Rodolfo Llinás, neurocientífico colombiano.

EDUCACIÓN

Mentes creativas en todos los campos

Un libro cuenta cuáles son las características que llevaron a algunos colombianos a ser los más innovadores del país.

16 de noviembre de 2013

¿Qué tienen en común Rodolfo Llinás, Leonor Espinosa y Simón Vélez, aparte de ser colombianos exitosos y famosos? Según el economista Mauricio Reina, los tres son corrientes y a la vez excepcionales. Son lo primero porque cualquier paisano podría identificarse con su crianza. Pero son diferentes porque todos ellos han usado como materia prima la creatividad para desarrollar una vida sobresaliente y ante todo interesante. 

Reina es coautor del libro Vivir para crear, crear para vivir, que relata las historias de vida de estos personajes y otros cinco más, esta vez con la lupa en sus procesos de innovación y en los rasgos que los convierten en ejemplos de creatividad. La variedad en los oficios de cada uno de ellos fue premeditada. 

“Queríamos mostrar que la creatividad no es un patrimonio de los artistas sino que se puede ser creativo en cualquier campo, aun en la ciencia donde se exige exactitud”, dice la periodista Amira Abultaif, coautora del libro.
 
Por eso también incluyeron personajes como el empresario Carlos Bernardo Padilla, el director de orquesta Andrés Orozco-Estrada, el caricaturista Vladimir Flórez, el bailarín Álvaro Restrepo y la epidemióloga Nubia Muñoz. Todos tienen grandes méritos para estar allí. Muñoz, por ejemplo, desplegó su ingenio para desarrollar la vacuna del VPH y fue intuitiva y visionaria al diseñar sus estudios epidemiológicos. 

Andrés Orozco, quien pronto asumirá la dirección titular de la Orquesta Radio Frankfurt, también lo es porque su trabajo no solo consiste en marcar el ritmo con la batuta sino en guiar el grupo en la ejecución de cada instrumento, para lo que se requiere conocer las partes de la obra y saber comunicarlas. 

Los autores explican que la razón no siempre es el motor de la creación. Es cierto que hay que saber para crear pero también se requiere convicción, fe e intuición, elementos que no hacen parte del intelecto sino de la emocionalidad. 

Otros rasgos que caracterizan las mentes creativas son la pasión por lo que hacen, una gran curiosidad, un gusto por lo lúdico y un desdén por el fracaso. El neurocientífico Rodolfo Llinás lo pone en estos términos: “Pobrecito el que no meta la pata”.

Los entrevistados tienen uno o varios  de esos rasgos pero todos comparten ser interdisciplinarios, lo cual hace que algunos parezcan personajes renacentistas, al estilo de Leonardo da Vinci. Esto se sintoniza con teorías como la de Arthur Miller, profesor de Historia del University College London y autor del libro Einstein, Picasso: Space, Time and the Beauty that Causes Havoc. Miller encontró que si bien Einstein se movía en un ámbito científico también era un gran aficionado a la música, mientras que Picasso estaba obsesionado con las matemáticas.

La capacidad de transitar entre los datos, los conceptos y las emociones hace que cada área se nutra para propiciar situaciones de creatividad. Eso explica cómo, por ejemplo Carlos Bernardo Padilla, fundador del centro de investigaciones Paleontológicas de Villa de Leyva sea también el presidente de la asociación gastronómica Chaîne des Rôtisseurs. O que la economista Leonor Espinosa sea hoy una chef cuyo restaurante es reconocido en el mundo. 

Sería un error decir que crear es algo que sucede de repente. La creatividad, una palabra que tienen muchas definiciones pero que podría resumirse en la capacidad para desarrollar ideas o soluciones a problemas, requiere de un proceso. Los autores señalan que frente a un problema o una pregunta el hemisferio izquierdo comienza a buscar respuestas racionales por medio de la concentración, el pensamiento lógico y analítico y los detalles. 

Cuando no hay resultados el cerebro  comienza una nueva exploración, esta vez en rincones inexplorados. “Y ahí es cuando el hemisferio derecho, con sus asociaciones aparentemente inconexas, lejanas y disparatadas entra en un ejercicio de divagación”. 

En esas circunstancias la mente queda en resonancia de búsqueda inconsciente. Por eso es que con frecuencia la mayoría encuentra la respuesta después de haber estado trabajando durante horas en el asunto y de haber pasado a otra actividad. “La creatividad es un juego entre la concentración y la divagación”, reiteran los autores.

Eso explica por qué las personas creativas son perseverantes y no desisten ante un fracaso. Ese rasgo va ligado a la confianza y fe en sí mismos, que a menudo raya en la obstinación. Insistir en conseguir una respuesta y en desafiar los límites requiere no solo de testarudez sino que hace parte de su seguridad de que tarde o temprano se saldrán con la suya. No en vano, dicen los autores, creer está a una letra de crear. 

En ese sentido, uno de los mitos que se derrumba una vez más es que la creatividad consiste solo en tener una idea brillante. De hecho, las historias de estos personajes confirman que se requiere de trabajo y consagración para perfeccionar un oficio. Lo anterior recuerda la regla de las 10.000 horas, que Malcolm Gladwell dio a conocer en su libro Outliers y que constituye “el mínimo de trabajo para dominar una disciplina, requisito  para poder innovar en ella”.

El mensaje central del libro es, pues, que todos tienen el potencial de la creatividad pero hay que cultivarlo. Y este es el momento. Según Reina, el país está en una encrucijada debido a que su capacidad de crecimiento se colmó y para sobresalir debe enfocarse en innovar. 

A pesar de la importancia del tema, dice Reina, “uno ve a su alrededor gente igualita, que parece como una gran masa gris, sin propósitos de vida y sin ideas para construir un mejor país”. De alguna manera, las estadísticas respaldan esta dura aseveración. Por el tamaño de su economía, Colombia ocupa el puesto 31 en el mundo pero por su potencial de innovación está en el puesto 60.

Otro dato aún más inquietante es el que compara las economías de Colombia y Corea del sur, que en 1980 tenían el mismo ingreso per cápita pero hoy el país asiático registra el triple del nuestro.
Cómo lograr incentivar el proceso creativo e innovador en los jóvenes de hoy es uno de los grandes retos de los líderes, los profesores y los padres. 

En los países donde se lo han propuesto, la enseñanza cada vez tiene menos que ver con dar información y memorizar y más con fomentar la curiosidad y el aprendizaje basado en la experiencia. Llinás sugiere no imponer moldes a los niños sino propiciar su libre desarrollo. Pero la familia también es crucial en este proceso. Los grandes maestros de Llinás no estuvieron en el colegio sino en su casa. 

Un día, cuando le dijo que no quería aprender a leer, su papá en lugar de regañarlo le explicó punto por punto las razones por las que debía hacerlo. “Debes aprender a leer como aprendiste a hablar pues si no, no puedes comunicarte”. Ese fue el comienzo de una conversación que terminó en la historia de los fenicios. “así adquirí toda una teoría del conocimiento y entonces aprendí a leer en dos minutos, porque ya sabía de qué se trataba”.

"Mis grandes maestros no estuvieron en el colegio sino en mi familia.Yo suspendía mi aprendizaje para ir al colegio", Rodolfo Llinás, neurocientífico.

"Cada director transmite las ideas musicales de una manera tan particular como su propia personalidad", Andrés Orozco-Estrada, director de orquesta.

"Estoy seguro de que si pierdo lo que tengo, salgo y monto un carrito de perros, y en cinco años tengo la cadena más grande del país", Carlos Bernardo Padilla, empresario, paleontólogo y gastrónomo.

"No es prepotencia, pero yo me imagino un plato, lo hago, no lo pruebo sino hasta el final y, no sé, pero me queda perfecto", Leonor Espinosa, chef.

"Si me quedo tranquila esperando a que lleguen las cosas, nunca llegarán. Hay que tener mucha iniciativa y curiosidad", Nubia Muñoz, epidemióloga nominada al Nobel de Medicina.

"Tuve una educación intimidadora y coercitiva, y no una reveladora y placentera que potenciara el talento", Álvaro Restrepo, bailarín y coreógrafo.

"El único método científico es el del ensayo y error: no hago otra cosa que hacer chambonadas para ir aprendiendo", Simón Vélez, arquitecto. 

"La creación es juntar elementos, personajes y situaciones que  separados parecen absurdos y convertirlos en algo con sentido", Vladimir Flórez, caricaturista.