Entrevista

Nueva esperanza para pacientes con tumores raros

Conocer el perfil genético del tumor podría ser la solución para el tratamiento de aquellos con cáncer de origen desconocido. SEMANA entrevistó al profesor David Thomas, un experto australiano que busca mejorar las posibilidades de vida de estas personas.

27 de diciembre de 2019

Un cáncer es considerado raro si afecta a menos de 6 personas por 100.000 al año.  Colectivamente, sin embargo, estos representan más del 20 por ciento de los diagnósticos de esta enfermedad. El problema es que los tratamientos para ellos no han avanzado como para otros más comunes, como el de mama, por lo tanto, más gente muere por culpa del cáncer raro que por otro tipo de tumor. Uno de estos tipos de cáncer es el de origen desconocido o CUP, por sus siglas en inglés (Carcinoma of Unknown Primary). Pero recientemente una serie de estudios ha mostrado que podría tratarse con terapias personalizadas si se encuentra en ellos marcadores genéticos similares a los de otros tipos de cáncer para los cuales sí hay tratamiento.

El Australian Genomic Cancer Medicine Program se creó para realizar estudios clínicos que identifiquen pacientes de cáncer raros y los asigne a nuevas terapias. Además busca manejar el riesgo de cáncer en familias con una predisposición heredada. El objetivo a largo plazo, si el estudio da los resultados esperados es que “a través de la comprensión de la genómica del cáncer, la ciencia pueda por primera vez encontrar una terapia para cada tipo de cáncer en lugar de tratarlos por el órgano donde primero apareció. De hecho, muchos tumores tradicionalmente considerados de un tipo específico de tejido, comparten entre sí las mismas mutaciones”, dice David Thomas, director del programa, quien habló con Semana.com para explicar en qué consiste esta esperanzadora iniciativa.

SEMANA: ¿Que es el cáncer de origen desconocido?

David Thomas: Es el que padecen las personas que cuando llegan al oncólogo ya se ha esparcido por el cuerpo, es decir, hay puntos en el pulmón, en el hígado. Es metastásico. Pero cuando miran a ver de dónde vino el tumor, no encuentran un lugar obvio. Y si miran al microscopio no ven ninguno de los marcadores que asocian con cáncer de colon o de pulmón. Parece como un adenocarcinoma, pero no saben de qué tejido proviene. No es de los pulmones ni del colon. No saben dónde inició. Es como si el tumor primario hubiera desaparecido, pero quedan estos clones de él en el cuerpo.

 

SEMANA: ¿Por qué conocer el tumor original es tan importante?

D.T.: Saber de dónde viene guía los tratamientos tradicionales y si uno no sabe de dónde viene, queda sin ninguna idea de hacia dónde ir en el tratamiento. Hoy tratamos el adenocarcinoma del pulmón con ciertas drogas que son efectivas, pero esas mismas no funcionan en cáncer de intestino. Saber de dónde viene el tumor entonces es importante para decidir el tratamiento.

 

SEMANA: ¿Qué opciones tienen entonces en el caso de CUP? ¿Ensayar?

D.T.: El tratamiento en casos de CUP es quimioterapia basada en platino, que puede no ser buena, aunque parece la mejor en estos casos ciegos. Hay que tener en cuenta que como son metastásicos estas personas se están muriendo. Eso los deja en una situación terrible.

 

SEMANA: ¿Qué tanto sucede esto?

D.T.: Esto se da en cerca de 3 a 5 por ciento de los tumores. En Australia, en 2016 fueron diagnosticados 2.800 casos y hubo 2.564 personas que murieron de esto.

 

SEMANA: ¿Se podría decir que CUP es un cáncer raro?

D.T.: Es técnicamente un cáncer raro, pero es su letalidad lo que lo convierte en el cuarto cáncer más mortal en Australia. Mata a todos los pacientes que lo sufren, es incurable y lo hace en un tiempo rápido, aunque esto varia porque hay diferentes factores biológicos detrás de cada cáncer. Es muy distinto al cáncer de seno que sí es curable si no está expandido. Entonces, este, que es de origen desconocido, que no sabemos dónde se inició y que además de eso es metastásico, o sea que se diagnostica tarde, pues es fatal.

 

SEMANA: ¿Qué se ve en el futuro para estos pacientes?

D.T.: La medicina de precisión podría ser revolucionaria para estos pacientes. En lugar de adivinar cuál será la mejor quimioterapia, lo que propone la medicina de precisión es mirar cuál es la huella molecular de ese tumor y si tiene una carga alta de mutación esto podría indicar que es mejor tratarlo con inmunoterapia. Eso mirará el estudio Cupisco, el cual podría cambiarle las opciones dramáticamente a muchos pacientes con este tipo de cáncer.

 

SEMANA: Cuéntenos sobre el programa que usted dirige en Australia.  

D.T.: El programa tiene dos partes: una es encontrar un tratamiento para pacientes con cáncer avanzado que han agotado todas las opciones. No discriminamos sobre quién puede participar: si tiene cáncer avanzado le haremos el perfil molecular como parte de un estudio clínico y si encontramos algo tenemos una gama de opciones de tratamiento que podemos ofrecerle. Miraremos si eso funciona para esos pacientes o no. Es muy interesante porque estamos llenando una brecha en los estudios clínicos existentes y por eso queremos tener a pacientes con tumores raros para los cuales no se hacen estudios.

 

SEMANA: ¿Por qué esa diferencia?

D.T.: La manera como se han desarrollado los medicamentos contra el cáncer en los últimos 50 años está enfocada en la vieja clasificación y por eso hay muchas mejoras en algunos como en cáncer de seno donde la supervivencia a 5 años es de 85 por ciento. Sin embargo, en los raros es de apenas 50 por ciento. Esta diferencia se da en la investigación. Si hacen estudios en un tipo de cáncer se consiguen resultados pero en estos que no tienen investigación no tenemos esos resultados.

 

SEMANA: ¿Qué esperan encontrar con estos estudios?

D.T.: Esperamos encontrar si los marcadores que funcionan en otros tipos de cáncer funcionan con las terapias sin importar el lugar u órgano donde encontramos el tumor.

 

SEMANA: Es decir, ¿tratar el cáncer por su huella genética y no por el órgano en el que se desarrolló?

D.T.: Exactamente. No nos debería importar dónde empezó, sino qué podemos hacer con él ahora. 

 

SEMANA: Hablemos del otro objetivo del programa que es detectar familias en riesgo. ¿Cuál es la idea?

 

D.T.: El cáncer aumenta con la edad y eso es porque nuestros sistemas se van deteriorando durante la vida. No estamos diseñados para vivir para siempre. Una señal de que esos sistemas se están deteriorando es cuando las células se vuelven cancerosas. Si esto sucede en una persona de 75 años decimos que es natural, pero cuando sucede en una persona joven, eso nos sugiere que ella tuvo un empujón de los genes para tener ese cáncer. Si logramos curar un cáncer de seno en una persona de 30 o 40, le decimos: “Te curamos”. Pero lo que queremos ahora que ya está curada es preguntar cuál es su riesgo de tener un segundo cáncer.

 

En lugar de estar haciendo tamizaje a todo el mundo en la sociedad en este momento -pues es muy pronto para hacerlo- nos vamos a enfocar en los sobrevivientes de cáncer que se presentan a edades tempranas para explicar por qué tuvieron su primer cáncer. Esa es la primera pregunta y para la gente que tiene una explicación genética les vamos a hacer un tamizaje del MRI del cuerpo. Podríamos encontrar mutaciones en estas personas jóvenes y de esta manera podríamos cambiar la manera como cuidamos a los jóvenes que tienen cáncer.

 

SEMANA: Lo que usted está diciendo es que es natural que la gente a los 75 años tenga cáncer porque de algo tiene que morir, pero no lo es que lo tenga a los 40.

 

D.T.: Si, debe haber algo que podamos hacer. No solo curar ese cáncer en los 30 y 31 sino que pensemos entre los 31 y los 82 años. Hoy no se hace eso, no le ponemos atención a eso absolutamente. Nosotros decimos lo curamos, adiós nos vemos después.

 

SEMANA:  Y en el futuro, ¿se podrá lograr hacer un tamizaje a estas personas en riesgo?

D.T.: Ciertamente en el futuro vamos a hacerle todo el genoma a la gente que sea diagnosticada con cáncer antes de los 40 por un precio de 2.000 dólares. Estamos hablando de que estas personas han sido curadas y tienen aún 40 años por vivir. Tienen un riesgo y podrían ser diagnosticadas tempranamente. El examen será más preciso sobre eso, esa es la promesa.

 

SEMANA: ¿El comportamiento también puede ser mirado de esta manera científica, en forma más precisa y saber de antemano cómo incidirá en el riesgo de cáncer?

 

D.T.: Sí, el comportamiento es muy importante para predecir el futuro. la idea es que tener más información ayude a aconsejar a la gente con más certeza. Como regla general lo que queremos es que al decir a alguien “este es su riesgo específico” y lo que puede hacer desde ya (dejar de fumar, hacer ejercicio o bajar de peso con dieta saludable) y hacerse un MRI del seno o de todo el cuerpo, todo eso le reducirá el riesgo de cáncer. El problema es que a algunos les pueden decir que tienen riesgo de cáncer y aún seguir fumando.  El programa de cáncer de seno en Australia tiene un porcentaje de 50 por ciento de cumplimiento. Que 50 por ciento de las mujeres no estén interesadas en hacer esto, aunque se haya demostrado que es beneficiosos para ellas y que salva vidas es un tema de comportamiento.

 

SEMANA: ¿Por qué sucede eso?

 

D.T.: Porque la gente es humana. Están ocupadas, tienen otras prioridades, o por negación, o por la idea de la inmortalidad, pero también por falta de compromiso o de cercanía con el sistema de salud porque viven muy lejos.  

 

SEMANA: Existe la percepción de que más y más gente está teniendo cáncer más jóven. ¿Es cierto o es solo eso, una percepción?

 

D.T.: No creo que la incidencia de cáncer por persona esté aumentando, pero estamos diagnosticando más tumores porque tenemos más programas de tamizaje. Hay más cáncer de próstata porque se diagnostica más gracias a que lo buscamos más.  Además, estamos diagnosticando más cosas que probablemente no causarían ningún problema, es decir sobrediagnosticando. En el cáncer de seno es así. Hay un incremento, pero muchos de ellos son enfermedades benignas, de lento desarrollo que no matarían al paciente. La tecnología ayuda a cambiar la manera como detectamos estos tumores. Pero habiendo dicho eso, hay unos tipos de cáncer que han cambiado en frecuencia en los últimos 20 años: el de hígado, el de tiroides y el linfoma de Hodkings.