EDUCACIÓN

Preguntas incómodas

Los hijos a veces ponen en aprieto con sus inquietudes a sus padres. Un libro que recoge las cuestiones más frecuentes les enseña a éstos a salir bien librados de los pequeños inquisidores.

25 de julio de 2009

Algunas veces los niños preguntan cosas complicadas para los padres, como ¿cuál es la distancia de la Tierra a la Luna, ¿qué son las estrellas fugaces? o ¿cómo funciona el corazón? Pero esas dudas son mucho más fáciles de contestar que otros interrogantes que suelen tener y para los cuales no hay enciclopedia que valga. "¿Te acostaste con mi papá antes de casarte?", "¿has fumado marihuana?", "¿por qué mi hermano se suicidó?". Para este tipo de preguntas los padres nunca están preparados y en dichas circunstancias cualquiera de ellos pagaría por cambiarlas por una de astrofísica.

Juliana Villate, siquiatra y sicoterapeuta, consignó en un libro 30 de esas dudas frecuentes y simples que plantean los niños. Aunque suene contradictorio, son simples porque se trata de preocupaciones reales que lanzan con curiosidad, ingenuidad y naturalidad. Lo que sucede es que los padres se enredan para responderlas porque "no tienen la información o porque esos interrogantes los confrontan con sus propios valores. A veces los hijos les hacen preguntas a sus padres que ellos nunca se habían hecho, como si es malo ser gay o si el alcohol es perjudicial", dice María Elena López, una sicóloga autora de libros sobre el manejo de situaciones difíciles para los niños como el divorcio de los padres y el duelo.

En el libro de Villate, Consejos para niños y padres del Hada de los Tres pelos, su personaje, que ella inventó en sus terapias con niños, quien responde cuestiones como "¿por qué prefieren a mi hermanito menor?" o "¿por qué mi papá no quiere conocerme?" Ella escogió al hada como interlocutora porque considera que es mejor llegarles a ellos con un personaje fantástico que perciban como un protector y, sobre todo, alguien que responda sin críticas ni juicios, es decir, que sea más objetivo que los padres. "Cuando una niña le pregunta a su mamá '¿por qué todas mis amigas han tenido relaciones sexuales y yo no', en medio de la respuesta le echa un regaño. El hada, por el contrario, aconseja sin cantaletas", dice Villate.

Para la siquiatra, la pregunta más importante del libro no es "¿por qué soy adoptado?", ni "¿por qué me molestan en el colegio?", sino otra, que a simple vista parece trivial: "¿Qué debo hacer cuando sea grande?". Lo considera así porque la respuesta resume el mensaje que quiere dar con su trabajo. "Los papás siempre ponen el énfasis en el éxito y el dinero, y aunque esto es importante, lo esencial es que el niño cuando grande sea una buena persona y pueda ser feliz con lo que tiene", dice.

Los niños tienen fama de preguntones, pero a la hora de la verdad, no siempre expresan sus dudas. Todo depende del ambiente familiar y de su personalidad. Hay algunos más inquisidores y otros más tímidos que se acobardan si ven que no hay espacio para plantearlas. Según Villate, los que se hacen las preguntas pero no las expresan muestran en su comportamiento -mal desempeño en el colegio, orinarse en la cama, por ejemplo- que hay una situación que merece atención de los padres.

Algunos papás pasan por situaciones bochornosas al tratar de explicar qué es hacer el amor y otros asuntos relacionados con la sexualidad. Pero, para los expertos, las preguntas más complicadas son las que tienen que ver con el duelo, porque la muerte es un tema difícil para todos. Para Isa Fonnegra de Jaramillo, autora del libro El duelo en los niños, no es fácil para un papá contestarle a su hijo por qué su mamá se suicidó. "Es probable que ni siquiera el adulto entienda lo que pasó y por eso no hay que tener pena de decir: 'Mi amor, yo tampoco sé'". Lo importante, señala esta sicóloga, es que el interrogante sea atendido porque, de lo contrario, se corre el riesgo de que el niño se responda con su imaginación y de manera errada, por ejemplo, al culparse de la muerte de su ser querido. Además, en tiempos de Internet, cada vez los jóvenes encuentran sitios web donde buscan las respuestas que los padres no dan.

También es importante calibrar el grado de curiosidad de los hijos. A veces sucede que una niña le pregunta a su mamá qué es pene, y ella, haciendo suposiciones, empieza a explayarse en una respuesta tipo diccionario, sin saber el por qué de la pregunta. "Pene es el órgano copulador masculino que también sirve para la excreción urinaria....". Luego, cuando le pregunta a su hija por qué está interesada en el tema, se da cuenta de que el esfuerzo fue en vano porque ella le responde: "Es que vi un libro de recetas italianas y decía penne a la Napolitana". En estas circunstancias, las respuestas pueden confundir más que aclarar. También hay que tener en cuenta que algunos niños quedan satisfechos con una respuesta, pero para otros la pregunta inicial es apenas el comienzo de un gran diálogo que la familia debe tener sobre un tema específico.

Villate es una defensora de los padres porque considera que no tienen por qué saberlo todo. En principio, los papás no se entrenan para criar y a muchos padres les tocó una infancia en la que los niños no debían preguntar ni participar en conversaciones de adultos. Hoy se enfrentan a una situación diferente porque los pequeños tienen más información y más fuentes de respuestas. Por eso, los expertos coinciden en que hay que atender sus inquietudes. Como dice Fonnegra, "hay que ser capaz de aceptar el reto que nos plantean las dudas de los niños".