NO ME HALLO

Cada día aumenta el número de personas que, a pesar de tener cierta estabilidad económica y emocional, no encuentran su lugar en la sociedad.

11 de enero de 1999

Hace una década el estrés y la depresión iniciaron el camino que las llevaría a convertirse no sólo en las enfermedades de moda sino en dos de los problemas de salud mental más graves de fin de siglo.
A pesar de la amplia incidencia que ambas han ejercido sobre la población su reinado podría estar a punto de terminar gracias a la repentina proliferación de una especie de neurosis que hoy por hoy está causando estragos entre los jóvenes.
Se trata del 'no me hallo', expresión popular que ha sido empleada para definir esa extraña sensación de malestar que se manifiesta por el deseo de cambiar constantemente la forma de vida. Lo paradójico es que cuando la persona realiza la tan anhelada transformación su nueva condición no la satisface y, por lo tanto, su vida se convierte en un eterno devenir en el que no se está seguro de nada. Los individuos que sufren del 'no me hallo' no se sienten a gusto consigo mismos y por más que gocen de perfecta salud, tengan un trabajo remunerado y mantengan una relación afectiva no logran escapar del limbo en el que ellos mismos se han sumido.
"Vivo desesperada. Cuando estoy en la oficina me parece que el trabajo que hago no vale la pena. Como sé que por más que me esfuerce el mérito se lo van a dar a otro no me dan ganas de mejorar las cosas. A veces quiero tirar la toalla pero después me pregunto ¿para qué? Quiero hacer algo pero no sé qué es...en el fondo nada tiene sentido", asegura Olga Aparicio, una joven de 26 años para quien la única forma de surgir en la vida es dar giros de 180 grados.
Como era de esperarse, dicho desarraigo trae consigo un gran vacío y una carencia emocional que curiosamente no logra ser llenada con una nueva relación o con una nueva actividad. La persona está tan confundida que no se siente capaz de establecer vínculos duraderos. Es tal la preocupación del paciente por satisfacer su ansiedad que no tiene ningún reparo en cortar todo de raíz, así esto implique acabar con los proyectos planeados por terceros.
"Estas personas tienen, sobre todo, mucho temor. Como el miedo paraliza no sienten deseos de esforzarse por buscar soluciones y sólo actúan de manera reactiva cuando el estímulo que los ataca es muy fuerte. Por eso antes de pensar en solucionar el problema prefieren cambiar el rumbo," sostiene la sicóloga Anie de Acevedo.

La 'caca de gato'
Si bien todo el mundo ha experimentado dicho estado de confusión en la etapa de la adolescencia, para muchos sicólogos este fenómeno está lejos de ser un simple capricho de la popular edad de la 'caca de gato'. Las estadísticas lo sitúan como uno de los principales motivos de consulta sicológica.
"A primera vista es una cosa trivial pero al mirar de cerca se descubre que apenas es la punta del iceberg. Detrás de este comportamiento se esconde un serio problema de identidad que si no se corrige a tiempo puede desembocar en patologías más complejas como el alcoholismo, la drogadicción y las parafilias sexuales", asegura el sicoanalista Eduardo Gómez.
Detectar el problema suele ser la parte más difícil de todo el tratamiento ya que la mayoría de los afectados no considera que sus 'devenires' tengan un trasfondo malsano. Para algunos esas acciones son simples atributos de la 'Generación X', es decir, las personas nacidas entre 1964 y 1979 y que, de acuerdo con los sociólogos norteamericanos, se caracterizan por su falta de ideología, su individualismo y su escepticismo frente al futuro.
Respaldados en esta hipótesis y en el hecho de que en la sociedad actual todo es válido pero nada es importante, los jóvenes han encontrado el escenario perfecto para desarrollar esta clase de neurosis.
Al menos así quedó demostrado en una reciente investigación realizada por el Work-Life Research Center, de Inglaterra, según la cual un alto porcentaje de jóvenes entre los 18 y los 30 años aseguran sentirse atrapados en un callejón sin salida. Los encuestados confesaron que no se sienten capaces de tomar decisiones y que desgraciadamente el medio laboral es tan competitivo que no les brinda oportunidades para desarrollar actividades personales y familiares.
A falta de guía...Esta desmotivación encuentra sus raíces en la descomposición social. Al no existir parámetros claros ni líderes dignos de imitar, cientos de jóvenes pierden el rumbo. "Ellos no se sienten seguros de nada porque la generación que los guía es muy accidentada. No hay un ejemplo atractivo y claro para seguir," sostiene Anie de Acevedo.
Para sobrellevar esta situación y mantener a flote su desequilibrada forma de vida no es de extrañar que los 'no me hallo' adopten actitudes infantiles que denotan cierto grado de inmadurez. Lo anterior explica porqué una mujer hecha y derecha es capaz de tirar un trabajo por la borda sólo porque las cosas no le resultaron favorables en el primer intento, o porqué un hombre cambia sucesivamente de novia cada vez que la relación se torna comprometedora.
Aunque nadie niega la responsabilidad de los jóvenes a la hora de afrontar los problemas, para muchos sicólogos los padres son en gran medida los responsables directos del caos que tienen que soportar los hijos. Según parece, en el intento por alejar al niño del sufrimiento el padre le bloquea la capacidad de reacción, lo cual lo convierte en un ser muy vulnerable al rechazo y las frustraciones. Esta falencia suele tener graves consecuencias en la edad adulta ya que la persona prefiere hacerse la de la vista gorda frente a las situaciones que le son adversas.
En el caso de las familias divorciadas la probabilidad de que los jóvenes desarrollen esta clase de neurosis es mayor. Si desde temprana edad no se le hace ver al niño que, a pesar de la separación, él sigue siendo parte importante del núcleo familiar, es posible que cuando crezca pierda el sentido de pertenencia a la sociedad.
Teniendo en cuenta que aproximadamente un tercio de las familias colombianas están separadas, algunos sicólogos sostienen que no sería raro que en el interior de las mismas se estuviera cocinando el caldo de cultivo que nutre a esta nueva generación de personas que no se hallan. A pesar de que en estos casos el peligro es más evidente, el mal no es exclusivo de los hijos de separados, pues cualquier persona con una personalidad frágil puede presentar los sínt
omas.Ante el inusitado alcance de estas dolencias no hay la menor duda de que las enfermedades mentales están a la orden del día y que en un futuro no muy lejano sufrir de depresión, estrés o 'no me hallo' será tan común como tener gripa.