Inflar el autoestima en los niños juega en contra, pues al decirles que son lo mejor no tendrán estímulo para realmente progresar. | Foto: AFP

SALUD MENTAL

Por qué está de moda hablar de narcisismo

Muchos expertos señalan que el mundo vive una epidemia de narcisismo por cuenta de las selfies, la vanidad y la promoción del individualismo. Ahora, el mayor exponente de la tendencia es Donald Trump.

9 de febrero de 2017

Cualquiera que haga una búsqueda de Google con la palabra narcisismo encontrará más de 50 libros recientes sobre el tema, lo cual es un reflejo de la preocupación de muchos expertos sobre la creciente epidemia con personas con estos rasgos. Los síntomas se observan en el aumento de las cirugías plásticas, en el constante registro fotográfico de las momentos insignificantes de la vida, en la invasión de selfies y en el culto al ego. Ejemplos hay por doquier. Está Kim Kardashian, quien no se cansa de tomarse autofotos mientras se mira en el espejo de su casa. Están actores como James Franco y otras celebridades no tan conocidas como Katie Hopkins, una británica que ha manifestado en sus tuits que no le importa la crisis de los refugiados. Y está nadie menos que el presidente de Estados Unidos, quien desde su campaña presidencial un grupo de expertos diagnosticó con este trastorno de la personalidad porque encarna la falta de empatía y la sobredimensión de sus logros y virtudes, que son señales inequívocas de este tipo de enfermedad.

Muchos como ellos, sin ser celebridades siguen un ritual narcisista en las redes sociales, publicando imágenes de cada minuto de sus vidas, lo que denota la obsesión con la apariencia. En el libro La epidemia Narcisista, los catedráticos Jean Twenge yKeith Campbell señalan que estas personas tienen rasgos narcisistas y que estos han aumentado de acuerdo a estudios científicos en los cuales analizan los comportamientos de los adolescentes de diferentes generaciones. Todo eso ha llevado a que la palabra narcisismo esté en boca de todos.

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Pero una cosas son los rasgos narcisistas y otro el trastorno de la personalidad narcisista (TPN), descrito como una patología por primera vez por Sigmund Freud. Se le dio este nombre por el mito de narciso, un joven apuesto que despertaba admiración de todos pero era tan arrogante que no veía más cualidades que las suyas propias. Como castigo por ello, Narciso fue condenado a vivir enamorado de su reflejo en un largo de superficie cristalina. Por eso se dice que quienes tienen el trastorno que se centra en el culto al individuo, presentan una excesiva admiración de su físico y demás cualidades, así como de su éxito y posesiones materiales. “Inconscientemente ellos niega su pobre autoimagen con ideas de grandeza”, señaló Elan Golomb en su trascendental libro Trapped in the Mirror. “Se encierran en imágenes de grandeza y se protegen bajo una muralla psicológica impenetrable. El objetivo de este autoengaño es evitar el tan temido criticismo de los demás”.

Aunque fue escrito en 1995, el libro describe lo que se observa en la sociedad actual plagada de selfies y cuyas redes sociales son el altar de la imagen de sus usuarios, o en términos de la mitología griega, el lago cristalino que refleja sus rostros. Según los expertos, estas personas suelen tener una manifestación exagerada de su autoimportancia en todos los ámbitos, y ser muy dramáticas en su estilo de ser. También sienten una necesidad imperante de ser admiradas por todos y parecer físicamente atractivos. “Se aprovechan de la bondad de los otros haciendo uso de comportamientos persuasivos y a su vez desafiantes”, explica la psicóloga Carolina Guzmán.

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Es recomendable tener un poco de vanidad para lograr objetivos y desenvolverse en sociedad. Sin embargo el síndrome aparece cuando se exageran esos rasgos. Se cree que tiene su origen en una crianza marcada por padres muy críticos de sus hijos. En efecto, es un trastorno que suele desarrollarse en la infancia y, generalmente, es alimentado por los padres que premian con exageración los logros de sus hijos, pero al tiempo señalan con severidad el fracaso. Por eso los expertos señalan que para evitar que se presente el trastorno “los padres deben hacer énfasis a sus hijos en que algunas veces se gana, otras se pierde. La idea es no condicionar el afecto o la alegría solo por la consecución de la gratificación”, afirma Guzmán.

Pero los rasgos narcisistas, curiosamente, parecen ser producto de todo lo contrario: una crianza laxa y permisiva. En todo caso el problema que genera es grande pues una persona egocéntrica no busca el bien común, sino la ganancia personal y sus decisiones por lo tanto pueden ir en detrimento del otro. Precisamente, esa característica, es lo que más preocupa del diagnóstico psicológico de Trump. Howard Gardner, psicólogo de la Universidad de Harvard, en entrevista con la revista Vanity Fair aseguró que el mandatario estadounidense tiene signos de “narcisista maligno”, una combinación de este trastorno con el de personalidad antisocial, que puede ser una bomba explosiva pues al egocentrismo se le sumaría la agresividad y sadismo que caracteriza a los sociópatas.

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Lidiar con un narcisista es complicado. Guzmán explica que estas personas “no aceptan la crítica personal. Ellos lo ven como una infamia o degradación a su persona y si tienen poder o autoridad son capaces de generar alguna estratagema con tal de hacer que aquel que realizó la crítica logre arrepentirse del daño cometido”.

Según Pat MacDonald, autor de un estudio sobre el tema titulado Narcisismo en el mundo moderno, aún es muy difícil diagnosticar a alguien con TPN, pero es mejor hacerlo a tiempo pues cuando está avanzado, según McDonald, “tradicionalmente es muy difícil echar atrás la personalidad narcisista. Requiere de mucho trabajo y tiempo”.

Otra característica que los delatan es su constante tendencia a llegar tarde a las citas. También cambian los planes sin avisar porque consideran que ellos son más importantes que el resto; tienen cambios de humor repentinos y están siempre a la defensiva. También, le dan excesiva importancia a las posesiones, se creen únicos, se aprovechan de los demás para lograr sus fines, sienten que todos los envidian, son arrogantes y tienen fantasías frecuentes con el éxito, poder, riqueza y la perfección. También fracasan en su vida amorosa porque los narcisista no logran compenetrarse con su pareja debido a que siempre la ven como una herramienta para facilitar sus necesidades y sin reconocer que su pareja también tiene las suyas.

Las recomendaciones para los padres son claras. Inflar el autoestima en los niños juega en contra, pues al decirles que son lo mejor no tendrán estímulo para realmente progresar. De igual modo, la excesiva preocupación por el yo no permite que se piense en comunidad, ni en que se creen conexiones o se alcancen objetivos conjuntos. Una forma para evitar que niños y adolescentes caigan en el trastorno y prevenir que sean apartados por su egocentrismo es enseñarles que para vivir en armonía.

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MacDonald señala que el problema de hoy no son los casos aislados de TNP sino la cultura narcisista. “Miren lo que pasa en el gobierno. No es la codicia individual la que preocupa sino la cultura de ‘aprovechemos la oportunidad para recibir beneficios materiales’”, señaló el experto al diario The Guardian. Agrega que esto se replica en otros escenarios, como los bancos, las empresas o la política, y por eso el narcisismo colectivo, que en su opinión es muy grande, está destruyendo el planeta al acabar con las especies solo por el consumismo y la idea de importancia que se da cada individuo. Por eso Guzmán señala que la sociedad no debe admirar a su gente sino aceptarla como seres humanos. “No es necesario hacer competir a todos contra todos como en el coliseo romano”. 

Si quiere saber si presenta alguno de estos rasgos, puede visitar: http://personality-testing.info/tests/NPI/