PA' DONDE VA LA GENTE...

Algo falló en las cuentas de los demógrafos. Mientras unos países continúan superpoblados en otros hay escasez de gente.

26 de marzo de 1990


La explosión demográfica ya no es una amenaza. Ahora, el problema es la dramática disminución de la población en algunos países, donde los inmigrantes empiezan a convertirse en un dolor de cabeza. Algo falló en las cuentas de los demógrafos y la humanidad empieza a pagar su ingenuidad. Hay demasiada gente en las regiones pobres mientras escasea en los países prósperos.

Y eso que sólo el 1% de los habitantes del planeta vive fuera de su país de origen. Pero el flujo de la emigración comienza a ascender. Y siempre en la misma dirección: del empobrecido Sur al floreciente Norte. De México y Latinoamérica hacia los Estados Unidos. De Turquía, el Medio Oriente y Africa hacia Europa Occidental. La presencia de una gran cantidad de inmigrantes del Tercer Mundo empieza a ocasionar tensiones crónicas y diversos conflictos étnicos en los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania. Y la xenofobia de los políticos comienza a conquistar significativos votos.

El control de la creciente inmigración es uno de los problemas más difíciles que afronta la Comunidad Europea en su afán de construir un mercado común integrado en 1992. Este proyecto requiere el movimiento absolutamente libre de la gente entre los doce países que constituyen la CEE. Gran Bretaña y Francia temen que los inmigrantes árabes y africanos aprovechen la relativa flexibilidad de las fronteras para pasar por España y Grecia e instalarse ilegalmente en Europa del Norte. Los oficiales de inmigración ya están actuando en todos los países de la Comunidad para "tapar los huecos de los muros externos". De hecho, en la reunión de los líderes de la Comunidad el pasado mes de diciembre, además del problema del cambio político en Europa Oriental, el punto más urgente a analizar fue precisamente el de la inmigración.

El cambio demográfico ha sido también la causa de los problemas recientes en la Unión Soviética. En 1978, una experta francesa, Hélene Carrere, señaló que la tasa de natalidad en las repúblicas del Sur y del Oriente de la Unión Soviética excedía en una proporción de tres a uno la tasa de República Rusa. La implicación de este hecho era evidente: los habitantes de Azerbaiján, Armenia y Uzbekistán, superando en número a los rusos --de quienes se sabía que se encontraban demográficamente estancados-- tratarían de obtener el control y la autonomía de sus territorios. Su tesis parece haber sido una profecía.

En lugar del cataclismo de la superpoblación del que hablaba el británico Thomas Malthus en el siglo pasado, la Tierra se está moviendo hacia un "suave aterrizaje" demográfico. A mitad del camino existe un marcado desequilibrio de la población en relación con los recursos del planeta y las oportunidades del desarrollo. Y este será sin duda el mayor problema que el mundo enfrentará en este decenio. Mientras en Africa Central, las mujeres tendrán cinco o seis hijos cada una, agravando la situación de pobreza en que se encuentra el continente, en otros lugares la preocupación es la escasez de gente. Países industrializados como Islandia, Irlanda e Israel tienen una tasa de natalidad de 1.8 hijos, cifra apenas suficiente para reemplazar la población existente. De hecho, Alemania Occidental, que tiene una tasa de fertilidad de 1.3, en este momento presenta un déficit de jóvenes de 18 años que puedan prestar el servicio militar. El reciente flujo de Alemania Oriental y la proyectada reunificación, sin duda mejorará la situación por unos cuantos años, alterando sus proyecciones demográficas.

Otro factor que entra a jugar en el drástico cambio demográfico es la expectativa de vida. Hoy la gente vive más tiempo pero laboralmente "envejece" más rápido. La expectativa de vida en Europa, Japón y Norteamérica es de 80 años para el hombre y 84 para la mujer. "Por primera vez en la historia de la humanidad hay un número significativamente mayor de personas de edad saludables", afirma Peter Laslett, demógrafo de ambridge. "Pero los fondos de jubilación y seguridad social se encuentran en aprietos". Japón, por ejemplo, señala el especialista, el país del mundo donde se envejece más rápidamente, afronta serios problemas. Hasta hace unas décadas, los ancianos vivían con sus hijos y ellos los mantenían y cuidaban. Hoy sólo la mitad de los japoneses lo hace. Y la tercera generación empieza a romper ese hábito. En este momento, comienza a verse que los fondos públicos destinados al cuidado de los ancianos no alcanzan. Hay demasiada gente de la tercera edad. Los sociólogos innovadores han propuesto varias soluciones para frenar un poco esa demanda: jubilaciones más tardias empleos de medio tiempo y programas de entrenamiento en distintas actividades productivas.

Sin duda, desde el punto de vista social, el hecho más importante de la década de los ochenta fue el descenso en las tasas de natalidad. La evidencia más persuasiva es la de China, con más de un cuarto de los seres humanos del planeta. Su tasa de natalidad Se ha reducido a más de la mitad en las dos últimas décadas. Y se espera que llegue a un pico de 1.6 mil millones hacia la mitad del próximo siglo.
Japón y los tigres del Asia Suroriental tendrán menos hijos, al igual que los países de Europa. Aunque mucho más tarde que los países desarrolldos, Latinoamérica también entrará en lo que los especialistas llaman una etapa de "transición demográfica", que conduce a una marcada disminución de las tasas de natalidad. Se estima que India se convertirá en el país más poblado del próximo siglo.

Hasta ahora las excepciones son el Medio Oriente y la región del bajo Sahara en Africa, donde las tasas de natalidad se mantienen tan altas como antes. Las mujeres africanas, que reciben educación primaria, son más fértiles que sus hermanas mayores menos instruidas. Por razones de trabajo han dejado de amamantar a sus bebés, un método primitivo de contracepción que funcionaba eficazmente. En un tiempo, las condiciones de desnutrición y el progresivo deterioro ambiental obligarán a muchos a emigrar hacia otros países más desarrollados.

Algo similar continuará ocurriendo internamente en los países, con el éxodo de campesinos hacia las grandes ciudades. Ciudad de México, por ejemplo, llegará a tener cerca de 25 millones de habitantes en el año 2025. El consuelo de los demógrafos es que los inmigrantes cambien su actitud con respecto a la natalidad. Y las cifras parecen darles una pista para sus proyecciones. Hasta hace poco, se creía que la población rural que emigraba hacia las ciudades seguía teniendo la misma cantidad de hijos que cuando se encontraba en el campo. Pero se ha demostrado que no es así. Se ha establecido también que las familias argelinas y turcas que emigran a Europa Occidental limitan inmediatamente el número de hijos al nivel promedio del país que habitan.

Aunque la experiencia del último decenio ha vuelto a los especialistas en temas demográficos más cautelosos en sus proyecciones a largo plazo, ya están hechas las apuestas para los próximos 60 años. La población mundial seguirá creciendo hasta el año 2050. De los 5.000 millones de habitantes que hay en la actualidad, se estima que la cifra sólo aumentará a 9.000 millones aproximadamente. Puede ser que la temida bomba de la sobrepoblación suene ahora menos fuerte, pero los problemas de una ciudadanía más vieja, la disminución de oportunidades de trabajo y la creciente inmigración, sin lugar a dudas estarán en la agenda de preocupaciones del mundo en los años que faltan para el próximo siglo.--