómo había saltado de los animales al hombre. Hasta el momento se venían barajando toda suerte de teorías. Desde las más peregrinas como que el virus es producto de una guerra biológica de Occidente para arrasar con la población negra africana, hasta que es el resultado de pruebas fallidas en intentos para encontrar la vacuna contra la polio. Pero la semana pasada un estudio elaborado por Andre Nahmias, de la Universidad de Emory (Atlanta), y David Ho, director del Aaron Diamond Aids Reaserch Center, arrojó resultados que aclaran varios interrogantes.
La investigación establece que la fecha de aparición del sida en los hombres no fue en los años 60 como se había creído, sino después de la Segunda Guerra Mundial. Además, confirma la hipótesis de la existencia de un paciente cero. Pero no el que todos creían que era, un auxiliar de vuelo que llevaba una vida sexual desordenada y que supuestamente había diseminado el virus durante las múltiples aventuras que vivía en cada ciudad de Norteamérica que visitaba.
Siguiendo el rastro
Para sorpresa de todos, el informe de Nahmias da cuenta de un caso anterior. Sucedió en 1959, en Leopoldville, antiguo Congo Belga y hoy República Democrática del Congo. Un hombre de la tribu bantú, en aparente buen estado de salud, dio una muestra de sangre al hospital local para una investigación sobre enfermedades de la sangre. El hombre presentaba síntomas de anemia celular, una enfermedad hereditaria que afecta mayormente a la población africana y que causa, además de la baja en los glóbulos rojos, taponamiento de las arterias y dolores musculares. Después de entregar la muestra de sangre, el hombre desapareció sin ser reseñado. Cumplidos los análisis, los investigadores guardaron y congelaron la muestra en un tubo de ensayo junto con otras recolectadas ese día. Allí permaneció en el olvido hasta 1986, cuando el profesor Andre Nahmias decidió echar una segunda mirada a esa y otras miles de muestras. Buscaba una huella que le indicara el camino que había tomado el mortal virus para propagarse entre los seres humanos.
Hace poco, la famosa muestra volvió a ser examinada por Nahmias y David Ho. La intención era analizar el contenido genético del virus de Leopoldville, para establecer cómo encajaba en el árbol genealógico del sida. Los resultados, publicados en la revista Nature la semana pasada, confirmaron que efectivamente el virus hizo el tránsito de un animal al hombre, y que ese salto sucedió una década antes de lo que se pensaba.
El gran salto
Lo más sorprendente es que bastó un salto para iniciar la epidemia. En los últimos 15 años, los científicos han identificado 10 subtipos del virus del sida, pero no habían podido descifrar si se trataba de variaciones de diferentes virus o de uno solo. Comparando el DNA del virus del 59 con los de los 80 y 90, Ho y sus colegas construyeron un árbol genealógico que permitió concluir que el virus saltó de los primates al hombre en una sola ocasión. Es decir, que sí existió un paciente cero, el desconocido bantú, quien posiblemente tuvo contacto directo con algún animal que lo infectó.Los científicos han podido establecer que el VIH viene probablemente de los chimpancés. En esta especie se encuentra un virus, el SIV (sigla en inglés de Virus de Inmunodeficiencia en Simios), que aunque no es nocivo para los animales portadores puede activarse y presentar síntomas idénticos a los del sida si se introduce en otras especies de monos. De acuerdo con las investigaciones, muchos virus de simios son capaces de vivir en los animales hasta llevarlos a la muerte, pero ninguno de estos se ha vuelto epidémico. Esto se debe a que, mientras en los animales el virus actúa muy rápido, en el hombre el sida lo hace con lentitud y por lo tanto tiene tiempo de sobra para multiplicarse.
La muestra de Leopoldville también confirmó dónde empezó. Quienes han estudiado el tema establecían el Congo como el lugar en el cual se presentó la primera infección en seres humanos. Cuando la muestra fue tomada en Leopoldville, se libraba en el Congo una de las guerras civiles más sangrientas de la historia africana. La descomposición social y las deplorables condiciones de los congoleses eran caldo de cultivo para todo tipo de enfermedades y epidemias. En el caso del sida, se cree que la promiscuidad de los jóvenes integrantes de los ejércitos fue el gatillo que propagó el virus.
Para el mundo entero los resultados de estas últimas investigaciones constituyen un gran avance para entender la enfermedad. Ahora los científicos no abrigan duda alguna sobre la velocidad con la que el virus se puede adaptar a un nuevo ambiente, lo que hace cada vez más difícil encontrar una vacuna efectiva. Saber cuál fue su origen ayudaría también a saber cómo será su futuro. Según los científicos, habrá muchos más subtipos de virus expandiéndose y, al parecer, serán tan nocivos como los que ya se conocen.