Notas de ciencia de esta semana

Se sabe que la pobreza genera un impacto en la salud. Pero no se sabía que quienes pierden la mayor parte de sus ahorros a los 40 años tienen 67 por ciento más probabilidades de sufrir una muerte prematura en las siguientes dos décadas. Eso concluyó un estudio realizado por científicos de las universidades de Northwestern y Michigan, dirigido por Lindsay Pool, con una muestra de 8.000 adultos que padeció la recesión entre 2008 y 2010, una crisis más significativa que la gran depresión de los años treinta. El descalabro económico afecta directamente la salud mental del individuo y esto lo lleva a tomar malas decisiones, como consumir más alcohol, comer una dieta desbalanceada y hacer menos ejercicio. Esto muestra que una quiebra en la edad mediana de la vida sería un nuevo determinante social de salud, pues “tener riqueza y perderla es casi tan malo como haber sido pobre toda la vida”, dice Pool. Por lo tanto, los médicos deberían indagar sobre los temas financieros para ver el riesgo de estas personas. El estudio apareció en Journal of the American Medical Association.

Abejas robot, a Marte

Es posible que las primeras tripulaciones a Marte no tengan humanos, sino robots. La Nasa anunció recientemente que enviará primero un ejército de drones de abejas para preparar la llegada de los primeros humanos al planeta rojo. Con sus alas gigantes para volar por la fina atmósfera marciana, estas ‘abejas’ llevarán microcomputadores, sensores y dispositivos de comunicación inalámbrica. Los pequeños robots le darán a la Nasa mayor campo de maniobra que los conocidos rovers, que no se distinguen por su rapidez. Para tener una idea, el Curiosity en seis años ha recorrido apenas 18,5 kilómetros, mientras que las abejas robot podrán volar sobre cañones y cráteres antes de que los humanos lleguen allí en 2030.

El costo de la victoria

Hay malas noticias para la salud de los hinchas fervientes. Un estudio encontró que seguir a su equipo en las buenas y en las malas tiene su costo, pero que, sorprendentemente, pagan más cuando ganan que cuando pierden. Científicos del Instituto del Corazón en Montreal concluyeron en un estudio que cuando el equipo triunfa, sus hinchas tienen más riesgo de sufrir un ataque al corazón. Para la investigación analizaron los ingresos al hospital por una grave forma de infarto después de que jugaba el equipo nacional de hockey. Los expertos observaron que cuando ganaba, aumentaba en 40 por ciento las admisiones de este tipo de infarto en hombres menores de 55 años, efecto que no apareció en las mujeres. Sin embargo, la asociación no fue estadísticamente significativa y no se sabe por qué una victoria causa este incremento. Se sabe que las situaciones muy emotivas hacen más susceptibles de sufrir infarto a las personas y, posiblemente, para un hincha es mucho más dramático ver ganar que perder a su equipo del alma.

La hora de aprender

El reloj biológico de los jóvenes está descoordinado frente al horario de sus actividades académicas. Científicos de la Universidad de California en Berkeley hicieron un estudio con 15.000 estudiantes y encontraron que 50 por ciento de ellos reciben clases cuando no están suficientemente alertas, lo que afecta su desempeño en las pruebas finales. El trabajo muestra que estos jóvenes sufren jet lag social, es decir, una desincronización entre el reloj interno de su cuerpo y el horario de las actividades. El efecto es mayor en los ‘búhos’, aquellos que tienden a despertar más tarde porque “las clases se programan por lo general más temprano”, dice Benjamin Smarr, coautor del trabajo. Pero también se afectan las ‘alondras’, o sea, los que prefieren madrugar, pues muchas veces reciben clases muy tarde en el día cuando están demasiado cansados. “Cada tipo de individuo requiere de horarios diferentes; uno solo no es la solución educativa”, dice el experto en la revista Scientific Reports. Además de problemas de aprendizaje, el jet lag social se ha asociado con obesidad y uso excesivo de tabaco y alcohol.

Cifra

20 años en el mercado cumplió el Viagra, la revolucionaria píldora azul que terminó con el tabú de la impotencia sexual masculina en la década de los noventa. Desde ese momento, según el laboratorio estadounidense Pfizer, los hombres del mundo han consumido unas 65 millones de dosis.