QUE ENTRE EL DIABLO Y ESCOJA

Adoradores del diablo se dan cita en Turín y ponen el tema sobre el tapete.

21 de noviembre de 1988

Desde siempre el hombre ha intentado explicar el mal, atribuyéndolo a un personaje maligno. Cada cultura ha tratado de personificarlo. Así, mientras para unos el demonio es un personaje de cachos cola y tridente que expide un penetrante olor a azufre, otros lo interpretan como un elemento para infundir el temor al mal o simplemente como una representación de las fuerzas malignas. El caso es que hoy el demonio aparece en la literatura, el folclor, el cine, la música y, aunque parezca increíble, da hasta para organizar congresos.
Aunque muchos conocen el tema, sienten una especie de recato en compartir lo que saben y quienes participan de algunas prácticas, incluyendo "misas negras" y otras adoraciones prefieren mantenerse en el anonimato, temerosos quizás de las reacciones que puedan suscitar sus inclinaciones. Sin embargo, tanto en Colombia como en el resto del mundo, el auge del satanismo o adoración del demonio es innegable, como si la humanidad, según una sicóloga colombiana, buscara la protección de una fuerza superior ante todos los males que aparecen cotidianamente.
Un congreso mundial que acaba de iniciarse en Turín, considerada la capital internacional de estas prácticas, ha llamado la atención de los expertos y teólogos sobre una situación que sufre aleadas de ascenso y retroceso. Es como si los seres humanos, dice un profesor de religión, prefirieran el materialismo y el consumismo, olvidándose de Dios y entregándose, según él, a una adoración que exige menos y aparentemente produce más.
Desde la aparición de una carátula de Time que pregonaba la presunta muerte de Dios, y la exhibición de "El bebé de Rosemary", en la cual el director Roman Polanski daba una publicidad inusitada a los grupos de adoradores de Satanás, enloquecidos con la posesión de ese niño que se convierte en el nuevo "maestro" o su reencarnación, se habían conocido pocas épocas como la actual en la que Satanás tuviera tantos adoradores. Aunque pocos colombianos se atreven a reconocer sus aficiones por lo satánico, se sabe de lugares en Barranquilla, Cartagena, San Andrés, Bogotá y Medellín donde se reúnen todas las semanas, especialmente los viernes por la noche, grupos de personas para participar en coloquios sobre Satanás, y celebrar "misas negras".
Uno de los mayores conocedores latinoamericanos del satanismo y la brujería, el escritor Pedro Gómez Valderrama, autor de libros y artículos en los cuales analiza con cabeza fría las raíces de estas situaciones y prácticas, afirmaba recientemente que debe mirarse el auge del demonio en un país subdesarrollado como Colombia, como un mecanismo de escape para ciertas personas que no son capaces de acercarse a quien representa la fuerza del bien, e indicaba que el temor a ser señalados como elementos peligrosos para la comunidad, obliga a los practicantes a hacer más secretos su ritos.
Por eso los círculos satánicos son numerosos pero pequeños, se mueven con sigilo, se conocen muy bien entre ellos y organizan sus rituales en determinadas fechas que a veces escapan al secreto compartido y reciben alguna atención de los vecinos.
Para el escritor Manuel Zapata Olivella, el que los colombianos participen de este auge del demonio no debe sorprender a nadie, porque esas prácticas están en las mismas raíces africanas del pueblo, así como en los elementos indígenas que nutren este país. En distintas ocasiones, el escritor se ha referido en sus libros a las relaciones de ciertas poblaciones de la Costa Atlántica y el Chocó con el demonio, especialmente en "Changó el gran Putas", y prepara actualmente una serie de conferencias en varias universidades norteamericanas. En los Estados Unidos, el escritor E. L. Doctoro ha calificado como "urgente" la necesidad de analizar el tema, por la influencia cada vez mayor sobre los jóvenes, quienes han convertido en objetos de culto ciertos discos que, puestos a sonar a una determinada velocidad o al revés, contienen explícitos mensajes demoníacos.
Hace dos años el investigador y profesor de biomúsica Fernando Salazar Bañol publicó un libro, "La otra cara del rock", en el cual atribuye a algunos temas musicales del género "duro", el claro propósito de enviar mensajes satánicos en forma subliminal. Salazar afirma que muchos de los integrantes de estos grupos pertenecen a sectas diabólicas. Al respecto cuenta el caso de un locutor de una emisora inglesa, aficionado a buscar mensajes subliminales, quien decidió escuchar diversos temas de rock colocando las cintas al revés. Entre los ejemplos que cita está la canción de Pynk Floid titulada "Congratulaciones", en la cual se oye: "Justo has descubierto el mensaje secreto del diablo. Comunícate con el viejo...".
En Francia, Gran Bretaña, España e Italia las "misas negras" son grabadas en video y luego distribuídas entre quienes se muestren interesados, así sea por simple morbo. El caso de Turín, por supuesto, es muy particular. Durante este congreso que se tomará todo un año, habrá un menú demoníaco para cada jornada, en el cual los platos hacen alusión a Satanás, y estarán presentes las máximas autoridades en demonología para satisfacer el entusiasmo de los seguidores del diablo, calculados por las autoridades eclesiásticas en más de 40 mil.
La mejor prueba del significado de Turín en el mapa del satanismo, es que el arzobispo tiene nombrados en su plantilla a seis exorcistas profesionales, para que acudan al menor asomo de posesión diabólica. Como decía un periodista que separó hotel con varios meses de anticipación para no perderse ninguna de las sesiones, el diablo está siendo volteado al derecho y al revés, en una especie de exorcismo cultural y religioso colectivo: "Será la cita con el mito del mal más multitudinaria y larga de toda la historia. Ni siquiera durante la Edad Media se presentó un interés tan profundo".
La Iglesia ha mantenido una actitud de prudencia ante estas manifestaciones cada vez más ruidosas y publicitadas, y cuando en Colombia se le pregunta a un sacerdote sobre el satanismo, se remite a las numerosas declaraciones que en ese sentido ha formulado el Papa Juan Pablo II, quien en la catequesis del verano de 1986 explicó cómo Dios es el creador de los espíritus. Los buenos y los malos.
En junio de 1972, Paulo VI dijo algo que se convirtió en tema obligatorio en todos los idiomas: "Por una rendija ha entrado el humo de Satanás en el templo de la Iglesia". Una preocupación que hoy es más vigente que nunca.
Un prelado español, ante los numerosos casos de posesión satánica que se han presentado en los últimos años, afirmaba: "El diablo es un ser opuesto a la divinidad y sometido a ésta, y se hizo malo por su propia voluntad. Pero cuando se habla de posesiones hay que advertir que el diablo no puede poseer a una persona en contra de su voluntad". El prelado, al ser interrogado sobre la posesión, citó el odio a Dios, a lo sagrado, a la cruz, y afirmó que los poseídos muestran una fuerza física extraordinaria, el conocimiento de cosas que la persona no tiene por qué saber y la capacidad de hablar en otras lenguas. En Colombia varios sacerdotes han practicado exorcismos en los últimos años, pero prefieren no hablar del asunto. Los familiares de las víctimas, tampoco.
Aunque el congreso de Turin ha puesto al diablo "sobre el tapete", lo cierto es que más que un problema de tipo teológico, éste constituye un fenómeno sociológico al que puede sacársele su tajada comercial. Lo único claro hasta el momento es que, a costa de la venta de fetiches, amuletos y figuras del demonio, ya han esquilmado a muchos "pobres diablos".