C I R U G I A    <NOBR>P L A S T I C A</NOBR>

Por una nariz

Técnicas menos agresivas, con sólo unas cuantas suturas para reacomodar los cartílagos, son algunas innovaciones en rinoplastia.

26 de mayo de 2002

La cirugia plastica de la nariz es una de las más populares en todo el mundo, ya sea por motivos estéticos o por problemas en su funcionamiento. Pero también es común que los pacientes queden inconformes con su nueva apariencia. Pensando en eso Fernando Pedroza Campo, médico otorrinolaringólogo especializado en cirugía plástica facial, diseñó una técnica que consiste en reconstruir la nariz que ya ha sido operada pero que presenta dificultades en su funcionamiento o no tiene el aspecto deseado.

Por esta técnica, denominada injerto en alas de gaviota, y por otras de cirugía reconstructiva facial y de rinoplastia, Pedroza recibió el premio Efraín Dávalos en Nueva York, el cual otorga cada cuatro años la Sociedad Estadounidense de Cirugía Plástica Facial, que agrupa a 2.700 médicos de la especialidad de todo el mundo. Esta intervención consiste en tomar un trozo de cartílago interior de la oreja y moldearlo como si se tratara de unas alas, de ahí su nombre, de manera que se reconstruye la estructura cartilaginosa de la nariz. La técnica de Pedroza se complementa con otras innovaciones que buscan principalmente reacomodar los cartílagos de la nariz sin necesidad de cortarlos, como sucede con otras cirugías. En ese sentido no es tan agresiva pues aunque hay una incisión en el interior de las fosas sólo es necesario tomar unos puntos para redistribuir el cartílago y darle el aspecto deseado a la nariz. Esta técnica se aplica para mejorar la punta de la nariz cuando está caída y es ancha y para pieles delgadas. Pedroza le dio el nombre de ‘nuevos domos’ y es apta para personas que por primera vez se someten a este tipo de intervención.

No en todos los casos se utiliza este procedimiento. En otros es necesario adicionar cartílago para darle soporte a la nariz y por eso la técnica recibe el nombre de estandarte.

Una cosa es clara: para que la operación sea exitosa, como en todo procedimiento quirúrgico, es necesario realizar un estudio completo al paciente, que incluye exámenes de sangre y electrocardiograma pues los riesgos se derivan más de problemas previos que de la propia intervención. En cuanto a la anestesia, otro de los temores del paciente, se aplica de manera endovenosa, que no lo profundiza totalmente sino que lo sumerge en un apacible sueño, por lo cual despierta pocos minutos después de la intervención. El posoperatorio también es menos doloroso que antes, no sólo por el tipo de cirugía sino porque se utilizan tapones cubiertos por caucho que no se adhieren al tejido de la nariz y al ser retirados —pocas horas después de la operación— no generan molestia.

Lo importante de estas técnicas es encontrar un equilibrio entre lo estético y lo funcional. La idea, como afirma Pedroza, es que “la expresión no cambie pero que mejoren las proporciones de esta parte de la cara y que al mismo tiempo su funcionamiento sea perfecto”.