NANCY NO ESTA SOLA

A pesar de decenas de estudios científicos en contra, dos de cada tres norteamericanos creen en el horóscopo.

27 de junio de 1988

La historia comenzó casi desde el momento mismo en que a algún humano primitivo le dio por mirar al cielo. No obstante, no fue sino hasta la época de Babilonia -unos 50 siglos antes de Cristo- que alguien empezó a notar la posible relación que existe entre los astros y el comportamiento de las personas.
Por lo tanto, el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, bien puede decir que la afición de su esposa por la astrología es tan vieja como la misma civilización. Al fin y al cabo, son muchos los personajes en el mundo que se han preocupado por saber lo que les pueden decir las constelaciones. Existe evidencia de que Isabel I de Inglaterra, Napoleón y hasta Hitler, fueron asesorados en algún momento por astrólogos. En tiempos modernos, todavía se recuerda a Indira Gandhi y, por encima de todo, a María Estela Martínez de Perón, alias "Isabel", quien cuando fuera presidente de Argentina consultaba cada movimiento con la eminencia gris del gobierno, "el brujo" José López Rega.
Estados Unidos, como es de suponer, no es la excepción. En 1986 un estudio realizado por la Fundación Nacional para la Ciencia encontró que dos de cada tres norteamericanos leen "reportes astrológicos" periódicamente y que al menos un 40% considera que los horóscopos tienen cierta base científica.
Este informe, tan solo confirma que Nancy Reagan está con la mayoría. Según un libro aparecido recientemente, escrito por el ex jefe de staff de la Casa Blanca Donald Regan, la primera dama de los Estados Unidos es una verdadera creyente y condiciona el horario del presidente a la posición de los astros en el firmamento.
La revelación -como es de suponer- produjo conmoción en un país que se precia de hacer las cosas racionalmente. Aunque es imposible probar si las aficiones de la señora Reagan han influído sobre tal o cual política adoptada por la Casa Blanca, el solo hecho de manejar la agenda presidencial es considerado como suficientemente grave.
Eso por lo menos es lo que consideran los no creyentes en la astrología. Según éstos, no hay ninguna evidencia de que haya correspondencia entre el accionar de los humanos y las condiciones celestiales. Para sustentar este punto, existen decenas de estudios. Entre 1962 y 1970 una investigación realizada en la Universidad George Washington, de Washington D.C.
examinó los signos zodiacales de los hombres que se habían reenlistado en el cuerpo de marines, para ver si había correspondencia entre su personalidad y su signo de nacimiento. El resultado fue decepcionante. A pesar de los diferentes ensayos, los investigadores no pudieron encontrar ninguna relación.
Un estudio posterior, realizado por un psicólogo de Michigan, analizó 2.978 matrimonios y 478 divorcios para tratar de definir si las parejas estables e inestables tenían signos considerados como compatibles o incompatibles. El veredicto fue igual. No se obtuvo evidencia científica de que las supuestas incompatibilidades zodiacales hubieran influído sobre los eventuales divorcios.
En 1978 el departamento norteamericano de Geologia comparó las predicciones de terremotos contra lo sucedido en la realidad. El índice de acierto acabó siendo inferior al de aquellos que se dedicaron a la simple adivinación.
Seis años más tarde dos astrónomos examinaron cuidadosamente 3.011 predicciones hechas entre 1974 y 1979 y encontraron que sólo un 11% resultó correcto. El porcentaje fue muy similar en el caso europeo.
Para cerrar el caso, los no creyentes citan un estudio adelantado en la Universidad de California en Berkeley en 1986, en el cual un investigador pidió a 30 conocidos astrólogos que interpretaran la carta zodiacal de 116 individuos anónimos. Cada astrólogo recibio tres perfiles de personalidad -incluyendo el correcto- entre los cuales había que escoger el que correspondiera al individuo del caso. El experimento reveló que los especialistas acertaron tan solo en un 33% de los casos, cifra equivalente a la que se hubiera obtenido si los perfiles se hubieran elegido a ciegas.
A todas estas cifras los astrólogos responden que los estudios han sido demasiado simplistas y no tienen en cuenta las miles de variables que pueden existir. Adicionalmente, existe la posibilidad de que los investigadores hayan estado predispuestos contra los practicantes de la disciplina.
Ese argumento, sin embargo, parece demasiado débil. A pesar de que también existen casos documentados de impresionantes aciertos, la verdad es que éstos son la infinita minoría. Es tal vez esa la razón por la cual aunque la mayoría de la gente mira su horóscopo, es relativamente poca la que considera que su día va a resultar como se lo dice el zodíaco. En 1985 una encuesta adelantada por la misma Fundación Nacional para la Ciencia entre 2.005 adultos encontró que 88% de éstos no decidía su comportamiento en función de lo que dijeran los astros. La misma investigacion reveló que sólo un 8% de los interrogados confesó que condicionaba su día a las informaciones astrológicas.
Por eso, todo indica que Nancy Reagan no sólo no tiene ninguna razón para hacer lo que hace, sino que además se encuentra en una reducida minoría. Si la primera dama de los Estados Unidos quiere saber su porvenir, bien puede dedicarse a buscar adivinos que le lean la ceniza del cigarrillo o el "cuncho" del chocolate, pues todo indica que tanto éstos como los astrólogos hacen sus dictámenes con la misma base científica: ninguna.-